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Reactivación económica y el fantasma extractivista

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Por estos días circula por distintas redes sociales el documento “Marco de Entendimiento”  que se ha levantado desde la comisión de Hacienda y en diálogo con parte de la oposición para afrontar las emergencias que conlleva el Covid – 19 en cuanto a protección social y la reactivación económica y del empleo. Este origina una serie de reflexiones en varios sentidos, no obstante voy referir a lo que parece la resurrección de ciertas certezas que durante las últimos años había sido puestas en fuerte tensión desde el mundo socio ambiental ya sea activista como académico en cuanto al productivismo primario de nuestra economía y que se materializa en las distintas formas de extractivismo que se manifiestan a lo largo del territorio.

Las medidas que ya se anuncian desde el ejecutivo para el apoyo a sectores importantes de la economía revitaliza con mucha fuerza la estimulación a la actividad productiva y la generación de condiciones favorables para ello, fundamentalmente a través de subsidios, incentivos (tributarios y al empleo), créditos PYME entre otros. Estos instrumentos, cuya aplicación se encuentra dentro de lo esperable, serán complementadas con iniciativas vinculadas a la agilización regulatoria y la aceleración de proyectos de inversión, buscando con ello reducir plazos y apurar procedimientos como por ejemplo los procesos de evaluación ambiental. Por otra parte, se anuncia la puesta en marcha de la cartera de concesiones públicas, incluyendo acciones destinadas a preparar licitaciones de proyectos que no han finalizado del todo su proceso de evaluación.

Aunque este acuerdo reconoce una “inspiración verde” este sigue la línea del desarrollo de infraestructura crítica de mitigación del cambio climático, ofreciendo dispositivos tecnológicos de gran magnitud para riego y aprovechamiento de aguas además de generación de ERNC.

En este escenario y sin ahondar en la escasa legitimidad democrática de estos acuerdos, caben del todo las preocupaciones en torno a la agudización de la matriz extractivista para salvar las catastróficas cifras macroeconómicas que se vaticinan con sus severas consecuencias sociales. Surge con mucha algidez la cuestión que hay entre la emergencia (el miedo, la ansiedad, la incertidumbre) y las disputas por el proyecto (pluri) nación que se ha venido instalando en el último tiempo y donde entre otras cosas los vínculos entre sociedad y naturaleza se están poniendo en cuestión. Lo primero porque nos sitúa en el imaginario del hambre y la pobreza aguda y desde ahí en la retórica del crecimiento económico de alto costo en pos de resolver la subsistencia y, lo segundo, porque vivimos en carne la crisis civilizatoria que el capitalismo global sigue alimentando y donde fenómenos pandémicos como el que vivimos son parte de un modo de ser – habitar la tierra economicista e instrumental.

Como se trata de no hacer una reflexión condescendiente con la magnitud de la tragedia que estamos viviendo, es honesto reconocer que las desigualdades estructurales y las dependencias consumo – productivas se agravan tan dramáticamente que no se trata de superponer problematizaciones intelectuales a nuestra forma de vida a las urgencias sociales y sanitarias, sino bien apuntar a que las recetas para la acumulación y el chorreo que se instaló en los años 90’ y que trajo mejoras en la materialidad de muchos hogares chilenos no es per se hoy la fuente de restauración de niveles de bienestar dignos para la población. Las corrosiones de nuestros bienes comunes y nuestra biodiversidad, provocadas por la explotación extractivista funcional al capital transnacional, han mermado las posibilidades de sostener los medios de vida fundamentales para el devenir de pueblos y territorios, creando una cultura de las “migajas” sobre el chantaje de la inmediatez.

Caben del todo las preocupaciones en torno a la agudización de la matriz extractivista para salvar las catastróficas cifras macroeconómicas que se vaticinan con sus severas consecuencias sociales

Cabe recordar la riqueza del debate ciudadano acerca del TPP11, donde se logró instalar en el debate público las aprehensiones en cuanto a consolidar un modelo primario exportador a partir de TLC de nuevo tipo, puesto que se fue volviendo cada vez mas improductivo dada su baja complejidad, generando cada vez más consecuencias en la naturaleza y la cultura y menos en cuanto a la ya existente desigualdad social y territorial. Por su parte la rebelión de octubre daba como resultado una discusión constitucional sin precedentes desde el regreso a la democracia,  que abre las puertas para re hacer los fundamentos de nuestro Estado subsidiario y por tanto revisar con la relevancia que se merece las bases extractivistas que sostienen la política económica del país.

En este sentido tránsito histórico reciente es necesario reconocer lo avanzado desde las ciudadanías y los movimientos sociales para tomar una posición de vigilancia al “chipe libre” que se presume se irá imponiendo para que los diversos proyectos extractivos y/o de infraestructura crítica para la dinámica extractiva se vayan desarrollando no solo con normalidad, sino que además con toda celeridad. También es imperativo mirar cómo es que re protagonizando el cuidado del otro/a y las nuevas dinámicas de consumo que propone una economía en cuarentena se van entretejiendo sustratos culturales que hagan caldo de cultivo para nuevos mundos.

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