Este artículo tiene como finalidad dar una caracterización general de la evolución del sistema de pensiones, posteriormente centrar el análisis al mercado actual y como los retiros del 10% empujan a la masa social más pobre inexorablemente a la precariedad.
El principio segregacionista de la seguridad social Chilena.
La seguridad social nace en Chile entre los años 1920 y 1930, al alero de las instituciones de seguridad social de la época de Bismark (Época del 1881); donde el eje central era el “Estado de Bienestar” donde la masa laboral activa sostenía a la masa laboral inactiva. Bajo este modelo y por un largo tiempo existieron las “Cajas” de seguridad que ofrecían una serie de servicios de seguridad social; pero, con el tiempo, el modelo entró en crisis por su fuerte clientelismo y discriminación, fue materia de análisis su reforma en varios gobiernos – Jorge Alessandri, Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende – no obstante, el cambio del modelo de “reparto” a “capitalización individual” no fue evaluado sino hasta fines del 1974.
En el año 1980 – en plena dictadura- con el DL 35.000 se creó el actual sistema de pensiones; entre sus principales características destaca que el trabajador es el responsable de su cuenta de capitalización individual, cuenta sobre la cual se generará su futura pensión y que es administrada por sociedades anónimas (Las actuales AFP).¿Salvación personal en contraposición de condenar a otras personas? La condicionante individualista es una característica propia del capitalismo y su crítica debe ser el eje que nos abra a la renovación
Lo radical que instaura la nueva legislación, es la concepción de un sistema que está estructurado en dos dimensiones; una que “administra” y otra parte que se encarga del “mercado” de las pensiones. Las AFP son las empresas privadas que administran la cotización “para todos los trabajadores por igual”; pero, cuando analizamos la dimensión del mercado, se produce un fenómeno especial y es la coexistencia dos oferentes en este “mercado” de pensiones; por un lado las AFP que proveen el “producto” de pensión “Retiro Programado” y las Compañías de Seguro que proveen el “producto” de pensión “Rentas Vitalicias”.
El producto “Retiro Programado” (RP) es un retiro periódico (anualidades) de pensión hasta que se agote el saldo de la cuenta individual; las “Rentas Vitalicias” (RV), como su nombre lo dice, son “pensiones estables en el tiempo hasta que el pensionado fallece”; ambos productos constituyen las opciones de pensión denominadas “Modalidades de Pensión”; ¿Cuales son las diferencias subyacentes entre ambos productos? Entre muchas, las más relevantes son:
- RP: Es inestable y se puede acortar o alargar según como varía el fondo del afiliado (El fondo sigue estando en la AFP afecto a la rentabilidad de los Fondos de Pensiones) y el pensionado puede “seguir aportando” (O sea, puede seguir trabajando).
- RV: Se expresa en UF y es un monto de pensión el cual paga una aseguradora de por vida, el precio de este contrato es la prima (El fondo del afiliado).
El impacto silencioso.
Hasta el momento tenemos caracterizado el “mercado” de las pensiones; a diferencia de la “libre elección” que existe por en el sistema de salud Fonasa/Isapre -Aunque la decisión igualmente está limitada por el alcance del salario-; tener derecho seleccionar entre una u otra “Modalidad de Pensión” sólo se da mediante una condición: “Que sus fondos permitan financiar una Renta Vitalicia Simple, mayor o igual a la Pensión Básica Solidaria (PBS) cuyo monto vigente es de $164.356”; la pensión Renta Vitalicia Simple calculada con los fondos personales, se denomina Pensión Autofinanciada de Referencia (PAFE); quienes tienen una PAFE superior o igual a la PBS pueden optar al mercado de las Rentas Vitalicias y/o a los Retiros Programados de las AFP; los que no, sólo quedan en Retiro Programado en las AFP.
Según datos de la fundación Sol, el 50% de los pensionados en el 2020, logró autofinanciar una PAFE menor o igual a $75.000 y el resto; en promedio alcanzó una PAFE de $287.000; si se analiza sólo a la mujer, el 50% sólo alcanzó una PAFE de $36.000 y el resto, sólo llegaron a una PAFE menor a $254.000 (77,8 % del Salario mínimo a diciembre de 2020) (*).
El impacto silencioso de la continua desvalorización del valor cuota de los fondos producto de los retiros de 10% en mano de personas jóvenes y con tiempo para recuperar ese retiro; causa una devaluación directa en la rentabilidad y pérdida de valor en el fondo de las personas cercanas a pensionarse y las personas ya pensionadas (Personas que quedaron en modalidad RP); en otras palabras, al desvalorizarse el fondo y al calcular su PAFE hay altas probabilidades que queden bajo la PBS y atrapados a sólo pensionarse en RP; el efecto en los pensionados en modalidad RP, es que una pensión inicialmente proyectada para unos 5 o 6 años – dado que sus fondos siguen en las AFP sufriendo el impacto de la desvalorización y vaivenes del mercado- ya no serán 5 años, tal vez 3 años; que hacemos en esos casos? Volver al mundo laboral y/o optar a la Garantía Estatal.
La denominada Garantía Estatal, es el mecanismo estatal que cubre los casos de pensionados en RP y que se les acabó el fondo; esta solución no es para todes, dado que tiene algunos requisitos que son contradictorios (**): “El requisito para optar a la pensión por Garantía Estatal es tener 20 años de cotizaciones, entre otros requisitos”, en otras palabras; las personas que solicitan Garantía Estatal son personas con pocas cotizaciones y que su fondo es pequeño (Con muchas lagunas previsionales) – ser mujer y/o trabajador precarizado-, posteriormente no poder optar una RV y sólo a una RP, estando en RP y si su fondo se desvaloriza y se acaba antes su pensión, habrá pocas probabilidades de que pueda optar a Garantía Estatal y si opta, el monto es de no más de $170.000; la perfecta agudización de la brecha de clase en el sistema previsional.
Por una mirada sociabilizada de la seguridad previsional.
La finalidad de este artículo no es plantear una alternativa al sistema previsional; la alternativa debe nacer de la deliberación abierta y participativa en una Asamblea Constituyente libre y soberana; sino, es plantear tres puntos específicos para el debate.
Primero son los requisitos que todo sistema de Seguridad Social debe cumplir: Universalidad, integridad, suficiencia, solidaridad y unidad. Frente al concepto de universalidad, no pueden existen dos mundos en el “mercado” previsional; uno para los ricos (RV) y otro para los pobres (RP); uno estable y otro inestable; el frío análisis se reduce a conjeturar que “jubilarse” no es un derecho en el sistema actual; sino, un privilegio de clase y género separado por una brecha marcada por la desigualdad basada en acumulación de recursos (Una PAFE mayor o igual a la PBS). En otro ámbito, las personas pensionadas en RP cuando sufran la disminución de sus fondos producto de los retiros y/o agoten sus saldos de cuenta de capitalización individual, el sistema de Garantía Estatal podría estar fuera de su alcance (dado que no es universal) y/o potencialmente insuficiente (Monto inferior al ingreso mínimo); frente a un escenario que viene con fuertes caídas en todos los fondos de pensiones e incluso donde los fondos más estables (E) perdieron más de un 10% sólo en los últimos meses del presente año.
El segundo punto, es reconocer que la decisión de retirar los 10%; si bien es personal, el impacto en el fondo de pensiones es transversal (Tanto de cotizantes, trabajadores en proceso de pensionarse y a pensionados); ¿Salvación personal en contraposición de condenar a otras personas? La condicionante individualista es una característica propia del capitalismo y su crítica debe ser el eje que nos abra a la renovación; el “individuo libre” no es quien busca ser inmune a las presiones y devenir en una comunidad; sino, un individuo que supera la dependencia del hombre a las bastas fuerzas impersonales del poder social cosificado por el capital, en este caso la cosificación de la “necesidad”; obviamente en el Chile actual es difícil separar lo individual de lo colectivo, pero el primer paso es la toma de consciencia que en una sociedad burguesa existe una constante contrariedad de aquellos intereses, a considerar que realmente somos un cuerpo social interconectado y donde debemos evitar el canibalismo capitalista.
El tercer y último punto, es la visión de “mercado” previsional; con un alcance delimitado por la acumulación de capital en una cuenta de capitalización individual y donde no todes tenemos igualdad de oportunidades; trabajadores precarizados, mujeres y disidencias estamos en desventaja tanto en la etapa activa (cotizante), como en la etapa pasiva (pensionado) y quedamos condenados al gueto previsional para los más pobres dentro en un escenario general donde la Tasa de Reemplazo (Relación porcentual entre el promedio de sueldo y la pensión) en el mejor de los casos no supera el 37,3%, quedando así Chile en la séptima peor posición entre las 36 naciones componentes de la OCDE; este es el duro despertar del sueño de “la alegría ya viene” a través del progreso neoliberal, a una realidad social donde no podemos enfrentar los terribles efectos de la crisis económica del sistema capitalista mundial y donde la desigualdad social más que una situación fuera de nuestro control, fue una decisión política.
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