El Chile actual está caracterizado fundamentalmente por una profunda desconfianza, descrédito y lejanía de la ciudadanía hacia la política. La gente no le cree a las instituciones y organismos “representativos” del sentir popular, como el Congreso y los partidos políticos tradicionales, dícese de aquellos que forman parte de las coaliciones hegemónicas, Concertación y Alianza. Este año está (y seguirá) siendo muy convulsionado en materia política, por las elecciones presidenciales, parlamentarias y de Cores que se disputarán en noviembre. Los bloques gobernantes ya han ido perfilando sus precandidatos/as, la Alianza tiene al menos tres, Piñera con el respaldo de la UDI y RN, Ossandón como independiente y Felipe Kast apoyado por Evopoli; mientras que la Concertación, muy dividida en sus filas, Goic por la DC y Guiller junto a los radicales y los socialistas.
Nadie habla de instaurar el socialismo ni la dictadura del proletariado ni la toma del poder, no, se trata de hacer un país mínimamente digno.
Por fuera, hay varios/as que han manifestado ir a primera vuelta directamente. Están Franco Parisi, José Antonio Kast, Marcel Claude, Nicolás Larraín, Alejandro Navarro, etc. A la par, se está formando el Frente Amplio, que quiere ser una real opción alternativa de gobierno al duopolio político, en el que convergen ya 8 organizaciones, entre ellas, dos partidos políticos formales. En este espacio, las precandidaturas de Beatriz Sánchez con el beneplácito de RD y MA, Alberto Mayol con ND son las que de momento ya son oficiales. Gente sobre todo del mundo juvenil, de las movilizaciones estudiantiles de 2011, fundaciones e organizaciones independientes se han juntado para tratar de ir con una lista parlamentaria y una carta presidencial para disputarle electoralmente el poder a la Concertación y Alianza.
En este panorama muy general y descriptivo, creo que se pueden identificar dos discursos o narrativas socio-políticas que no son necesariamente antagónicas, pero sí distintas. Por un lado, hay un relato que se relaciona con mantener la situación más o menos igual, pero que, las mayores expectativas de vida, generadas por un aumento en las oportunidades de acceso al consumo, producto de la rápida modernización que ha tenido Chile desde los 90, sean reales. Es decir, que la promesa de un mejor bienestar en un sistema de consumo, donde, por ejemplo, el acceso a la educación es mucho más amplio que antes, con todo lo negativo que involucra eso (endeudamientos brutales, mala calidad, lucro, segregación, etc), pero que a fin de cuentas permite que generaciones jóvenes puedan ir a la universidad, CFT o IP y aquello les permita generar un futuro más “promisorio” que el de sus padres y abuelos/as. Esto es, que al menos el modelo imperante y los gobiernos “cumplan”, en términos mercantiles y capitalistas, con estos mayores anhelos de vida que genera el acceso a más recursos.
Por otro lado, hay un discurso reformista con tintes socialdemócrata que pretende más bien intentar dar la batalla no solo en lo electoral, sino en las ideas, en la cultura. Para cambiar la mentalidad del país, para insertar en el modelo ajustes no menores, sino importantes los cuales signifiquen cambios profundos a un modelo socio-político que, pese al enorme desgaste que tiene -dícese de los partidos políticos tradicionales, las coaliciones, la Constitución, la educación, la salud, las pensiones, las instituciones públicas, el trabajo, etc- sigue operando. Funciona mal, pero continúa su camino. Nadie habla de instaurar el socialismo ni la dictadura del proletariado ni la toma del poder, no, se trata de hacer un país mínimamente digno.
La sensación que tengo es que en el grueso de la población chilena impera el primer discurso. Porque si uno quiere asumir los retos del segundo relato, tiene que estar dispuesto/a a un compromiso cívico-político de mutua responsabilidad para aportar en la construcción de un proceso diferente y eso la gente en su mayoría en el país no lo desea. Pienso que la gente quiere más gestión que ideología, más hechos concretos que se demuestren. Digámoslo así, más Realpolitik, se quieren soluciones a los problemas, porque en el imaginario colectivo no solo de Chile, sino que, del mundo, la acción colectiva como herramienta para hacer presión e incidir en la vida se ha visto desplazada por un individualismo exacerbado donde el “sálvense quien pueda” es la filosofía.
Las coaliciones están con su narrativa de cambiar algo para que nada cambie, gatopardismo. Prueba exageradamente evidente es lo que se ha hecho estos últimos casi 27 años, donde la “profesionalización” de la política está instaurada y el modelo de los chicagos boys, estructuralmente, inalterado.
Así, pienso que el Frente Amplio apuesta por el relato socialdemócrata, porque otro discurso no es posible que logre cuajar en la población, si quieren llegar a asumir puestos políticos importantes en las instituciones. O sea, puede que en el ideario de las personas que conforman el FA, me incluyo, tengamos las ganas de superar el neoliberalismo. Pero hay que ver la realidad y hacer un relato lo suficientemente atractivo como para que la gente, principalmente los/as jóvenes vayan a votar en noviembre. Y lo más importante, que el FA haga un trabajo en terreno muy fuerte para que queden raíces, porque la idea post-elecciones es que sigamos juntos/as y no se fragmente.
Comentarios
12 de abril
Señor no se trata de dos narrativas alternativas. se trata que hay una de ellas que sigue el lema «miente miente que algo queda» y al mismo tiempo se hace la que búsca «un país digno». Hay un sector que para sostener utopías vive de la hipocresía y el atropello a otros.
Por ejemplo el país no aceleró modernizaciones el año 90 cuando crecía a un 10%, lo que ha ido en picada y ahora el más optimista piensa que llegaremos al 1,5 %. Vivir con la mentira y la hipocresía no es de país digno señor.
Saludos
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13 de abril
«hay que ver la realidad y hacer un relato lo suficientemente atractivo como para que la gente vote»
Estimado: pareciera que ud. adhiere al FA. Le hago este comentario para indicarle un error que están cometiendo. Los jóvenes usan internet hasta unos 45 años. Son el grupo con más ganas de hacer un cambio. Luego, procurar un Programa de Gobierno de la forma que lo plantea el FA es ineficiente. Bien si lo hace, pero, debiera añadir la creación de un sitio en internet donde discutir ideas sobre ese Programa.
Eso le daría mucha fuerza a lo que hacen y tendría sentido hacerle llegar ideas, porque con el método que utilizarán, se concluye de la misma forma que lo hizo el Proceso Constitucional. El mismo estableció preferencias de la gente en relación a términos y hubo ideas que, al no coincidir con los términos más repetidos, caen a un porcentaje menor que es desechado. Ni siquiera se considera.
Es dicir, una idea puede ser valiosa, pero, rechazada con ese método. Invisivilizada. Al contrario de eso, debiera haber un debate sobre ella. ¿Me comprende?. De esa forma el sistema que genere el Programa podría ser más dinámico y ampliar sus perspectivas por la interacción y sinergia que hubiera en un debate de orden abierto y nacional.
Si le gusta la idea y tiene importancia su opinión para la gente del FA, si quiere les cuenta…
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