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Hoja de ruta energética de Aysén y biomasa

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Cuando se trata de hablar de políticas públicas orientadas al desarrollo de energías renovables es inevitable mirar hacia Europa y revisar sus experiencias. En esta materia, una parte importante de los esfuerzos del continente están direccionados a disminuir la emisión de gases de efecto invernadero como parte del paquete de medidas que buscan hacer frente al cambio climático, atendiendo la responsabilidad que recae en los países desarrollados producto de su actividad industrial. Atendiendo esta lógica, hace algunas semanas atrás El Mostrador publicó una columna titulada “Calefacción con biomasa: Noruega no cacha nada, ¿Y nosotros?”. El autor fundamenta su crítica haciendo alusión a la decisión adoptada por Noruega, país que prohibirá el uso de gas para calefacción a partir del año 2020 con el objeto de disminuir sus emisiones de gases de efecto invernadero, reemplazándolo por electricidad, calderas de biomasa, geotermia, entre otros. Mientras, en Osorno, las autoridades promoverían el uso de gas como parte de las acciones orientadas a hacer frente a los problemas de contaminación atmosférica producto del consumo de leña húmeda. Citando al columnista “Chile promueve el gas que no posee. Noruega prohíbe el gas y le sobra. Noruega posee menos biomasa que nosotros, no obstante promueve su uso para calefacción”. 

Pero la biomasa forestal no sólo es utilizada como fuente de calefacción, de hecho, cumple un rol relevante en el mix energético europeo. La energía proveniente desde bosques y plantaciones representa el 50% de la energía renovable consumida por países del viejo continente, y las proyecciones hechas por la Comisión Europea indican que la tendencia será al alza durante la próxima década.

En el caso particular de la generación eléctrica, la Unión Europea contempla incentivos para el uso de biomasa, lo que ha permitido que plantas a carbón migren progresivamente hacia fuentes forestales. Para muestra un botón. El complejo de generación Drax en Reino Unido posee seis unidades de generación de 645 MW de potencia nominal cada una. Para hacerse una idea de la capacidad de esta planta, las centrales termoeléctricas a carbón Bocamina I y II poseen una potencia instalada conjunta de 480 MW. Pero volvamos a Drax. Desde el 2013, tres de sus seis unidades han sido modificadas progresivamente para ser alimentadas por pellets, lo que significó que durante el 2016 el 70% de la energía generada por dichas unidades proviniera desde biomasa forestal. En el caso de Aysén, los tres sistemas eléctricos principales (Aysén, General Carrera y Palena) poseen una capacidad instalada cercana a los 50 MW, de los cuales aproximadamente la mitad corresponde a generación diésel.

No obstante lo anterior, en algunos sectores de la población aysenina existe cierto temor a incentivar el uso de biomasa forestal para generación eléctrica, dados los riesgos asociados a perder o degradar parte de nuestros bosques nativos. Sin embargo, el Estado cuenta con la institucionalidad para asegurar la sustentabilidad del uso de recursos forestales mediante, por ejemplo, Planes de Manejo Forestal que deben ser aprobados por la autoridad. Además, dicho sea de paso, según las cifras de la actualización del Catastro de Bosque Nativo, la superficie de bosques en la región se mantuvo relativamente estable durante el período 1996-2011 (con una variación de -0,01%), siendo los bosques del tipo forestal Lenga los más afectados (variación del -0,17%), disminución que podría ser atribuida a la extracción de leña, mientras que la superficie del bosque Siempreverde evidenció un aumento del 0,13%. Nunca está de más recordar que la gran catástrofe del bosque nativo en Aysén no está asociada a la obtención de leña, sino a la habilitación de áreas para la actividad agropecuaria.

La inclusión de la biomasa forestal como alternativa de generación eléctrica en la Hoja de Ruta para la en Política Energética Regional resulta una buena noticia por más de una razón

Por lo anterior, la inclusión de la biomasa forestal como alternativa de generación eléctrica en la Hoja de Ruta para la en Política Energética Regional resulta una buena noticia por más de una razón. Primero, porque se hace cargo del deseo ciudadano de diversificar la matriz a partir de recursos propios. En ese sentido, la “Evaluación del Mercado de Biomasa y su Potencial” llevado a cabo por la UACh indica que Aysén cuenta con un potencial de generación eléctrica mediante biomasa forestal cercano a los 50 MW. En segundo lugar, porque es posible incorporar otras especies nativas o exóticas como fuente de energía, lo que permitiría quitar presión sobre un solo tipo de bosques, la que actualmente se concentra en el tipo forestal Lenga. Tercero, porque diversificar los usos de estos recursos y hacerlos parte de la cadena de producción eléctrica representa una oportunidad para hacerse cargo de algunos factores limitantes para el desarrollo del sector forestal regional identificados en la Agenda de Innovación Agraria publicada por el FIA, tales como falta de implementación y desarrollo de tecnologías en la producción forestal, falta de asociatividad, bajo nivel de capacitación hacia productores y trabajadores del sector forestal, entre otros. Y cuarto, porque es coherente con las metas de otras políticas públicas de escala nacional, como la “Política Forestal 2015-2035” la que aspira a que el sector forestal al año 2035 realice un aporte efectivo de un 30% a la matriz energética primaria, y la “Política Energética 2050” orientada a disminuir la emisión de gases de efecto invernadero y aumentar la capacidad de generación eléctrica desde fuentes renovables.

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