Algunos dicen que Mario Vargas Llosa vino a Chile a un seminario sobre el populismo. Otros, entre los que me encuentro, saben que la visita del premio Nobel de Literatura es otra manera de darle legitimidad al relato de una derecha que intenta, por todos los medios posibles, seguir contándonos que lo suyo no es una ideología, sino que defienden la realidad; lo que funciona.
Para hacerlo, el escritor es el más indicado. Su pasado de militante comunista, y su posterior conversión al liberalismo, es la credencial para reafirmarnos el supuesto fracaso de la izquierda en el mundo, pero sobre todo para ratificarse a él mismo como un demócrata. Total, como repite, está en contra de todos los autoritarismos.
Es el personaje perfecto. Es el hombre democrático y liberal que viene a vestir a nuestra derecha con ropas más amables, más cultas y menos “cavernarias”. Su presencia busca darle a Sebastián Piñera toques más internacionales, como también más letrados y conectados con un mundo moderno y globalizado. Es decir, como buen novelista, viene a relatarnos cosas que no son.
¿Fue útil para Piñera la visita de su supuesto amiguito escritor? Claramente que sí. Pero no sólo por el premio que recibió de parte de él y por los apretones de mano que se dieron en cámaras. También lo fue porque hizo creer que en la derecha hay distintos pareceres, que se preguntan cosas y hasta quieren cambiar. Cosa que no es tal, pero que sirve bastante para el clima electoral.
Pero ese no es sólo el problema. Tal vez lo realmente complicado es que muchos en la izquierda se quedan atentos a lo que hacen o dejan de hacer el escritor y el ex presidente. Se quedan esperando a que Vargas Llosa desenmascare a los integrantes de Chile Vamos al decirles que no son liberales, y que muchos, por el contrario, siguen siendo la vieja derecha pinochetista.
¿Por qué nos importa tanto? ¿Por qué debería relevante para el progresismo nacional si Piñera es o no liberal? ¿No es acaso el triunfo del ex Mandatario hacer que hablemos de los dichos de Vargas Llosa más que de otra cosa? Me parece que sí, que se logró el objetivo al poner ideas falsas como la existencia de “otra derecha” y así evitar respondernos que la esencia misma de dicho sector consiste en no cambiar nada. Porque esa es su gran meta. Ya que mientras nada se mueve, más seguros están. Y eso el autor peruano lo sabe perfectamente al venir a decirnos que estamos bien como estamos, y por ende, según afirma, para seguir dejando todo como ya lo conocemos, lo mejor es elegir al líder de esa que dice ser la nueva derecha, aunque siga siendo la misma.
Es más, al hablar a favor del aborto, Vargas Llosa no puso un debate al interior de la ex Alianza. Hizo como si lo pusiera, simuló como si realmente algún día saldrían de su comodidad ideológica para preguntarse sobre las mujeres pobres que no pueden decidir sobre su vida. Pero, ¿qué cambio real pueden ocasionar sus sensatas palabras al respecto si cuando termine su visita la campaña seguirá tal cual? Ninguno. Porque esa no era su real misión, sino lograr que, después de todo, no nos preguntáramos acerca del verdadero rol de los impulsores del neoliberalismo en Chile, porque así podríamos llegar a entender que no debe importarnos si es que son mejores o peores que antes, sino que debemos ganarles en la batalla de las ideas.
Pero eso no se entiende. O mejor dicho, en la izquierda aún no logran entender al adversario. Quieren, en cambio, una idealización que los satisface en lo más íntimo, antes que preocuparse por elaborar una estrategia inteligente para aprovechar esas debilidades. ¿Y eso por qué pasa? Porque pareciera que esta elección no se quiere ganar, sino que se prefiere, cómodamente, ser comentarista de lo que pasa en el oficialismo mental. Es menos riesgoso y nos sirve para quedarnos en nuestro rol de censores morales, sin pasar a la acción.
¿Fue útil para Piñera la visita de su supuesto amiguito escritor? Claramente que sí. Pero no sólo por el premio que recibió de parte de él y por los apretones de mano que se dieron en cámaras. También lo fue porque hizo creer que en la derecha hay distintos pareceres, que se preguntan cosas y hasta quieren cambiar. Cosa que no es tal, pero que sirve bastante para el clima electoral.
Comentarios
29 de septiembre
Qué columna más especulativa, sesgada y curiosamente cavernaria. El problema no son los partidos tradicionales, es la forma tradicional de hablar de política, eso es realmente lo cavernario. Acá sólo hay postverdad y veneno, no hay nada más que especulación. Este tipo de especulación nacida desde los cuerpos políticos partidistas ha sido la que ha dañado la vida pública del chileno y chilena. Es un defecto que los partidos «nuevos» o movimientos políticos nuevos no han saneado, sino que todo lo contrario, el sesgo político, la falacia, la burla, la especulación y postverdad se ha tomado las discusiones y esta polarizando a la gente, al mismo tiempo que reduce los análisis y la verdad finalmente se pierde.
Si ya de por sí, una ideología es una reducción del mundo, hoy se agravia con tanta basura justificada, con buen interlineado y frases en negritas.
Una decepción, le tenía más fe a la página.
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29 de septiembre
Ua frase perfecta: «En la izquierda aún no logran entender al adversario». Obvio, por ejemplo en la derecha sí hay varias posturas valóricas y cualquiera se puede dar cuenta facilmente que es así, ¿porque tan obsesivo en un enemigo tan estereotipado? ¿Se ha preguntado a si mismo porque un intelectual de la izquierda cambia su postura? hay muchos de ellos. ¿Porque en lugar de averiguar que los hizo cambiar prefiere esta pataleta? ¿Asi va a entender a su adversario?
Es usted el que rehusa entender a su adversario, quizá intuyebdo que dejará de serlo cuando lo entienda.
Saludos cordiales
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