El argumento o ejercicio de razonamiento que Epicuro (+270 a.C.) nos ofrece para fundamentar la experiencia de la acción humana libre se construye al modo de lo que llamamos especulación –que consiste en un procedimiento teórico que no trata de un movimiento de suposiciones. Me explico. Epicuro nos conduce a “imaginar” un modelo cosmológico de manera tal que en este encontramos una dilucidación para poder decir: he allí cómo podemos concebir algo como la libertad humana, y así es cómo puede ella ocurrir.
Este asunto de lo especulativo es clave. Por ello entiendo un recurso de la razón en un proceso de abstracción que refiere ciertas nociones de la experiencia, pero que opera con una “idea”/imagen que no es posible precisamente de experiencia humana directa -que establece una relación de abstracción que significa traer hasta otra parte, en este caso, aquello que de algún modo, que está por verse, ha sido también experiencia. Veamos.La posibilidad de la acción libre en nosotros, seres humanos en el mundo, se hace efectiva, si hacemos inteligencia del modelo de Epicuro. Que hay libertad: este es el mensaje que quiere ayudar a fundar la especulación epicúrea
El caso nos explicará mejor. Epicuro toma de otro filósofo anterior Demócrito (+370 a. C.), lo que podemos llamar una teoría atomista de lo real en la experiencia. Ella afirma que todas las cosas del mundo están formadas, en su estructura más íntima, por partículas que llama átomos –por supuesto, las teorías atomistas contemporáneas se refieren a este mismo nombre, pero en Demócrito los átomos todavía se representan como indivisibles, homogéneos e incompresibles.
Lo más característico, y muy clave, en esta idea de “átomo”, es que los concibe como de un tamaño tal en su minimalismo, que resultan invisibles a la vista –o, de manera más general, escapan a la percepción sensible humana, igual que los átomos de la física moderna. Estos filósofos señalan entonces que todas las cosas y cuerpos de mundo, que nos resultan susceptibles de una experiencia, si se los piensa suficientemente, deben estar conformados por unos componentes simples de tamaño minúsculo y fuera de la percepción.
Por supuesto, ellos nunca dispusieron de algún tipo de instrumento como para hacer observables estas partículas elementales. Llegaron a formular esta hipótesis solamente por medio de un proceso de pensamiento por al cual derivaban de un tipo de experiencia, esta sí posible, o sea, sujeta a una percepción –experiencia que, hasta donde sé, no nos ha sido transmitida por la tradición de conservación de los escritos de estos filósofos griegos primigenios–, pero donde lo importante es este procedimiento del pensar que produce una imagen o modelo que llega a estar constituida de un modo puramente ideacional. O sea, que como tal modelo es ajeno a cualquier experiencia o realidad posible. Esta imagen intelectiva, se dice, ha sido producida de modo especulativo. Especular significa llevar los pensamientos hacia un plano donde unas ideas se enfrentan y combinan con otras, y donde resultan nuevas formas o imágenes que son de algo así como un segundo orden en el pensar. Son abs/traìdas de la experiencia y también del pensar; son traídas más acá hacia el puro ámbito de las ideas.
Los átomos de Demócrito nunca los vio Demócrito. Ni se le hicieron presentes por alguna otra vía sensitiva –no pudo tener ninguna experiencia directa posible de su existencia; entiéndase: no hay manera cómo pudo deducir válidamente esta existencia si solamente valoramos las ideas que se relacionan directamente con las cosas. La idea de átomo es una idea especulativa. Aparece a la inteligencia en un proceso en que ciertas ideas se dejan componer y transformar por otras ideas.
Las especuló, especuló de su existencia, y por ello mediante, pensó que ciertas experiencias, ahora si sensibles y actuales, podían alcanzar inteligibilidad –alcanzar un sentido para el intelecto. Pero la relación de experiencia y propuesta especulativa es abstracta, supone una serie de mediaciones conceptuales (o de ideas) entre las cosas que pasan y la imagen mental que de eso nos formamos.
Pues, Epicuro tomó esta propuesta de los átomos de Demócrito, le pareció adecuada, y, entonces, realizó todavía otra operación especulativa. Veamos esto otro.
Demócrito hubo de pensar que los átomos se movían en el espacio posible y “caían” –esto es, en estos movimientos, ellos se combinaban, colisionaban, agrupaban y desagrupaban, y entonces, con ello, aparecían y se transformaban las cosas o cuerpos macro, las composiciones de innumerables partículas atómicas dando lugar a cosas humanamente visibles, tocables –de las cuales uno tiene, por supuesto, unas ideas directas, de eso que nos producen a la experiencia de encontramos con ellos.
Es completamente sorprendente la semejanza, en estos planos, de las hipótesis especulativas de Demócrito con las hipótesis de la física experimental moderna. Se puede por eso hablar de la “genialidad” de estos griegos –o que, sabiéndolo o sin plena consciencia, estos físicos teóricos han recibido unos modelos de interpretación que han acompañado el pensar occidental y son su herencia de los siglos.
Así pues, los átomos de Demócrito se mueven y relacionan eternamente en el espacio. De esto derivó que los movimientos están determinados unos de otros. Por eso las cosas o cuerpos macro estarían también sometidos a lo que llamamos movimientos deterministas. El universo de Demócrito está cerrado en la causalidad.
Hablemos entonces de Epicuro nuevamente. A Epicuro, al parecer, le ocurrieron un modo de experiencias de donde se dijo que algo como la “libertad” humana debía darse en el cosmos. Que hay libertad humana, habría pensado, en tanto una cuestión aparecida a ciertos datos que pertenecen a la experiencia humana de existir o estar vivos. El asunto relevante estuvo en ofrecer un argumento o razonamiento donde mostrar esta libertad como un proceso inteligible. Un proceso que puede ser pensado, y dicho.
Ahora bien, aparentemente Epicuro hubo de recurrir a otro procedimiento especulativo para operar en el modelo atomista de Demócrito, pero, y esto es lo importante aquí, haciendo posible que el modelo, además de explicar el orden determinista del universo –las cosas en ciertos órdenes definibles–, pudiera ofrecer una hipótesis suficientemente fuerte como para hacer aparecer, en ese universo, ciertos procesos donde fuera explicable la libertad de la acción humana.
El modelo especulativo de Demócrito había de recibir todavía otra mediación especulativa en Epicuro. Este último afirmó: si efectivamente, como dice Demócrito, los átomos están en movimiento permanente y en direcciones determinadas, ocurre –debe ocurrir–, sin embargo, que a estos átomos les suceden, de manera azarosa, impredecible, incausada, unas desviaciones, unas salidas del movimiento y órdenes anteriores, unas escapadas en otras direcciones antes inexistentes, de manera tal –añadió- que con ello pueden comenzar otros órdenes u organizaciones, a su vez causales, que antes eran imposibles. Esta es una especulación acerca de la novedad en el universo, que encontramos algo así como lo nuevo, o — como diríamos los modernos–, es una construcción puramente teórica con el poder de entregarnos una forma de fundar la libertad entre las leyes que ordenan las cosas del mundo. Notemos como, nuevamente, la imagen griega pareciera reencontrarse con los imaginarios nuestros de evolución por mutaciones atómicas, en lo constitutivo.
El clinamen llamó Epicuro a esta situación teórica cuando, repentinamente, en un instante de su trayectoria, los átomos tuercen las direcciones de movimiento que antes solamente continuaban. Con este nombre –que podríamos nosotros nombrar un concepto–, es posible ahora pensar de dónde proceden los actos libres, y como son posibles en un cosmos ordenado de todo lo que existe. En el modelo del clinamen –que en griego antiguo se decía parènklisis— ello se da, sin explicación causal posible, o, dicho de otra manera, se transforman en la novedad los órdenes anteriores que hechos cognoscibles entre las cosas.
La posibilidad de la acción libre en nosotros, seres humanos en el mundo, se hace efectiva, si hacemos inteligencia del modelo de Epicuro. Que hay libertad: este es el mensaje que quiere ayudar a fundar la especulación epicúrea. Contra todas las instancias de órdenes definitivos, contra las teorías de las dominaciones de toda forma que operan en los actos humanos –de las cuales son muy adeptos muchos modernos–, ya desde un Epicuro en nuestras tradiciones se ha venido pensando y teorizando cómo ofrecer todavía distintas explicaciones del acto libre, separado. Se ha acudido a otras modalidades de pensamiento, a otras fuentes, en otras ciencias, de modo de contribuir a dar nuevas validaciones a lo que me parece una experiencia humana originaria.
Esta posibilidad abierta de la acción libre en tanto posibilidad de introducción de nuevos sentidos en el movimiento de las cosas –con una significación de lo “nuevo” como un proceso que podemos llamar absoluto–, podemos complementarla, ya para hablar directamente de la acción humana, de la voluntad y la intensión. Pues esa novedad de la desviación, que podemos concebir primero como azar entre las cosas, deviene propiamente libertad cuando el clinamen resulta de unas transformaciones ocurridas en la acción humana. Las fuentes para ello habría que pensarlas en ciertas condiciones singulares nuestras. Obtenemos la posibilidad efectiva de la libertad; de aquí, o hacia allí, se orientan los movimientos intelectuales que exploran los distintos caracteres humanos e históricos susceptibles de fundarla.
Comentarios