En mi país la élite que controla los grandes órganos es la clase más adinerada. Tiene en sus bolsillos a gran parte del espectro político, judicial y medios de comunicación más masivos. Instala políticos que devolvieron sus favores en los directorios más jugosos, contrata a los periodistas que no los sacan de las sombras y hace un feroz lobby cuando corre el riesgo de ser sancionada o modificada, lo que les permite imponer su agenda con facilidad, instalar sus candidatos en sus propios medios, así como también, los temas a conversar y los anhelos que el resto de la población debe tener.
Esta clase no va a la cárcel, puede coludirse sin sufrir mayores percances, protege y encubre a las FFAA para tener un buen escudo en caso de tener que aplicar la violencia. La podemos encontrar interviniendo el ecosistema de la manera más desconsiderada y en ocasiones, de la más perversa posible. Así también, es posible que las veamos haciendo caridad, recordando a todo el país que se depende exclusivamente de su voluntad y “parafilantropía”, de manera que la población se le olvide o se distraiga de sus otras “donaciones”.Se mostrarán con frecuencia en los medios para entregar una cantidad X de insumos en una crisis sanitaria y serán los primeros en negociar con el gobierno de turno para que éste distribuya sus productos y utilice su logística
Los veremos aparecer junto a autoridades de gobierno tal y como si fueran parte del gabinete. Los podremos observar en tiempos de crisis escupiendo frases que tardan un par de días en envejecer de mala manera, porque en su soberbia han creado un abismo espeluznante entre ellos y el resto de sus compatriotas. Se mostrarán con frecuencia en los medios para entregar una cantidad X de insumos en una crisis sanitaria y serán los primeros en negociar con el gobierno de turno para que éste distribuya sus productos y utilice su logística, en un claro acto humanitario insuficiente y con mayor énfasis propagandístico.
En mi país la clase más adinerada se ha encargado de estrujar al resto de la gente y sus entornos hasta el límite con extremo desdén, trabaja esmeradamente para que nada cambie, dinamitando la legitimidad de casi la totalidad de las instituciones. Se ha olvidado de quiénes cargan con bencina sus autos, quienes riegan y mantienen sus parques, de quiénes les cocinan y trasladan su comida a casa. En palabras de Helen, vecina de La Pintana: “nosotros somos los que limpiamos sus casas, cuidamos a los hijos de los que tienen más y levantamos las empresas”, frase que recuerda una mencionada en la famosa película Fight Club: “We cook your meals, we haul your trash, we connect your calls, we drive your ambulances, we guard you while you sleep. Do not fuck with us” (Nosotros cocinamos tus comidas, recogemos tu basura, conectamos tus llamadas, conducimos tus ambulancias, te cuidamos mientras duermes, No Jodas Con Nosotros).
En mi país hacer una crítica a la clase más adinerada es ser resentido o envidioso, y hay que mirar para otro lado cuando se conocen sus vicios, pero al igual que Helen, ya me harté.
Por: Daniel Duarte
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