#Sociedad

Desde La Haya a las matrices culturales y sociales de nuestro país

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Los días 27 de enero y febrero (27F) dejarán una marca en nuestra textura de país difícil de olvidar. Aunque la particularidad de nuestros ethos es olvidar rápidamente… Tenemos una memoria de corto plazo, nuestras raíces están a flor de piel, alimentadas por anfetaminas y dispuestas a enfrentar pruebas cuyos resultados olvidamos fácilmente.

Volvamos a este nuevo 27, ¿Cómo llegamos al tribunal de La Haya? De la misma manera de cómo llegamos a resolver los conflictos menores, hogareños, laborales o de tono mayor: sin saber negociar.

Llegamos a La Haya sin haber previsto este escenario, creyendo que los demás nada saben o mirándolos “sobre el hombro”, con la última tecnología y armamento militar.  ¿Qué ganábamos en este litigio? Nada. Sólo lo que “en derecho” nos pertenece. Y el Tribunal de La Haya va a dirimir “en derecho” y en algo más. Por tanto, debemos saber quién va a ganar en esta negociación. En pocas palabras, y de manera artesanal: Nosotros pedimos cero y ellos exigen uno.

¿Cómo resolvemos nuestros conflictos en nuestra matriz cultural y social cuando nos allanamos a un resultado, donde dos o más partes están en diferendo? Esto debemos mirarlo desde los conflictos o desde la negociación que se debería producir en la relación de pareja, pasando por las relaciones familiares, laborales, sociales, económicas, políticas, etc.

El mecanismo transversal y socialmente utilizado es intentar  eliminar o expulsar al otro. O el que tiene más poder aplasta o liquida al legitimo otro. Observemos nuestras prácticas, en nuestro quehacer cotidiano, en el acontecer nacional y nos daremos cuenta que no abordamos de manera directa los problemas, somos buenos “para orillar” las situaciones críticas. ¿Será por eso que nos gusta la poesía más que la prosa? ¿Será por eso que tenemos dos premios Nobeles en poesía? ¿Y qué sucede con aquél que dice las cosas como son o de manera directa?, es tratado de conflictivo.

Y ¿Qué acontece en la escuela, primaria, secundaria y terciaria, matriz formativa de nuestro comportamiento?: Nada. Porque estamos preocupados de “llenar de contenidos los cerebros en vez de descubrir cómo aprenden o para que deben aprender”. Y ¿Qué acontece cuando un profesor o profesora se le ocurre “enfrentar a los directivos sin tener fuero”?, al final del año es finiquitado o disminuida su carga académica. Y qué acontece, generalmente entre los estudiantes, cuando se ejerce el “bulling”, la escuela debe aplicar los protocolos establecidos por ley.( Recuerden ustedes que si no estamos de acuerdo, lo judicializamos todo. La justicia lo resuelve todo).

Y ¿qué sucede, hoy en día, cuando “la autoridad” del profesor es cuestionada por los alumnos?. Porque ahora, no sirve alzar la voz y anotar en el libro de clases o por último, echar fuera de la sala, “a los desordenados”. Es muy probable, que si los alumnos no están “bien domesticados” sean expulsados del colegio o en última instancia, al profesor o profesora se le termina la relación laboral por no saber ejercer la autoridad.

¿Cómo resolvemos nuestros conflictos en nuestra matriz cultural y social cuando nos allanamos a un resultado, donde dos o más partes están en diferendo? Esto debemos mirarlo desde los conflictos o desde la negociación que se debería producir en la relación de pareja, pasando por las relaciones familiares, laborales, sociales, económicas, políticas, etc.

¿En dónde o en qué parte de nuestras vidas negociamos? En casi ninguna. Y en la vida de hoy y del siglo en que vivimos, ¿Es importante saber negociar? Es trascendental. Por eso en lo inmediato, la escuela debiera implementar, en todos los niveles, la negociación como una competencia clave para desarrollar. Y en nuestras casas, empezar por escuchar al otro u otra, ejerciendo la empatía como una herramienta básica para entender o intentar ver la naturaleza de nuestros conflictos. Y en el mundo laboral, legitimar y consolidar la negociación colectiva y en la sociedad saber escuchar “a las mayorías”, a los ciudadanos, y llegar a acuerdos, y por sobretodo cumplir con lo acordado.

Por último, “antes de irme a comerciales” quiero dejar algunas interrogantes: ¿Estaremos en condiciones de llevar a cabo una gran reforma educacional si en nuestra matriz cultural y social no sabemos negociar? ¿Estaremos dispuestos a discutir los fines de la educación? ¿Podremos re-conceptualizar la calidad de la educación más allá de la cantidad de contenidos? ¿Seguiremos midiendo o “estirando la memoria de corto alcance” con las pruebas nacionales?

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Foto: United Nations Photo / Licencia CC

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