La denominación del “Síndrome del Impostor” surgió a finales de los años 70 tras las investigaciones realizadas por psicólogas en Estados Unidos y se refiere a mujeres muy preparadas en el ámbito académico y con una gran carrera laboral, pero que no se sienten exitosas y viven con una permanente sensación de falsedad y de que todo lo logrado se debe a la suerte o factores externos al mérito propio, lo que se debería principalmente a que se desenvolvería en un entorno principalmente patriarcal y dominado por hombres.
Generalmente afecta a personas (mujeres y hombres) que son extremadamente responsables y autoexigentes, ya que permanentemente se sienten muy presionados por mantener el reconocimiento que han ganado en el mundo del trabajo y en el ámbito familiar. Son personas que no solo tienen una alta exigencia laboral o académica, sino que también se extrapola a diversos ámbitos de su vida, pues sienten una gran presión por demostrar sus éxitos personales, lo que a través del tiempo va generando una sensación permanente de fatiga al sentir que podrán ser descubiertos o que no darán la talla o no estarán a la altura de las supuestas exigencias o expectativas del resto.En las mujeres los orígenes del fenómeno tienen que ver con la socialización de estereotipos de género y cómo estos se reproducen en la escuela, universidad, trabajo y en las mismas familias
Los estudios y análisis de años de este síndrome señalan que un 70% de las personas han sentido o experimentado al menos una vez en su vida que no son capaces o competentes, pero comienza a ser un problema cuando genera una sensación de insatisfacción o de agotamiento por sentirse obligadas a cumplir con expectativas laborales o sociales, y según la académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, Marianella Abarzúa, “cuando se transforma en algo que impide incluso que logros importantes o muy merecidos se puedan siquiera disfrutar, ya que las personas que viven atrapadas en el Síndrome del Impostor difícilmente valoran o aceptan cualquier tipo de logro como propio, sino que lo atribuyen a la suerte, a que lograron engañar a los demás, o que aún no han descubierto su incompetencia, entonces puede llegar a convertirse en una experiencia muy dolorosa que afecta la calidad de vida”. Ahí es cuando, según los especialistas, se debe recurrir a ayuda profesional.
En las mujeres los orígenes del fenómeno tienen que ver con la socialización de estereotipos de género y cómo estos se reproducen en la escuela, universidad, trabajo y en las mismas familias, donde la figura de una mujer muy exitosa interpela los estereotipos sociales de género. A diferencia de los hombres, que tienden a atribuirse los logros a su propio esfuerzo y capacidad, las mujeres lo atribuyen a elementos externos como la suerte, esto porque en una sociedad patriarcal, para nosotras es más difícil atribuirnos los logros y éxitos. Por ejemplo, se da en dinámicas familiares durante la infancia, cuando dicen que » tu hermano es ‘el inteligente’ y tu eres más bonita o simpática”, o existe la presión por tener buenas notas; en estereotipos sexuales, donde siempre está presente la presión ante ser madres y, al mismo tiempo, ser una profesional exitosa; y en las brechas y diferencias salariales, donde generalmente se paga más a los hombres que las mujeres por el mismo trabajo.
Para superar estas sensaciones, las recomendaciones apuntan a reconocer y dejar por escrito los sentimientos de cuando aparezcan, lo que ayudará a romper el ciclo de pensamientos negativos ya que cuando se escriben, se pueden observar desde otra perspectiva y se puede lograr abstraerte de ellos. Del mismo modo, también se debe enumerar una lista de las fortalezas personales y llevar un registro de los logros de cualquier tipo, lo que es una buena forma de recordarse a una misma que no eres un fraude o un farsante. Detallar estas metas sirve para cuando uno recaiga en estos pensamientos negativos, ya que estos logros puede que en un momento no parezcan importantes, pero pueden adquirir mayor valor con más tiempo y desde otra perspectiva.
Otras recomendaciones señalan que no se debe dejar para mañana lo que se puede hacer hoy, esto porque dejar las cosas para después solo aumentará los sentimientos de incapacidad o ineptitud. Los problemas y temas pendientes se deben enfrentar directamente e ir tachando de la lista personal los puntos ya abordados. Lo mejor es abordar las tareas más complicadas o difíciles para cuando se termine exista una sensación de logro y fortaleza. De todos modos, lo más importantes es tener confianza en nosotras mismas, y tener claro que todo se puede cuando existe la voluntad, el sacrificio, dedicación y determinación.
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