Nuevamente escribo en este portal con la convicción que la temática moral que abordé en
mi entrada anterior no se ha resuelto.
Cuando los demás entran en escena, nace la ética, planteaba Umberto Eco en carta a Carlo María Martini. Claramente en esa frase podemos apreciar la distancia sideral que existe entre el actuar aislado y la particular relación que surge cuando ya son dos o más los que comparten un espacio. Y en estos momentos, los que siempre lo hemos compartido nos cuestionamos respecto del actuar de unos y otros en paisajes comunes.
Sin embargo, es necesario remontarse a la construcción filosófica de la moral que hemos llevado adelante durante muchos años. Una moral de dictadura, una de transición, una de silencio.
¿Nos sorprende ahora lo que siempre ha ocurrido? ¿O era necesario que un grupo de estudiantes abriera un debate pendiente? Camila Vallejo y Giorgio Jackson demostraron que el iceberg era bastante más profundo que aquello que a ellos les interesaba. Su llamado a la movilización provoca efectos contundentes en un país, desde la caída de ministros y la demostración de un Presidente con guión propio, hasta el deseo fundamental de nuestra sociedad de sacudirse de aquellos que han hecho de la política una profesión, y no de calidad ciertamente.
¿Crisis de representatividad? Puede ser. Pero lo más probable es que nuestro país espera un nuevo pacto, basado en confianzas y garantías, que hasta ahora no aparecen. El problema de este Estado – más que de este gobierno que ha colaborado en esta lectura – es no poder representar un modelo de desarrollo justo y equitativo para todos. Ese es el gran tema que nadie ha abordado de manera profunda, casi doctrinaria.
Un nuevo Estado representa sentar bases de esta nueva etapa. No siempre los cambios coinciden con el cambio de las autoridades, sino más bien con el límite de la tolerancia de los ciudadanos que cada vez se sienten más desconfiados y afectados por no compartir la senda por la cual va la Patria.
La refundación de un nuevo acuerdo moral implica entender las motivaciones de cada uno y conciliar las naturales colisiones que en esas expectativas puede haber. Pero por lo pronto, solo algunos se sirven y el resto mira, mirando ansiosos porque el día a día los agota, los desangra, los anula.
El nuevo orden ya se hace necesario. No creo en el estatismo ni tampoco en el libertinaje. Creo en la libertad, la equivalencia de las personas y en la igualdad de oportunidades, sin las cuales, no existe ideario posible para una Nación.
Sin embargo, no tenemos referentes morales para pensar esta nueva etapa ciudadana. No los tenemos porque la indiferencia se ha instado en forma bilateral entre representantes y representados, entre pastores y ovejas, entre líderes y seguidores.
La apuesta debe considerar que la sociedad cambió. Con nuevos valores, con cuestionamiento de otros, con realidades que emergen y se demuestran en la competencia de asistencia a las marchas. Cantidad sobre calidad, debate también pendiente.
En fin, muchos seguimos esperando. Probablemente usted que lee estas líneas esté pensando lo mismo, por donde llegará el Mesías que nos convoque a elevar la mirada y entender los tiempos nuevos. Pero el día a día nos hace mantener un paso expectante, esperanzados en un proceso de resiliencia que aún no llega.
"Nos quejamos que los tiempos son malos, cambiemos nosotros, pues nosotros somos el tiempo", dice San Agustín. Será entonces el momento de cambiar la manera de entender nuestro acuerdo social a los ojos de un laico. Es probable, por ende, que ya sea inminente que nuestro propio diálogo se constituya de una buena vez y que no sea una profunda crisis la que lo detone.
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2 Comentarios
jorge1812
¿Por qué esperar un referente moral? ¿Existe eso acaso? ¿Por qué esperar un Mesías, un pastor, un guía; un nuevo déspota, para elevar la mirada, si eso depende de cada uno?
La ética de la libertad y todo lo que de ello surge, depende de una inflexión individual, de una revolución personal en el plano de las ideas, donde lo primero que se debe abandonar es la idea de la necesidad de un guía o la imposición por parte de supuestos líderes iluminados por la gracia o la dialéctica.
Saludos