Día a día y de forma constante somos alimentados por información. Canales de televisión, radio emisoras e internet funcionan como administradores de la realidad.
Aceptando el paradigma positivista debemos asumir que cada avance en nuestra historia se ha debido a la utilización de éste. La realidad se ha construido en torno a lo que puede responder a lo científico. Y su componente principal ha filtrado inclusive a las ciencias sociales. Cada supuesto, hipótesis o idea para ser creíble debe contener el término “objetividad”, cada análisis de realidad para ser verosímil debe tener al menos una vez la palabra objetividad.La libertad tiene un costo y el pensamiento también. Muchas veces la libertad es más una carga que un privilegio. Siempre se escribe desde el Estado, los grupos económico o el pueblo. Nunca se puede ser objetivo, porque la objetividad en ciencias sociales ¡No Existe!
Este término es explicado por Maturana de la siguiente forma “El observador implícita o explícitamente, asume que la existencia tiene lugar con independencia de lo que él o ella hace”[1] Sacándonos a nosotros mismos de la ecuación logramos ser objetivos.
Cada vez que vemos la realidad de una forma distinta a lo que la superestructura considera funcional somos tratados de personas poco objetivas. La base de esta dialéctica está basada en la deslegitimación de mis argumentos y levanta al observador como dueño de una verdad mesiánica.
Cada vez que este observador habla, su discurso debe ser aceptado ¿Por qué? Porque es una verdad objetiva. Siendo así ¿Qué es la objetividad? Un argumento para obligar.
Exteriorizado mi marco referencial me atrevo a señalar que: el periodismo de hoy es funcional a las superestructuras (Estado, Religión, Grupos económicos). Cada vez más la función fiscalizadora del periodismo o la capacidad de dar a conocer distintos puntos de vista se ha hecho más conducente a lo que la superestructura necesita.
Un ejemplo es tener periodistas trabajando en isapres, asociaciones de fondos de pensiones, proyectos mineros o compañías forestales. Estas empresas hacen su fortuna en base a la clase trabajadora de nuestro país y los recursos naturales patrimonio de todos.
El arma más poderosa y que ha conseguido conquistar más territorio y civilizaciones a nivel mundial es la televisión “Un arma insuperable e irresistible de empobrecimiento intelectual, lavado de cerebro, adoctrinamiento e imposición de un conformismo irreflexivo, empuñada por los que detentan el control de las cámaras de TV contra los espectadores sentados frente a la pantalla de sus televisores”[2]. La versión pública del periodismo funciona en programas como Tolerancia Cero y los noticiarios centrales de cada canal.
En estos programas es dónde más funciona ese personaje que trae una verdad construida objetivamente y se nos presenta como voz autorizada bajo un velo mesiánico. Persona ajena a nuestra día a día, que vive solo del conocimiento. Y que con su discurso construye una realidad.
Frente a lo anterior los integrantes de nuestra sociedad funcionan como niños de pecho. Mientras los noticiarios y programas de análisis de contingencia procesan la información, las personas frente a la pantalla la digieren sin masticarla. Antes de que nosotros pidamos algo está la televisión y los medios, entregándonos lo que necesitamos.
Esto funciona igual que cuando un niño pequeño desea algo y los padres se lo entregan antes de que el enuncie el signo lingüístico. Frente a esta situación la capacidad de lenguaje se atrofia y el niño genera déficit en su capacidad de comunicarse. Algo similar ocurre con nosotros y nuestra capacidad de hacer nuestro propio análisis de la coyuntura de nuestro país.
El exceso de comodidades nos ha convertido en espectadores de una realidad impuesta, una realidad que busca mantenernos cansados a través del trabajo mecánico que no deja tiempo para pensar, a través de un sistema de transporte que consume nuestras horas de descanso y finalmente al llegar a casa nos encontramos con noticieros que hablan de banalidad en su estado bruto. El sistema es inteligente y sabe que su enemigo principal es dar tiempo al sujeto para pensar y para cuestionar la realidad.
La libertad tiene un costo y el pensamiento también. Muchas veces la libertad es más una carga que un privilegio. Siempre se escribe desde el Estado, los grupos económico o el pueblo. Nunca se puede ser objetivo, porque la objetividad en ciencias sociales ¡No Existe! En resumidas cuentas la vida consta de pensar y no creer como verdad absoluta lo que los medios de comunicación nos dicen. “ Esta verdad no es tan verdad primera como parece. La gente llama verdades primeras a aquellas que se descubren después de todas las otras; eso es todo”.[3]
[1] Maturana, Humberto. “La objetividad: Un argumento para obligar”. J.C. Saez Editor. Pág.21
[2] Bauman, Zygmunt. “La sociedad sitiada”. Editorial Fondo de cultura económica. Pág.195
[3] Camus, Albert. “La caída”. Editorial Losada.
Comentarios
19 de enero
He pensado y escrito un par de cosas que sintonizan contigo, creo que «somos» guiados por el mercado a partir de varios instrumentos, hoy el periodismo, es uno de ellos.
Pero la pregunta para mi es otra (totalmente complementaria a tu premisa) ¿nos gusta ser controlados?
Un sujeto pasivo se ajusta a su realidad, incluso la disfruta.
No vota, no cuestiona, no actúa y tampoco propone. Y es feliz.
Puede sonar salido de contexto, pero recuerdas «Matrix», especialmente cuando cypher decía «ignorance is a bliss», me da la idea que hace varios años, esta es la ley.
Tu y yo, y cuantos otros más, somos críticos, preparados, cognocentes y activos en la construcción de nuestra realidad, pero a la hora de la verdad, mayoría manda, y por culpa de los que no votan y los que no piensan como votan, hoy vemos como los que tienen más, secuestran la voz que debería emancipar a los que tienen menos.
Un abrazo
Mr. Anderson
La culpa no es del chancho… Debemos dejar de buscar en el fogata y la sombra, la luz está más allá.
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19 de enero
Responderé a tu pregunta ¿nos gusta ser controlados?
Sí, para la mayoría de los sujetos es más fácil vivir sin asumir la responsabilidad de la libertad. Con esto el sujeto descansa en las leyes, càmaras de vigilancia, adunas y todas las barreras que le aseguren ser controlado.
La realidad, para mí es subjetiva, el escenario dónde se desparraman las distintas realidades es común para todos y la única manera de que estas realidades se toquen es a través del lenguaje .
Saludos.
20 de enero
Síntesis del texto: Agenda-setting + Das man + un toque de existencialismo sartreano.
El primer concepto nace con los mass-media. Los otros dos, en cuanto la filosofía apunta a categorías ontológicas – atemporales -, deben ser considerados como el colchón sobre el que se acuesta nuestra sociedad contemporánea. Si no nos agrada la antropología filosófica se puede echar mano de psicología cognitiva para reafirmar lo obvio que ya ha sido declarado como «ontológico» en filosofía: el lado negativo del gregarismo humano.
Ese lado negativo puede y es explotado por quienes desean el control social. No hay manera de liberarse de eso, excepto… nada. Lo que se sigue de esta nada es simplemente dedicarse a contemplar el espectáculo.
Saludos.
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20 de enero
Antes que el control social, existe libre albeldrío como prisión de nuestras acciones.La forma de escapar a esta prisión es el Azar.
Si hay una opción de desembarazarse del libre albeldrío, quizás podamos hacer algo más que observar el espectaculo o simulacro de realidad.
Saludos.