¿Qué es el bien común? Se podría decir que es percibir como propio lo que le pasa al otro, desear para el otro lo mismo que queremos para nosotros.
Es fácil describirlo, pero difícil practicarlo cuando predomina la intolerancia y el individualismo. A pesar de esto no podemos olvidar que la sociedad que tenemos es fruto de nuestra responsabilidad como ciudadanos y ciudadanas.
Es difícil tratar de pensar en él cuando tenemos que convivir con problemas que están enraizados en lo más profundo de la sociedad y desde donde nacen todos nuestros problemas; delincuencia, exclusión, educación, trabajo y el narcotráfico que se agarra a la piel de de la desigualdad como una garrapata.El bien común ha de estar libre de ideologías, banderas e intereses mezquinos. Quizás sea una de las pocas armas no letales y democráticas que se pueden utilizar a diario, por lo menos para volver a humanizarnos.
Cabría preguntarse si Chile fue siempre un país intolerante e individualista. Posiblemente no. Empezó a serlo cuando nos inyectaron en vena las políticas del liberalismo económico, en los inicios de la dictadura, cuando nos hicieron adictos al consumo, a la meritocracia, «con esfuerzo y sacrificio se llega a la meta» a trabajar mucho para conseguir poco, a estar contentos y agradecidos por ello. Entonces empezamos a olvidarnos de los demás porque lo más importante era la satisfacción personal, disfrutar de los logros propios y de las garantías económicas que nos permitía el endeudamiento.
Empezamos a viajar, cambiar el auto, comprar la primera casa, a la vez que las entidades financieras aumentaban su riqueza. Nos sentíamos por fin integrados, reconocidos porque podíamos comprar lo que quisiéramos, el sistema bancario estaba abierto y disponible las veinticuatro horas.
Sin darnos cuenta sustituimos el ser por el tener y eso acaba destruyendo a cualquier sociedad y al propio Estado como garante del bienestar (educación, salud, pensiones) que poco a poco se va convirtiendo en una casa de papel, porque no tiene nada que administrar, ni a nadie que dar nada ya que lo privatiza todo.
Individualismo, meritocracia… ¿Y el bien común?
Cuando por fin tenemos un Presidente que piensa en este asunto del bien común, la igualdad, la justicia, se encuentra con ese estado de papel donde los recursos económicos y humanos no son suficientes para enfrentar la violencia, el narcotráfico, la falta de control de armas, la inmigración y una serie de circunstancias adversas en todo el país. Problemas gravísimos heredados de otros gobiernos que no los atendieron de forma eficaz y que a éste le obligarán a hacer políticas de derechas, las mismas que rechazaba hasta hace poco como el uso de las fuerzas armadas.
Bien común es que Chile sea un país que acoge a otros, que da oportunidades y no discrimina, ¿cuántas chilenas y chilenos han encontrado un segundo hogar fuera de Chile? ¿qué hace que usted o alguien de su familia un día tenga que emigrar? Esto no quiere decir que el estado permita una inmigración descontrolada que sólo aprovechan delincuentes. Las policías, jueces, tribunales deben ser robustecidos con leyes de rápida aplicación.
Bien común es proponer ideas, apoyar mejoras que conlleven a evitar que Chile sea un país donde nos enfrentemos a diario los unos contra los otros. Es también que las autoridades hagan su trabajo con mayor premura.
Mirar por el bien común es evitar que en una plaza pública se construya un monolito a un delincuente, porque las y los niños que por milagro han escapado de la droga quieran imitar el ejemplo de ese héroe al que se le levanta un reconocimiento público.
El bien común ha de estar libre de ideologías, banderas e intereses mezquinos. Quizás sea una de las pocas armas no letales y democráticas que se pueden utilizar a diario, por lo menos para volver a humanizarnos.
Comentarios