Chile, un país homogéneo, silencioso, de miradas ocultas, de pocos colores. Un país en donde son raras las ocasiones en las que podemos disfrutar de un triunfo, de momentos de real relajo o ver una sonrisa en tu vecino.
Un país en donde la competencia, y el arribismo se han transformado en los motores que impulsan la vida, desde que se ingresa al sistema escolar hasta que aterrizas en el laboral. Por momentos puede parecer que es algo normal, que es cotidiano, que nada podemos hacer para cambiar esta inercia. Un país en donde la indolencia por los conciudadanos en situación de calle ya no nos cala el alma. En donde se justifica y hasta es correcto, que mueran haitianos por las bajas temperaturas. Una nación que festina con el brutal ataque a una mujer en donde le quitan la visión o matan a palos a un perro que solo dormía en una galería. DORMÍA EN UNA GALERÍA.
Personas en esta nación, que dicen sentirse orgullosos de las cifras económicas, que pretenden adoptar una cierta superioridad racial, de género incluso económica respecto de sus compatriotas. Un país que necesita rehabilitación. Chile es pues, un país de estresaditos.
El momento culmine de lo descrito anteriormente fue sin duda lo ocurrido hace unas semanas en el metro Tobalaba, en donde una turba pretendió linchar a un guardia en el contexto de un confuso hecho que involucró a un menor. Con ello pensé ¿qué nos pasa? ¿por qué esta neurosis? Y más claro no podía ser: chivos expiatorios.
Cada semana luego de ese evento, hemos presenciado una serie de situaciones de diversa índole en donde lo único en común es que cada uno de estos es una válvula de escape. De escape a la injusticia, a la miseria, a la rabia, pero también a la frustración, la impotencia y al desgano vital. Ya no hay fuerzas para moverse. Pareciera que las marchas, protestas, las causas que deberían alentarnos, las hacen otros. Son problemas de otros. Problemas y preocupaciones que resolverá el Chile del futuro. Da la impresión que dejamos de ser protagonistas y nos transformamos en meros espectadores de nuestros destinos.
Solo recuerdo un momento en estos últimos años en el que todos nos movilizamos porque entendimos que si no lo hacíamos nadie más lo haría por nosotros: movilización contra las AFP. Pero ahí quedó. Nuevamente le delegamos la responsabilidad a los dirigentes del movimiento y nos estancamos a esperar que nos convoquen. Y mientras tanto, seguimos estresaditos. Seguimos denostando al hermano haitiano, seguimos maltratando menores, seguimos indolentes con los animales, ciegos con el medioambiente, y totalmente ignorantes respecto de los candidatos.
"Seguimos denostando al hermano haitiano, seguimos maltratando menores, seguimos indolentes con los animales, ciegos con el medioambiente, y totalmente ignorantes respecto de los candidatos."
Este país de estresaditos tiene su máxima cumbre en twitter. Es prácticamente un reino de tipo monárquico, incluso con tintes absolutistas. Semanalmente se destripan virtualmente las opiniones. Y digo opiniones porque se carece de argumentos. Falta empatía en la discusión y lo único que importa es ganar. Ganar la discusión como sea. Imponer sin escuchar, sin dialogar. En un país de estresaditos, esto es ley.
A Chile le falta un descanso de sí mismo. Nos falta, al menos durante 5 minutos, descansar de cada una de las presiones sociales que nos imponemos. Entender que una nación se construye con el apoyo de todos. Que un viaje en metro de 2 horas puede ser ameno, que un «lo siento, efectivamente tienes la razón», no es el fin del mundo. Abrir nuestra sensibilidad por el dolor ajeno.
Abrirnos, crear, reconocernos y recuperarnos.
Chile, país de estresaditos podría solo ser en un tiempo más, una mera columna en esta plataforma y no una realidad.
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Juan Gatica
Emocionantemente cierto…!
Blasco Ramírez F.
Al respecto recomiendo leer a Erich Fromm, «The Sane Society»; en castellano creo que es «Psicoanálisis de la sociedad contemporánea».
henrriettesolis
GENIAL! GRACIAS!
Fernando
A ver cuántos estresados regionalistas caerán por acá.