No podemos sensibilizar, promover la inclusión, el respeto y exigir la garantía de los derechos civiles y políticos de las personas trans; si no reconocemos la situación de desarrollo histórico y económico que ha experimentado a clase trabajadora, siendo esta última un elemento fundamental en la génesis de los cambios sociales profundos.
Hoy la visibilidad y el poder político de la comunidad trans ha crecido en cierta medida -no lo suficiente, obviamente- ; pero, vemos como el origen combativo y de cuestionamiento radical que germinó en las barricadas de Stonewall; ha sido invisibilizada y absorbida por la mirada “Pride Parade”; causando que parte de la comunidad actúe sin tener en cuenta más que sus intereses económicos, vinculándose al capitalismo rosa y al fomento de políticas de inclusión en dadas por empresas transnacionales; que a su vez golpean a la clase trabajadora con bajos sueldos, subcontratación, inestabilidad laboral; y lo que es mucho más grave, fomentando la desarticulación y criminalización de la actividad sindical.
El contexto del “tránsito de género” lo podemos entender cómo una práctica de cruces, que ponen en tensión la arquitectura social y el colonialismo patriarcal del estado nación; estos cruces generan una transformación radical no sólo del “viajero” sino del entorno (que podría aceptarle o rechazarle). Es entonces, este cruce el cual es castigado por los regímenes políticos actuales; dado que amenazan con dibujar una nueva sociedad, con nuevas formas de producción y reproducción de la vida; haciendo tambalear la familia nuclear CIS Heterosexual; que es funcional al proceso de producción y reproducción de la fuerza de trabajo y que es propio de la base del sistema capitalista.
Si consideramos que la primera Revolución Industrial se había caracterizado, con la invención de la máquina de vapor y por una aceleración de las formas de producción; la revolución industrial actual, marcada por la ingeniería genética, la nanotecnología, las tecnologías de la comunicación, la farmacología y la inteligencia artificial, afecta de lleno a los procesos de reproducción de la vida; por lo que el cuerpo y la sexualidad ocupan el lugar que la fábrica ocupó en el siglo XIX.
El Panorama Actual:
Según el último informe de la OIT; proyecta que 700 millones de personas en el mundo están en un margen de pobreza a pesar de tener empleo; con una marcada tendencia al trabajo precario o sin seguridad social; en Latinoamérica se encuentran las más altas tasas de aumento del trabajo informal, siendo un 53%; siendo con una tendencia al aumento en los sectores de servicios (40%).
Por lo tanto; las personas trans “feminizadas” en el corto plazo, sufren un desplazamiento a trabajos considerados “para roles de mujeres”; por lo que existe un marcado aumento de la brecha salarial, este fenómeno sumado a la inestabilidad laboral tiene como resultado que durante nuestra vida laboral no logremos obtener fondos suficientes o que ni siquiera cumplamos con los requisitos para pensionarnos, o dejándonos nada más que otra alternativa que la pensión básica solidaria; siendo entonces las mujeres y las disidencias sexo-genéricas los grupos humanos más afectados en el mundo previsional; donde ya el panorama en Chile es que 7 de cada 10 pensionados no logran cubrir sus gastos vitales mínimos.Para el sistema de seguridad social del Estado, las personas trans no existimos; no existen datos de cuántos somos, de como accedemos a la salud, de la inclusión a la Ficha de Protección Social
Para el sistema de seguridad social del Estado, las personas trans no existimos; no existen datos de cuántos somos, de como accedemos a la salud, de la inclusión a la Ficha de Protección Social, ni tampoco hay estudios en el país sobre el contagio y mortandad por contagio de VIH/SIDA, de los casos de discriminación y violencia, ni siquiera de los homicidios por transfobia; este factor imposibilita la creación y focalización de políticas públicas orientadas a reducir la precariedad de nuestra vida.
Cabe señalar, que estas situaciones mencionadas transgreden el artículo 1.1 de la convención Americana de Derechos Humanos; dado que en ella se demanda un rol activo del estado en cuanto a no discriminación; pero hoy no existen protocolos aplicables al contexto privado laboral; a lo que sumamos la inaplicabilidad práctica y tangible de la ley 20.940, que incorporó la identidad de género en el Código del Trabajo al referirse a los actos de discriminación.
En el caso de tener la posibilidad de trabajar – a pesar de que las estadísticas indican que la tasa de desempleo es duplicada-; las cifran mencionan que un 97% de les trans hemos sido maltratadas en el trabajo de alguna u otra manera; esto causa un grave impacto en el bienestar, incluida la salud mental. Siendo estas unas de las razones por las cuales las cuales vivimos más probabilidades de estar desempleades o vivir en la pobreza; encontrarnos luchando contra un techo de vidrio para “mujeres trans”, ser desplazadas en cuanto al ascenso, no tener protección en las negociaciones colectivas, etc.
Además; la inexistencia de un protocolo para la contratación de planes de salud en Isapres; nos expone a situaciones de cobros adicionales, cláusulas abusivas o recorte en las coberturas; considerando que sólo el 4% de la red de salud pública proporciona atención especializada a las personas trans, nos deja un panorama muy precario también en el sistema privado de salud, donde claramente para obtener una mejor atención; debes invertir más de tus ingresos.
¿Qué hace falta?
De manera muy general, se podría pensar en un piso mínimo de demandas; tales como:
• Desarrollo de campañas y estrategias de concientización en el ámbito laboral, e implementar medidas e incentivos para organismos públicos y empresas privadas que favorezcan la inserción y la integración laboral de las personas trans.
• Perfeccionar la Ley Anti discriminación y vincularla activamente a la Ley de Incitación al Odio; así como crear una ley LGTBI integral (Para todo el ciclo de vida).
• Monitorizar la situación laboral de las personas trans en el territorio.
• Que no se cierre la posibilidad binaria, sino; permita colocar género neutro.
• Considerar las modificaciones legales para el acceso a seguros de salud en ISAPRES.
• La necesidad de un reglamento o protocolo, claro y de acceso universal; que sirva de guía para ambas partes (Empleador/Empleado); con la finalidad de orientar al cumplimiento de una serie de puntos mínimos; por ejemplo:
o Acuerdos para personas que realizaron su tránsito antes de entrar al mundo laboral.
o Acuerdos para personas que están con un contrato vigente y realizaron el tránsito antes.
o Acuerdos para personas que inician su tránsito estando contratadas.
• Además, se debe reconocer la LGTBIQ+ fobia como riesgo psicosocial en la empresa e incluirlas como un apartado en las encuestas de clima laboral; que finalmente se considere la diversidad como un activo valioso.
Conclusiones:
Transitar es un proceso que cruza fronteras políticas y de clase, tensionando los límites de lo que entendemos como “ciudadanía” y considerando que igualdad ante la Ley no es igualdad ante la vida, estamos muy lejos de que todes gocemos de un mismo acceso en igualdad de condiciones a la salud, educación, trabajo y una vida digna; lamentablemente la “clase social”, es un factor determinante en el éxito material si hoy realizas un tránsito de género. La mayoría de las personas trans pertenecemos a estratos medios y bajos, que previamente ya estamos subyugados por la pobreza y desigualdad; no obstante, podemos ver que el “sistema” si logra asimilar a una parte minoritaria de la comunidad LGBTIQ+ que es productiva y que posee poder de consumo; descartando de igual manera los elementos “indeseados” (En general, les pobres); por lo que en toda visión de lucha por derechos LGBTIQ+, necesariamente debe existir un enfoque clasista; dada la existencia del nexo inexorable con la ya histórica y siempre vigente “lucha de clases” y denunciando que tal asimilación del sistema no es “inclusión”, sino una “inclusión funcional e interesada” disponible sólo para algunes.
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