Vemos que desde la infancia se originan los estereotipos culturales que posteriormente se transforman en desigualdad en la adultez, en miedos y en sentirse ajenas y ajenos al uso del espacio público.
A diario muchas mujeres y hombres seguimos escuchando frases como: no salgas con esa ropa, pídele a un amigo que te acompañe, pareces niñito o pareces niñita, las mujeres son tan complicadas y los hombres tan simples, y otras tantas expresiones que a quienes trabajamos por derribar estos estereotipos nos parecen retrógradas y nos sorprende que se sigan usando.
Después de nuestra última columna: Más sobre la brecha de género entre ciclistas , leímos comentarios que decían «¿por qué el uso de la bicicleta es desigual, si es un medio de libre acceso?» En este sentido, invitamos a leer más sobre el trabajo y estudios liderados por las numerosas organizaciones que trabajan en pro de la igualdad de derechos, del empoderamiento, contra la violencia, contra el acoso y otras. La fortuna de vivir en entornos familiares que no censuraron los accesos a nada, no es la suerte de muchas y muchos.
Gran parte de las alumnas que se motivan a ingresar a la Escuela BiciMujer de Macleta, nos comentan que un motivo por el cual no pedalearon regularmente en su infancia o definitivamente no aprendieron, es que socialmente el uso de la bicicleta es vista como cosa de niños y en sus propias familias se les negó la posibilidad de tener una o limitan su uso a espacios controlados como parques o la misma calle donde se reside, espacios que no reflejan la realidad a la que se enfrentarán cuando adultas deciden pedalear.
Vemos que desde la infancia se originan los estereotipos culturales que posteriormente se transforman en desigualdad en la adultez, en miedos y en sentirse ajenas y ajenos al uso del espacio público.
Vivimos en una cultura que fomenta habilidades “duras” en los niños, como las matemáticas y ciencias; y “blandas” en las niñas, como lenguaje y comunicación. Además, tal como nos señala la campaña de Comunidad Mujer #lasniñaspueden (y los niños también), se categoriza sin ningún fundamento, sólo estereotipos, como “femenino” y “masculino”, cosas tan primarias como colores (la ropa celeste para niños y rosada para niñas), juguetes (los robots para niños y la cuerda para niñas) e incluso los deportes (la gimnasia es para mujer y el fútbol es de hombres, los patines para mujeres y la bicicleta para hombres).
Felizmente existen más campañas que buscan la equidad como #Heforshe, o #InspireHerMind y compañías como Goldie Blox que diseña juguetes desde una perspectiva femenina a fin de desarrollar interés por la ingeniería tempranamente en las niñas y no la tradicional aspiración de ser princesas.
Nuestra agrupación, Macleta, fomenta el uso de la bicicleta en la mujer, demostrándonos que es una herramienta de transformación social, por ende trabajamos para que más mujeres, con el simple hecho de aprender a pedalear y luego ocupar los espacios públicos, se empoderen de sí mismas, trabajen y exijan mejoras para la sociedad.
Muchas de nuestras alumnas llegan a nuestras Escuelas BiciMujer con una postura de “rebeldía” según ellas, por este concepto que les fue inculcado tempranamente y que les afirmaba que la bicicleta es asunto de hombres. Conscientes de que es erróneo, al egresar de nuestra Escuela se convierten en líderes “predicadoras”, no sólo con el uso responsable de este medio de transporte, sino que como mujeres educadoras ayudan a derribar estos mitos culturales desde sus círculos íntimos, en el grupo familiar y amigos cercanos, cambiando las visiones retrógradas de “cosas de hombre-cosas de mujer”.
Esto nos enorgullece profundamente y entendemos que será lento el progreso, que requiere el trabajo de todos, pero principalmente el identificar el “problema” es el factor inicial para que todo proceso de cambio y educación sea fructífero.
Por Estephanie Muñoz, Mujeres arriba de la cleta
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