Por ahora tenemos un sistema que nos amarra de pies y manos. Los cambios no ocurrirán bajo la vía institucional actual. Nuestra democracia se encuentra en mal estado, puesto que no permite la expresión real de las y los ciudadanos en el sistema político.
Hace unos días participé de una conversación muy grata con algunos compañeros y amigos del PPD. La discusión estaba centrada en discutir si nuestro país está en una crisis institucional que amerite forzosamente un cambio en las reglas del juego, en palabras de uno de los tertulianos, un nuevo contrato social en nuestro país. En resumen una nueva constitución.
Camilo Escalona, presidente del Senado y alto dirigente político de la Concertación plantea que el país no vive dicha crisis y que por lo tanto plantear el debate es una discusión infértil, pues pone en la discusión colectiva expectativas inalcanzables, que además pasarán la cuenta en caso de no cumplirse.
En política, las evaluaciones siempre son diversas. Las más duras, que usualmente vienen de la experiencia y el abuso de las encuestas, nos llevan a pensar que en un escenario complejo en términos parlamentarios, que implica que a pesar de ganar el gobierno, no hay mayoría parlamentaria y los cambios se vuelven más lentos de lo que la gente espera. Es en ese escenario donde creo que se pone el senador Escalona. No existe una fuerza social lo suficientemente poderosa como para empujar las ideas de los sectores más progresistas.
¿Pero es necesario cambiar la constitución para resolver los problemas de Chile? La respuesta es sí. Algunos creemos firmemente que el camino de las transformaciones profundas de nuestro país pasa por construir nuevamente un marco institucional que garantice el derecho a la salud, la educación, el medio ambiente, la seguridad social, la energía, los recursos naturales y el cambio del modelo neoliberal. Todo eso requiere nuevas reglas. El punto de discusión es si estamos lo suficientemente conscientes de que los problemas de nuestro país se resuelven a través del cambio constitucional.
¿Estaremos en crisis? Muchos dirán que con un país con indicadores económicos tan favorables, esto no es así, tal crisis no existe y que las movilizaciones estudiantiles o incluso las ambientales son sólo un episodio en toda la serie.
Si recordamos la historia chilena, cada cierto tiempo nuestro país entra en conflicto y tal vez si lo revisamos con esa perspectiva histórica y sociológica el país requiere de un proceso largo para que el círculo esté completo. Por ahora tenemos un sistema que nos amarra de pies y manos. Los cambios – como mencionaba otro buen amigo – no ocurrirán bajo la vía institucional actual. Nuestra democracia se encuentra en mal estado, puesto que no permite la expresión real de las y los ciudadanos en el sistema político.
¿Y qué camino nos queda? A mi juicio el camino sigue siendo por un lado fortalecer a los movimientos sociales, porque son la base de cualquier cambio en Chile. En segundo lugar, los sectores progresistas deben articular mecanismos que permitan construir un nuevo sistema. De alguna forma esto avanza hacia allá, pero la pregunta final es ¿cuánto pasará hasta que vuelva otra crisis que transforme nuestro país?
—-
Foto: José María Moreno / Licencia CC
Comentarios