Es innegable la magnetización de la sociedad chilena. Es más, podemos decir que es magnetización diametral, ya que se aplica a los aros, discos, barras y cilindros. O en el caso de la sociedad, se aplica a la educación, salud, política y vivienda, entre otros temas.
Enmarcados en la posmodernidad vemos reivindicaciones en materia de sexo, edad, género, etnicidad y otros. Nuevas demandas que se han amalgamado a las de los movimientos sociales clásicos. Pero, estos movimientos no están compuestos, en materia de individuos, por todos los chilenos, si no que sólo por una parte de la sociedad chilena.La clase media ha sido a lo largo de la historia en Chile la impulsora de grandes transformaciones en la realidad política, económica, educacional, constitucional y social.
La clase media ha sido a lo largo de la historia en Chile la impulsora de grandes transformaciones en la realidad política, económica, educacional, constitucional y social. También ha sido la más golpeada por estos mismos cambios que impulsa, la ironía de la vida.
¿Por qué la clase media? Me atrevo a decir que ella no está contaminada por las ambiciones oligárquicas de la sociedad y tampoco atrapada en la ignorancia de las clases más bajas. La clase media tiene acceso a la educación, a través del endeudamiento, pero tiene acceso. La clase media tiene asegurado el alimento, aunque lo pague con tarjeta de crédito –insólito- lo tiene asegurado. La clase media tiene acceso a la tecnología, cosa fundamental hoy para tener acceso a puntos de vista críticos de la sociedad y saber cómo avanzan las reformas y conocer los modelos sociales a nivel mundial. La clase media, haciendo una analogía con el psicoanálisis freudiano, tendría la latencia del Ello, o sea sabe que en algún momento fue clase baja. Y, por último, la clase media tiene al menos unos limitados momentos de ocio.
Me detendré en el último factor que nombré, el ocio. Este tiempo o espacio donde el ser humano no hace nada, o sea, no construye, no produce y no piensa de manera funcional. En este espacio la mente del ser humano divaga sobre temas metafísicos, se cuestiona el mismo, cuestiona la sociedad, se pregunta sin necesariamente responderse, Un ejemplo: ¿Por qué no fui futbolista, sería millonario?
Este tiempo es satanizado por la moral cristiana y católica que le entrega a la producción un valor superior, casi adorándola como un becerro dorado. Así hablo Dios “No te inclinarás ante ninguna imagen, ni las honrarás; porque yo soy Yahveh tu Dios, fuerte, celoso, que castigo la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación (…)».
Haciendo una bajada de Marcuse, el ocio como espacio abstracto y especulativo ha sido atacado por la sociedad industrial. En esta sociedad todo es producir, asumiendo el carácter de los tan temidos regímenes totalitarios (fascismo, nacismo, comunismo, etc.). Sistemas que plantean un control del quehacer público del sujeto y buscan controlar la gestión de su espacio privado concreto (familia) y abstracto (pensamiento). Sólo quedamos frente al hombre unidemensional. El ocio nos da tiempo para darnos cuenta que el chancho está mal pelado.
La clase media aún conserva ese breve espacio de tiempo de reflexión dónde puede lograr pensar. “La infelicidad está presentada como una condición impuesta por la providencia para que el género humano progrese hacia un estado mejor”. En definitiva, espantar el spleen popularizado por Baudalaire o la llamada bilis negra por los griegos, hoy conocida como tedio, pero creo que para nuestra clase es lo que llamamos «enchuchamiento» y un interminable ¿hasta cuándo? Seguido de una serie de garabatos.
La clase media necesita y reclama mejoras, la clase media se ha dado cuenta que es el soporte del modelo económico, pero no obtiene los beneficios de él. Bonos y subsidios van para los más desposeídos de nuestra sociedad, mientras tanto, los grandes réditos de la minería, exportación de fruta y del sector comercial van para la oligarquía chilena. La clase media, haciendo una analogía, es como el hijo del medio.
El hijo del medio siempre reclama ser el menos acariciado, del que menos se preocupan, por ende aprenden a ser más independientes y procurarse el bienestar ellos mismos. Debido a lo anterior, quien organiza las marchas, coordinadas y promovidas a través de redes sociales, es el hijo del medio, la clase media.
La salida de este lúgubre juego entre trabajar y tener esos 5 a 10 minutos de ocio para reflexionar es demasiado para la clase media y escapa a través de los programas de televisión que se autodenominan “el estelar del pueblo”, ya que como bien reza la frase: al César lo que es del César y al pueblo pan y circo. Idiotizados por los mass-media, el transantiago, el metro, las excesivas horas de trabajo mecánico, perseguidos por los acreedores y aterrados por el futuro, la clase media más que vivir, sobrevive día a día y se alimenta para ser la fuerza de trabajo de Chile.
La clase media se ha visto atrapada desde un comienzo, no está en la parte baja de la pirámide de Maslow, tampoco en la parte alta. Ahora, si invertimos la pirámide… sorpresa, tampoco está ni arriba ni abajo.
«Los hijos intermedios suelen sentirse ignorados y, por tal motivo, muchos crecen con resentimiento gracias a la atención dada por los padres a los hijos mayores y a los últimos de la familia”. Stacy DeBroff
Comentarios
30 de mayo
Tambien es el mejor mediador entre el hijo grande y el chico, es el mas acomodable y flexible, obviamente es el unico capaz de generar grandes cambios en la familia y lo seguira haciendo.
saludos
+1
30 de mayo
Me niego a pensar en la dialectica del blanco y negro. M eniego a creer que sólo existen dos clases sociales en constante disputa. Las relaciones de los seres Humanos forman castas, clases, habitus y a veces sin necesidad de que el capital opere entre quines la conforman.