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La clase política y el silencio cómplice

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La discusión respecto de la necesidad de generar una Asamblea Nacional Constituyente que permita refundar nuestro deseo social al alero de una nueva Constitución Política ciertamente sorprende, pues tenemos lo que podríamos llamar una "democracia en funciones”.
 
Sin embargo, el descontento ciudadano nos da señales que dicha idea es más bien un discurso de quienes se sienten representantes elegidos democráticamente y no de quienes los ha llevado al poder.
 
La proliferación de marchas – válidas o no, a juicio de cada uno – nos hace entender este problema casi sociológico. Este descontento nos hace revisar las causas de aquello. Tenemos democracia, pero no nos sentimos representados; buenos índices económicos, pero sentimos que no nos llega; reconocimiento internacional que poco nos importa; y un funcional modelo de Estado que simplemente no nos acomoda.
 
Veamos las causas. A mi juicio, dos fundamentales y muchas anexas.
 
En primer lugar, la frustración ciudadana por no poder encontrar un espacio de construcción del ideario social deseado. Un modelo binominal que día a día nos asfixia y que permite a una porción mínima definir y decidir el comportamiento de una masa cada vez más educada y exigente.
 
En segundo lugar, una política sin renovación alguna en sus caras e intenciones. Son los mismos, haciendo lo mismo de siempre.
 
Lo primero precisa una reforma constitucional, que permita a minorías sentirse representadas eficiente y eficazmente a la hora de la defensa de sus aspiraciones. La ciudadanía ya no se cree el cuento de la libertad basada en dulces económicos, pues se da cuenta que el anhelado regalo tan solo es saboreado por algunos.
 
Lo segundo comprende un problema no menor. Con un sistema binominal eliminado, existirá la obligación real – pero a todas luces resistida – de la clase política de ceder espacios a otros, que traigan la renovación del pensamiento societario por sobre los egoístas intereses partidistas, por generalizarlo un poco.
 
De acuerdo a Hans Kelsen, el ordenamiento jurídico parte de un intangible, cual es la “idea hipotética fundamental” que un pueblo tiene de sí mismo. Su constitución política teóricamente debiese ser lo tangible de aquello. Pero a todas luces no lo es, por la dinámica que la ciudadanía ha impuesto al debate.
 
Es en ese contexto que nace una reflexión: con una nueva Constitución pero con la misma clase política, las marchas seguirán convergiendo desde la Plaza Italia, pues la base fundamental del modelo es la credibilidad. Y mientras ella no existe, el modelo no funciona.
 
¿Es necesario solicitar al Estado que nos brinde soluciones? ¿Es acaso necesario que la ciudadanía convoque a este necesario – pero inexistente – diálogo entre representantes y representados? ¿Es peligroso jugar con una herramienta de este calibre, pues uno sabe donde comienza, pero no sabe dónde termina?
 
La única opción que nos queda es exigir a la clase política asumir su responsabilidad histórica y aceptar fehacientemente que el error proviene de su propio egoísmo y comodidad. Desde mullidas alfombras y cómodos sillones nunca podrá comprenderse ese silencio cómplice en modificar cuestiones fundamentales en el desarrollo social del Chile de hoy.
 
Si no lo hacen, la historia no sólo los juzgará, sino los castigará con una caída sin precedentes de su validación social.
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solopol

solopol

creo en el sistema parlamentario, no creo en un sistema que eligiendo una sola persona pretende arreglarlo todo, por la misma razon no soy muy partidario de ningun candidato o gobernante, creo que las cosas se hacen conversando, entre personas que se miran de frente. Tampoco soy muy partidario de la democracia por internet, no creo en eso, tendriamos que estar todos pendientes del computador y eso es un absurdo. Para mi la forma ideal de gobierno es la parlamentaria, que los politicos se pongan de acuerdo, compitan, peleen, etc, la unica condicion es que representen a las personas, que no haya parlamentarios que no tengan apoyo ni los conozca nadie, pero creo que con un sistema parlamentario basta y sobra para resolver los problemas del pais, francamente no me gusta interesarme por los problemas politicos, solo me importa que no me afecten, no me gusta verme envuelto en un mar de autoritarismo, negativismo y prepotencia. Una opinion bien personal pero creo que asi deben hacerse las relaciones, desde una perspectiva personal, desde ya gracias por el articulo y la pagina, saludos