Hace unas semanas recibí de mano de su autora, Isabella Castellón, por lo tanto, dediqué tiempo a su lectura, encontrando una serie de elementos que torna a esta novela en atractiva de leer. Cabe señalar que se trata de una autora local, asentada en Las Cruces, autora joven, que hace una década viene publicando sus trabajos literarios. La presente obra data del año 2018 la cual obtuvo un FICSA que permitió su publicación.
La novela, según mi punto de vista, tiene varios niveles de lectura, la primera, la más obvia seguir la historia de amor de Elena, la protagonista, terminando por concluir que se trata de una novela rosa o de amor. El segundo sustrato, más profundo es seguir las claves, señales y hechos que revelan la consistencia del relato, a saber, el contexto social y económico, en particular asociado al mundo rural, donde podemos presenciar las profundas inequidades sociales entre la elite terrateniente y el mundo campesino, donde los peones y chinas son meros instrumentos de las decisiones de los patrones.No solo Elena es una rebelde indómita, sino que la propuesta de la autora es desafiante, ya que muchas de las aberraciones sociales que podían suceder hace un siglo, aún se pueden visibilizar, atenuadas, pero presentes en nuestra sociedad actual
Podemos encontrar a inicios del siglo XX estas contradicciones sociales, referidas en la novela, un ejemplo casi brutal de ello es la situación de Rosita, la mujer que desde joven fue puesta al servicio de cuidar y acompañar a la niña y posterior joven Elena.
La novela se va desarrollando a lo largo del siglo pasado y a través de ella podemos ser testigos como es la persistencia de una elite, decadente, pero poseedora del poder económico, mientras que los demás personajes pertenecientes al bajo pueblo, solo les queda acatar.
El tercer sustrato de esta historia es la ambientación en el litoral costero en general, principalmente en Cartagena, es muy interesante como la narradora nos va llevando a lo largo del siglo XX desde el periodo de opulencia de las mansiones y casonas de la elite que pobló en los inicios del siglo el balneario, mientras va pasando el tiempo, Elena envejece, y Cartagena va empobreciéndose y las antiguas construcciones caen en decadencia. Esta suerte de mirada triste de la arquitectura de Cartagena es posible vivenciarla.
Finalmente, hay un último sustrato, que es la rebeldía feminista de Elena, que ante los avatares del corazón antepone sus sentimientos y lucha para no ser sometida a los convencionalismos machistas de la época. La protagonista sufre muchos reveses, pero su fuerza de voluntad se mantiene incólume.
Que te condene Dios es una novela que atrapa en su lectura, que se puede leer con comodidad, pero que contiene elementos que para sectores muy conservadores pueden ser chocantes, ya que no solo Elena es una rebelde indómita sino que la propuesta de la autora es desafiante, ya que muchas de las aberraciones sociales que podían suceder hace un siglo, aún se pueden visibilizar, atenuadas, pero presentes en nuestra sociedad actual.
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