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Red de Parques de la Patagonia, una discusión necesaria

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Todo indica que una de las grandes contiendas ideológicas sobre el desarrollo de Aysén se dará en torno a la creación de la Red de Parques de la Patagonia. Es una discusión ideológica, por lo tanto, infiero que se tratará de problemas de fondo, no de forma. En efecto, existe consenso en que la forma no fue la adecuada, sólo se han escuchado reparos a la socialización de la iniciativa, al parecer a nadie en la Región le preguntaron si estaba o no de acuerdo cuando la red de parques fue creada. Mientras tanto en Twitter, Leonardo DiCaprio celebra los 4,5 millones de hectáreas patagonas protegidas en calidad de parque. En ese contexto, me tomaré la libertad de escribir algunas líneas al respecto.

Claro está que es muy difícil avanzar cuando se pone la carreta delante de los bueyes, y es que en Aysén hace rato que el ninguneo de la capital saca ronchas. En un proyecto como este había que garantizar participación de la comunidad y no se hizo. Era esperable que a más de alguien le hiciera ruido modificar de manera sustancial el ordenamiento territorial de una región como la nuestra. En la región la modificación no es menor, cambia la categoría de Áreas Silvestres Protegidas (ASP), y además áreas fiscales pasan a ser parque.

Si bien el cambio de reserva a parque no modifica la propiedad ni la administración del suelo, lo que sí cambia es el tipo de actividades que son posibles de realizar en ella. Mientras en las reservas ciertas actividades extractivas sustentables son plausibles, en los parques no. Como ejemplo, en la R.N. Coyhaique podría ser posible extraer madera o leña, en cambio en el P.N. Queulat la única actividad permitida para los visitantes es el tránsito por zonas acotadas para disfrutar del entorno. Dado que el fin último de los parques es preservar, es esperable que los planes de manejo de la red de parques consideren áreas buffer, esto es áreas que circundan el perímetro de la unidad con el objeto de amortiguar el efecto de actividades antrópicas que se practican en las cercanías de la superficie protegida. Considerando lo anterior, cabe preguntarse si era necesario crear una red de parques en vez de una red de áreas protegidas, toda vez que más de la mitad de la superficie de Aysén ya se encontraba bajo protección oficial.

Con una buena inyección de recursos y una buena administración, las ASP han demostrado que son excelentes motores de desarrollo, no sólo humano, también económico. El ejemplo clásico es el de Costa Rica, país que prácticamente vive de las actividades que se desarrollan en sus ASP, donde se gastan cerca 16,5 USD por hectárea de superficie protegida al año. Chile gasta 1,58 dólares por hectárea al año. Para la Red de Parques de la Patagonia, la administración saliente comprometió recursos adicionales por 8.000 millones de pesos en un plazo de 10 años, lo que equivale a un incremento del presupuesto anual inferior a los 0,3 dólares por hectárea. Dicho en otras palabras, en este momento la Red cuenta con recursos inferiores a 2 USD/ha, muy por debajo de los más de 16 USD/ha de Costa Rica.

No me hago cargo de la veracidad del relato, pero la leyenda cuenta que en culturas hindúes del sudeste asiático los elefantes blancos tienen atributos sagrados. No sólo se le deben ofrecer joyas periódicamente, además sus cuidados tienen un altísimo costo, y quien lo recibe no lo puede regalar o vender. Cuando un rey buscaba castigar a un miembro de la aristocracia le entregaba un elefante blanco a su cargo, y así lo condenaba a caer en la miseria junto con su familia. Siguiendo la analogía ¿Hay algo más sagrado en Aysén que su patrimonio natural? ¿De dónde vendrá la enorme cantidad de recursos que aún se requieren para que las ASP sean un real motor de desarrollo?

Cabe preguntarse si era necesario crear una red de parques en vez de una red de áreas protegidas, toda vez que más de la mitad de la superficie de Aysén ya se encontraba bajo protección oficial.

El Estado cuenta con herramientas para asegurar la participación ciudadana cuando se busca modificar la planificación territorial a distintas escalas. Se trata de la Evaluación Ambiental Estratégica (EAE), la que puede ser aplicada a diversas políticas y planes por instrucción del Presidente de la República previa solicitud del Consejo de Ministros para la Sustentabilidad. Quizás no es una mala idea someter a EAE la Red de Parques de la Patagonia, esto no arriesgaría la continuidad de la iniciativa, pero permitiría incluir las observaciones de todos aquellos que sientan que tienen algo que decir al respecto en el marco de nuestra “no siempre” bien ponderada institucionalidad ambiental. Y de paso podría dar garantías que esto no se transforme en un elefante blanco.

Sin perjuicio de lo anterior y consciente de las críticas que he mencionado, aquel día compartí la alegría de DiCaprio haciendo retweet. Pero esa es materia de otras hierbas.

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