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Mas allá de la sequía: Escasez hídrica en los territorios del Maule

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Como corolario de la situación hídrica que vive nuestro país, nueve comunas de la región del Maule fueron declaradas en estado de emergencia agrícola. Una vez más la gran culpable de la falta de aguas para el riego, la crianza animal y en algunas zonas, para el consumo humano es la sequía. Efectivamente, la sequía como fenómeno climatológico presente en nuestra historia con reconocidos episodios a fines de los 60’ y los 90´ se ha agudizado hacia nuestro siglo, alcanzando a partir del año 2007 cifras cada vez mayores en cuanto a déficit pluviométrico anual,  desde la zona centro sur de Chile hacia el norte.

Para la Convención de las Naciones Unidas en la lucha contra la desertificación, la sequía se entiende como “… el fenómeno que se produce naturalmente cuando las lluvias han sido considerablemente inferiores a los niveles normales registrados, causando un agudo desequilibrio hídrico que perjudica los sistemas de producción de recursos de tierras” (UNCCD, 1994) . Como tal, la sequía supone una ausencia de la provisión natural de aguas mediante la lluvia, no obstante no termina de explicar otro concepto involucrado como lo es el de “escasez” y en particular de “escasez hídrica”.

Como lo afirma el estudio “Escasez Hídrica en Chile” de la Fundación Newenko (2019), la escasez a la base no solo refiere a la ausencia / presencia de aguas sino que también puede referir a elementos sociales y económicos que son relativos a contextos particulares de uso y distribución del agua. Si bien la escasez puede ser representada en un índice volumétrico medible, su aplicación circunscrita a realidades específicas y plurales, además de la construcción compartida del concepto en la cotidianidad de los territorios, nos permiten poner de manifiesto que la escasez, así como el vínculo que sostienen sus comunidades con el agua, constituyen relatos y narrativas que tensionan las definiciones hegemónicas que se toman desde el Estado para sostener el modelo de gestión privada del agua que prima en el país. Sin ir mas lejos y de acuerdo a Newenko (2019), el Código de Aguas actual trata los conceptos de sequía y escasez de manera indistinta para distinguir el fenómeno objetivo (la sequía) de las facultades presidenciales de reconocer el déficit de agua en un determinado territorio (la escasez).

La importancia de la distinción conceptual radica en observar de mejor manera desde donde se instalan las explicaciones y causalidades respecto de la escasez. El amarre de lo vivido como escasez en un territorio a lo estrictamente meteorológico, nubla el escenario donde realmente emergen los sentidos comunes que se definen por el uso y la gestión del agua.

La gravedad de la situación de emergencia agrícola declarada en el Maule, donde están involucrados territorios que se ubican desde el valle central atravesando la cordillera de la costa, amerita por lo menos revisar que hay detrás de lo coyuntural de la crisis por el agua. No se puede obviar que hay situaciones crónicas de extrema severidad para las comunidades campesinas que construyen hoy lo rural en el Maule y que se vinculan a la distribución ecológica del agua, tanto para el consumo humano como para dar sostén productivo y cultural al territorio. En ese sentido, los efectos del modelo de gestión privada del agua, basada en la mercantilización de derechos de aprovechamiento de aguas sin la debida consagración constitucional de la prioridad de uso humano, han moldeado las prácticas de acumulación y despojo en zonas donde la escasez, como índice y como relato, es cotidiana  y permanente.

Entrar en la dimensión de la escasez, como una construcción sociocultural, implica ir al fondo de los principios jurídicos y económicos que la sostienen, remeciendo sus cimientos neoliberales, consagrando el agua como un derecho humano

Cabe preguntarse plenamente ¿cuánto hay de malas prácticas en la gestión parcializada de las cuencas hidrográficas de la región respecto de la compleja escasez que hay en las comunas del secano? ¿Cuánto hay de sobreexplotación de aguas en las mas de 400 mil hectáreas de monocultivo de pinos y eucaliptus ubicadas en la cordillera de la costa para enriquecer al duopolio forestal ARAUCO – CMPC? ¿Cuánta presión sobre las aguas subterráneas están ejerciendo proyectos agroindustriales como el de COEXCA en San Javier?

No resulta comprensible que, en un escenario de cambio climático y desertificación ampliamente reconocido a propósito de fenómenos de alcance global, las políticas públicas sigan en dirección a reaccionar cuando la ausencia de aguas se agudiza sin atender que desde el mundo campesino que habita el secano maulino, la escasez es pan de cada día y un riesgo con el que lidiar cada temporada de siembra. Tampoco suena la ambición desmedida de la autoridad regional de posicionar al Maule como una región que debe hacer crecer su economía “alimentando al mundo”, sin haber resuelto dilemas eco sistémicos clave que de cara a los próximos años serán claves para sustentar nuestras formas de vida.

Si bien no tiene sentido poner en cuestión a la sequía y sus elocuentes impactos, entrar en la dimensión de la escasez, como una construcción sociocultural, implica ir al fondo de los principios jurídicos y económicos que la sostienen, remeciendo sus cimientos neoliberales, consagrando el agua como un derecho humano e interpelándonos a empujar por políticas públicas que se subviertan a escalas territoriales mas pequeñas y habitables, donde las comunidades toman el protagonismo sobre la gestión de sus bienes comunes.

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