Hace unos meses mi hermano me regaló un libro llamado Homo Deus, del autor Yoval Noha Hararis. En su libro plantea, entre muchas otras cosas, que hoy es más probable que el mundo enfrente una crisis de salud pública o un ataque cibernético que una guerra. Y tal parece que tenía razón.
El coronavirus comenzó incipientemente en China, pero rápidamente alcanzó una escala exponencial que hoy tiene al mundo en jaque. La Organización Mundial de la Salud y los Estados se encuentran tomando medidas que parecen apocalípticas, sacadas de una película de ciencia ficción, pero no es así, es la realidad pura y dura que estamos enfrentando los seres humanos de hoy. Todas estas cuestiones que a nuestra generación le parecen más propias de la historia pasada o de ficciones del futuro las estamos viviendo nosotros, ahora.Es urgente que los sistemas actúen rápido. Tanto los sanitarios para detener la curva exponencial de contagio vía aislamiento social, y medidas económicas que brinden un cinturón de seguridad para aquellas familias más vulnerables y clase media
Lo que sabemos de quienes llevan décadas estudiando estos asuntos epidemiológicos, es que mientras más y mejor atenuamos la curva de contagio, más rápido saldremos de ella. Es probable también que haya un cura para el coronavirus y éste se convierta en otro episodio de la historia que será recordado en los libros y artículos. Sin embargo, hay dos cosas que me parecen claves como proceso de aprendizaje para nuestros sistemas locales (por locales me refiero a Chile).
El primero es que hoy es el coronavirus, pero mañana puede ser otra cosa, otro virus, una bacteria, y por lo tanto el aprendizaje social que implica este proceso es muy valioso, es por lo que debemos salir airosos y no fracasar rotundamente. Los sistemas deberán revisar sus estructuras para enfrentar estas crisis y allí vamos a lo segundo.
En segundo lugar, debemos adaptar nuestros sistemas sociales, políticos y económicos para lograr prevenir globalmente estos problemas, que podría ser más frecuentes. Los gobiernos deben tener un sistema permanente de expertos que evalúen estos problemas, los registren y propongan medidas preventivas.
Ahora, las consecuencias humanas serán muy serias y lamentables. Las muertes, el aislamiento y el miedo colectivo se apoderan de las ciudades. Hay quienes aún no comprenden la importancia de esto, lo harán cuando toque su puerta, y es muy probable que así sea. ¿cuál será el aprendizaje colectivo? Aún lo desconocemos y lo tendremos que vivenciar más adelante.
La economía por su parte está completamente relacionada. Las caídas en la demanda interna y externa en los países provocarán fuertes contracciones. Pero en materias económicas el mundo ya tiene más experiencia. Nuevamente el Estado cobra relevancia, pese a tener tantos problemas de legitimidad, ya que sólo una iniciativa económica activa de los Estados logrará contrarrestar los problemas económicos que sufriremos la gran mayoría producto del coronavirus. Chile no puede seguir siendo un país que vive de vende productos sin valor agregado, y con una dependencia gigante sobre las volatilidades del mercado internacional.
Chile vive en paralelo un estallido social que nos tiene repensando el tipo y modelo de sociedad que queremos, y los problemas del coronavirus pueden ser una oportunidad para conocer de verdad lo que significa un Estado sin capacidad de responder a los problemas del siglo XXI. Es urgente que los sistemas actúen rápido. Tanto los sanitarios para detener la curva exponencial de contagio vía aislamiento social, y medidas económicas que brinden un cinturón de seguridad para aquellas familias más vulnerables y clase media que son las que sin duda resentirán los problemas económicos que trae aparejada la enfermedad.
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