Las mujeres siempre somos las más afectadas en todo y por supuesto que también lo somos en el ámbito laboral, afectadas históricamente por injustas brechas de género y un gran desempleo, que nos ha golpeado con más fuerza aún durante la pandemia por el Covid-19. En Chile las mujeres tenemos las tasas más altas de desocupación y debemos lidiar con un mercado laboral que nos ofrece pocas facilidades, ganamos menos que los hombres y en la mayoría de las veces debemos compatibilizar nuestro trabajo con distintos roles. Pero, ¿la situación de hoy puede ayudarnos a cambiar esta realidad?
Paradójicamente una recesión por pandemia, que aumentará en 5 puntos porcentuales las brechas salariales -mientras que una recisión regular la reduce en dos puntos porcentuales-, sería a la vez una gran oportunidad para reducir las brechas al largo plazo. En el actual escenario, el primer impacto es y ha sido un aumento en el desempleo general y mayormente femenino, ya que los empleos de mujeres se concentran en sectores más afectados por la crisis, como el comercio o turismo, y además porque en ellas recae el cuidado de niños en casa.
Pero por otro lado, el Covid-19 también trae consigo una oportunidad para avanzar en igualar la cancha ya que puede debilitar las normas de género que producen una distribución desigual del trabajo en el hogar, y a largo plazo puede también aportar en cambios que reducirían la desigualdad de género, esto en caso que la flexibilidad del teletrabajo continúe tras la crisis y si más hombres siguen asumiendo necesidades de cuidado infantil, como ha ocurrido estos meses.
Por otro lado, según una reciente investigación de las universidades Northwestern, de California Estados Unidos, y Mannheim de Alemania, la nueva normalidad después de una recesión pandémica verá una mayor proporción de mujeres en la fuerza laboral y una brecha salarial de género más baja en comparación con la economía anterior a la recesión. Para esto se necesitaría, por ejemplo, que se reabran los colegios de manera segura, puesto que ayudaría a minimizar los efectos en la brecha salarial de género al permitir que las madres regresen al trabajo, y que la licencia parental remunerada también ayudaría a madres que cuidan a sus hijos a reincorporarse a la fuerza laboral más rápidamente, al preservar las relaciones entre trabajadores y empresas.
La nueva normalidad después de una recesión pandémica verá una mayor proporción de mujeres en la fuerza laboral y una brecha salarial de género más baja en comparación con la economía anterior a la recesión
En este sentido, es responsabilidad de todos y todas trabajar en la erradicación de la desigualdad de género en nuestro país, partiendo siempre por generar estos espacios de debate y reflexión en torno a esta triste realidad y buscar permanentemente una convivencia armónica basada en la igualdad de derechos. Hablar de género e igualdad también implica reconocer la existencia de desigualdades que son difíciles de superar en diversos ámbitos, como las diferencias salariales o el acceso a cargos de decisión, que son temas y por los cuales es necesario trabajar.
Por el lado del Gobierno y los distintos organismos estatales, deben trabajar permanentemente en diversas medidas ya conocidas como el desarrollo de compromisos tendientes hacia la paridad de género en cargos directivos y gerenciales de empresas privada; acuerdos con empresas de servicio de reclutamiento y selección de altos cargos, para aumentar la presencia de mujeres en gerencias y directorios; difusión de los mecanismos del Servicio Civil para el acceso de mujeres en cargos de Alta Dirección Pública; medición y corrección de brechas salariales de género en sector público y privado; buscar por ley la igualdad de remuneraciones entre hombres y mujeres.
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