Durante los últimos treinta años, el miedo ha sido el factor principal en la política chilena. La democracia alcanzada en los albores de la década de los noventa se dio bajo un manto de temor. Hoy, una vez más, vemos cómo la centro izquierda, una y otra vez, retrocede miedosa, incapaz de defenderse ante los ataques de la centro y ultra-derecha que impide cambiar la constitución.
Después de 30 años, el miedo sigue siendo un factor clave en la discusión sobre los cambios y la nueva constitución. Como en el pasado, la presión del movimiento social y de los trabajadores ha llevado a la necesidad de realizar cambios profundos.
En el pasado la dictadura no estaba dispuesta a abrir espacios políticos mientras su modelo económico fuese amenazado. Estaba atemorizada ante el movimiento social que la presionaba a negociar. Temían que la Concertación de Partidos por la Democracia no pudiera controlar ese movimiento por el cambio. La Concertación temía lo mismo, puesto que los temas por el cambio del rumbo económico no fueron tocados. Este hecho, más temprano que tarde se convertiría en un problema de envergadura para el nuevo gobierno. Así, del miedo, nació la democracia en la medida de lo posible, que nunca en su larga transición logro alcanzar niveles de democracia existente en 1973.
Para evitarse problemas con el movimiento social, el nuevo gobierno en la madrugada de la transición democrática incorporó los dirigentes sociales al aparato del estado, descabezando al movimiento social de su dirigencia natural, para luego ahogar económicamente los periódicos y diarios que educaron y acompañaron al movimiento social y de trabajadores durante la lucha contra la dictadura.
Por miedo, los gobiernos de la Concertación nunca democratizaron la economía, ni liberaron a los trabajadores de las esposas del plan laboral para constituir a partir de allí un poder de apoyo a los cambios. Por miedo, nunca cuestionó el neoliberalismo económico, por el contrario le abrazó como propio.
Como resultado de esas decisiones, la centro izquierda siempre estuvo y está en desventaja con respecto a la derecha. La derecha a contado siempre con un poderoso bastión de apoyo en el empresariado y gremios patronales, que usó para chantajear los gobiernos de la Concertación y hoy del Frente Amplio, para no procesar cambios profundo. Ante esto, desgraciadamente, la centro izquierda siempre ha doblado las rodillas. Por eso hoy miran hacia atrás y no encuentran nada en qué apoyarse; están solos.
Después de 30 años, el miedo sigue siendo un factor clave en la discusión sobre los cambios y la nueva constitución. Como en el pasado, la presión del movimiento social y de los trabajadores ha llevado a la necesidad de realizar cambios profundos. El levantamiento del 19 de Octubre en 2019 llenó de espanto al empresariado y la clase política toda, que no sabía cómo responder al movimiento.
Esta lucha se materializó en una Convención de hombres y mujeres elegidos democráticamente para escribir una nueva constitución para Chile. El resultado fue un proyecto de Constitución, la más democrática que alguna vez se haya presentado al pueblo de Chile. No solo por cómo y por quienes fue elaborada, sino también por su contenido. Si bien no se trataba de un documento revolucionario, ni cerca, sí fue la propuesta más progresiva en mas de 30 años.
Pero, una vez más afloró el miedo a los cambios económicos, ya no solo de la derecha, sino también, de una parte de la centro izquierda que se apego a lo mas recalcitrante de la ultra derecha.¿A qué temían esta vez aparte del movimiento ciudadano? Al capitulo II del proyecto de Constitución presentado. A la liberación de los trabajadores para crear sindicatos, a la negociación colectiva y a la huelga. De haberse aprobado este proyecto, por primera vez en 50 años, los trabajadores volverían a ser un contrapeso al poder empresarial, permitiendo así, avanzar en concreto hacia el fin de la desigualdad. Todos los demás escándalos, mentiras y odio alrededor de la propuesta, fueron para ocultar lo que verdaderamente les importaba. La derecha nunca se refirió al tema sindical, de haberlo hecho, pondría en la mesa esta importante discusión. Pero para ser sinceros, la centro izquierda tampoco.
La derrota del 4 de septiembre terminó con el sueño de democratizar la economía. Los patrones seguirán siendo la única voz en temas económicos, salariales y de ventajas sociales y los trabajadores seguirán sin voz acatando sin defensa.
En la derrota del 4 de septiembre, el gobierno de Boric y la centro izquierda fracasaron en defender el trabajo de los convencionales y el proceso hacia el plebiscito de salida. Al contrario crearon confusión mostrando una increíble inocencia política. El miedo estuvo presente en sus esfuerzos por resistir y repeler el engaño y la animadversión de la centro y ultra-derecha. La insana necesidad de mantenerse políticamente correctos y estar por más de 30 años demostrando a los sectores anti-democráticos que son democráticos a llevado a múltiples derrotas. Así una vez más tendremos una democracia engendrada por el miedo y vacía de contenidos importantes para el pueblo.
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