Veinte meses más. Entre plebiscitos, elecciones y asambleas

La actual administración de Chile Vamos “liderado” por presidente Piñera, cual “Titanic” desde fines de 2019, en la seguidilla de errores no forzados en lo que se ha convertido su administración, en las que se ha visto la baja calidad de las decisiones políticas, sino derechamente la inacción de gobierno, comprendido como la falta de política pública, por error, o decisiones deliberadas de no actuar, por cuestiones de bloqueos políticos. (Pallares, 1988:143).

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¿Por qué se actúa contrariamente a las peticiones de la ciudadanía organizada? (…) la masificación al acceso de la información ha dejado fuera de juego al Gobierno frente a la ciudadanía, además del despertar de una generación que carece del temor reverencial a la autoridad y al orden impuesto

Esta introducción, persigue cuestionar en su entera y severa dimensión ¿por qué el gobierno y las autoridades políticas no logran articularse como intérpretes de las demandas de la Sociedad Civil?

Definitivamente, conectarse con las demandas de una ciudadanía diversa en las aspiraciones no les es natural o fácil, pero no así en lo que a intereses compartidos se trata; pues existen clases sociales tan disímiles debido a la fuerte desigualdad de ingresos y oportunidades, que para las actuales autoridades en el ejecutivo cuando dicen representar el sentir de las demandas civiles, lo hacen mirando desde ese palco que la desigualdad social, económica y política les ha brindado.

Mientras que, por el lado del Gobierno se estableció como mantra decir la palabra “no” desde que asumió Piñera, se debe agregar la falta de percepción de desconexión con las demandas ciudadanas, lo cual es preocupante. Son pocas las voces que han logrado identificar el problema que presenta su sector y su gobierno, dos de ellos, Bellolio y Desbordes, han entrado al gabinete para tratar de finalizar el período como algo distinto a “el gobierno que sumió a Chile en crisis”.

La administración de Piñera se ha opuesto a, sino toda las propuestas o proyectos de ley populares o de mayor demanda por la ciudadanía, a las más simbólicas para la superación de las diferentes crisis a las que está enfrentándose. Simbólicamente y en los hechos, han llegado tarde a todos los acuerdos políticos, tanto en noviembre de 2019 como ahora el pasado 24 de julio, cuando de forma privada; cual Napoleón alejándose de Moscú, el presidente de la República promulga la ley que autoriza el retiro excepcional del 10 % de los ahorros administrados por las AFPs.

Las propuestas que plantean en el Gobierno y que son respaldadas por los partidos de la coalición que le apoya, Chile Vamos, no logran articular apoyos dentro de una mayoría sólida entre la ciudadanía. Debido a esto y otras variables, el sistema político se ha vuelto centrífugo, comenzando una creciente polarización de los discursos de diversas comunidades dentro de la Sociedad Civil chilena.

Como puede notarse la parálisis del Gobierno es por la desconfianza y enfrentamiento con el Congreso Nacional, por una muy parcializada comprensión y procesamiento de las demandas ciudadanas, así como la falta de manejo político y de improvisación permanente, debido a falta de comprensión más amplia de las demandas, más allá de los empresarios. Por tanto, surge la pregunta: Si se tienen los medios y herramientas para saber cuáles son las principales demandas desde la sociedad civil, ¿por qué se actúa contrariamente a las peticiones de la ciudadanía organizada?

Es difícil de responder en tan pocas líneas, sin embargo, se puede sostener que las autoridades políticas de turno, se han encontrado en contraposición de la ciudadanía en último tiempo, entre otras causas, porque la masificación al acceso de la información ha dejado fuera de juego al Gobierno frente a la ciudadanía, además del despertar de una generación que carece del temor reverencial a la autoridad y al orden impuesto, a diferencia de las generaciones predecesoras. Restan poco menos de 20 meses a su mandato, con una polarización al alza que pueda terminar con graves enfrentamientos entre un gobierno paralizado y vocación autoritaria, y una sociedad civil impulsada por una generación sin miedo. Eso ya lo vimos en la Araucanía por estos días.

La escalada de violencia podría empeorar. Vienen elecciones cruciales, el plebiscito de entrada a una nueva redacción de una Constitución, las elecciones generales (presidenciales y legislativas) y el plebiscito de aprobación o rechazo de la nueva Carta Magna, por tanto, quienes tienen mucho que perder están interesadísimos en que estas elecciones no se celebren o al menos no cómoda y republicanamente.

Lo anterior pasa en el Chile neoliberal. Por eso, el llamado es para que este 25 de octubre todos los ciudadanos manifiesten su voluntad, y lo hagan para terminar con el Chile exclusivo y excluyente. ¡A terminar con el Chile neoliberal!