En esta segunda temporada, el Presidente Piñera ha dado el tono mucho más que su elenco ministerial. Desde algunas jugadas simples pero efectivas comunicacionalmente, como la Ley de imprescriptibilidad para los delitos sexuales contra menores hasta el sencillo retiro de las “vallas papales” alrededor de La Moneda, pasando por el cuasi término de las Piñericosas, el Presidente se ha mostrado más imbuido de su rol y evita figurar sobre todo tema, le corresponda o no, como si lo hacía en su primer periodo. Menos exposición, apariciones más precisas y efectivas, el manejo se ha mostrado positivo.
Lo que no se esperaba es que fuesen los ministros (algunos obviamente), los que ocuparan el espacio de los errores no forzados, entregando en bandeja a una desarticulada oposición la posibilidad de articular un discurso fiscalizador, logrando llenar un vacío de ideas o propuestas porque simplemente nos las había. No existe ni siquiera un liderazgo en el sector, que hoy puede empezar a armarse desde esa postura.El Gobierno ha perdido el control de la Agenda y extrañamente su demora en retomarlo le está golpeando bajo su línea de flotación
El Gobierno ha perdido el control de la Agenda y extrañamente su demora en retomarlo le está golpeando bajo su línea de flotación, basada en la eficiencia y la gestión. Es difícil liderar un discurso de austeridad y responsabilidad fiscal como ejes centrales, dado el tremendo error del Ministro que debe encabezarlo, quien logró que el conflicto creciera y se convirtiera en un incendio mayor.
Cuando muchos veían ya con preocupación la fragilidad de una oposición que es sólo una denominación para agrupar actores unidos únicamente por ello, por ser opositores al Gobierno, con partidos tradicionales desintegrándose o en proceso de descomposición o al menos de una enorme pérdida de fuerzas, cae este regalo, este ramillete de errores que le entrega un sentido para articular un discurso.
Claro que es pobre como gestión opositora, pero ayuda a ir superando el duelo por la pérdida del poder. Y ayudará también a entregar horizontes comunes a fuerzas que a pesar de estar relativamente cercanas ideológicamente, se vienen dando con todo desde antes de las elecciones. Nada mejor que un adversario común, claramente identificado, para limar asperezas y buscar fórmulas de encuentro.
Lo que no está claro, es de donde vendrá el liderazgo necesario. ¿Será desde los viejos estandartes o figuras emergentes? ¿Cómo se re ordenará el naipe opositor?
Nuevos Tiempos
La consigna Tiempos Mejores utilizada en la reciente campaña de Sebastián Piñera deberá enfrentar más bien estos nuevos tiempos, caracterizados por el acceso a la información y la capacidad de opinión que entregan las Redes Sociales. Con todos sus problemas (como las Fake News), entregan a la ciudadanía una cercanía a la autoridad nunca antes vista. Una cercanía que puede ser positiva o negativa pero que obligar a aprender a jugar con las nuevas reglas sin morir en el intento.
Pero detrás de estas nuevas herramientas, los cambios están ocurriendo en las personas desde lo generacional. Hay nuevos temas, hay nuevas formas de relacionarse con los otros y la autoridad. La fuerza que está cobrando el feminismo es un ejemplo de ello: jóvenes impulsando a sus mayores a no callar.
Comentarios