La cercanía de los comicios municipales permite dimensionar una serie de temas de interés local, siendo una oportunidad para evaluar la calidad de vida de nuestro entorno más cercano. En efecto, el valor de este proceso electoral es que las autoridades locales son electas en forma directa por la ciudadanía, lo que trae implícito un apoyo a las políticas públicas de desarrollo comunal de las candidaturas electas.
Los ciudadanos tienen la opción de participar e influir en la toma de decisión local, y de esta forma incidir en el desarrollo futuro de su comunidad. Ese es el valor de este tipo de elección, y por ello, a pesar de las visiones pesimistas, los niveles de participación electoral serán superiores a los esperados.
Una de las correlaciones necesarias de realizar por parte del electorado es que las políticas públicas comunales impulsadas por los ediles deben estar alineadas con los intereses reales y concretos de la población afecta al impacto de las mismas. Un ejemplo explícito de ello es invertir en el sistema de educación municipal tiene un efecto directo en la población. Por lo tanto, la población local ve como beneficioso el apoyo a una candidatura que propone esta y otras políticas públicas que favorecen a los mismos habitantes de la comuna.
Un caso digno de análisis es el de la comuna de Viña del Mar; ciudad con vocación turística principalmente aunque no excluyente. Hace dos décadas atrás, todos los estudios realizados sobre las ciudades de mejor calidad de vida la consideraban en los primeros lugares. De hecho, vivir en Viña del Mar era sinónimo de un alto estándar de calidad de vida, una ciudad que tenía todos los servicios básicos necesarios, con un buen sistema de salud y educación (incluso de nivel superior), con una amplia oferta comercial, cultural y recreativa. Además, con un crecimiento habitacional adecuado, aunque con existencia de campamentos poblacionales de niveles de pobreza dura. Ciudad que presentaba bajos niveles de inseguridad ciudadana, con una óptima conectividad vial interna y de acceso, junto a un valorado sistema de transporte urbano. Finalmente, Viña del Mar era la ciudad más agradable de caminar, con un paisaje urbano hermoseado y armónico con áreas verdes.
Viña, una ciudad ideal para vivir tanto para la tercera edad y para los universitarios, paradojal pero cierto, en los años 90 recorrer esta ciudad dejaba una sana envidia para los santiaguinos que la visitaban los fines de semana, justamente en búsqueda de la paz inexistente en la gran urbe.
¿Qué te pasó Viña del Mar?. El costo de la modernización dirán los defensores a ultranza del mercado, falso señores, lo que sucedió fue que las políticas públicas comunales en los últimos veinte años la condenaron a destruir todas las bondades mencionadas en pos de un crecimiento necesario para mantener las supuestas bondades del turismo.
Los cambios al Plan Regulador Urbano Local conllevaron la posibilidad de las constructoras a levantar torres (20 pisos o más inclusive) en toda la comuna, llevó a que en el presente la ciudad tiene un plan repleto de edificios, que destruyó gran parte de las viviendas de uno y dos pisos, que hizo desaparecer los antejardines, que disminuyó las áreas verdes, que obligó a ampliar las calles para dar cabida al exorbitante aumento poblacional y por ende del parque automotriz; que en otras palabras destruyó buena parte de la calidad de vida de los viñamarinos.
Las actuales elecciones municipales para Viña del Mar son trascendentales para el devenir de la ciudad, quizás más importantes que las futuras elecciones presidenciales.
Viña del Mar necesitaba ampliar su espacio vial, por ello se construyó el tramo del tren bajo superficie, acompañado de estacionamientos subterráneos, sin embargo, eso no bastó dado que el aumento descontrolado de edificios y por ende de la población han originado en la actualidad problemas de congestión urbana diaria, sumado a esto de un deterioro del sistema de transporte urbano.
Viña del Mar, ha perdido el sello que la identificaba como ciudad, esto es su comercio tradicional, de una serie de locales que por décadas fue configurando un ethos de la ciudad, la calle Valparaíso, otrora calle céntrica, emblemática para todos los viñamarinos, ahora devenida en una vía que perdió su identidad, poblada de farmacias, con una alta tasa de robos, y con mucho vendedor ambulante a partir de las 21 horas.
Viña del Mar perdió su identidad de ciudad, hoy día la autoridad está más preocupada de que los turistas tengan acceso a las playas y sobretodo de mantener la chabacanería de festival veraniego que no trae beneficios directos a los habitantes de la ciudad.
Viña del Mar es una comuna que necesita de un cambio radical en sus políticas públicas, un giro en la busca de la calidad de vida de sus habitantes y estas elecciones municipales son la oportunidad de generar este cambio, pues la actual administración municipal demostró no sólo su ineficacia en la gestión pública, sino que además su prioridad fue el crecimiento urbanístico de la ciudad aunque en desmedro de la calidad de vida de población.
Las actuales elecciones municipales para Viña del Mar son trascendentales para el devenir de la ciudad, quizás más importantes que las futuras elecciones presidenciales.
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