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Tránsito por galerías del centro de Santiago

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Al llegar a la Plaza de la Ciudadanía, al sur de La Moneda desde el paseo Bulnes, uno siente algún relajo ante la posibilidad de desviar un poco la ruta y así esquivar la molesta interrupción de aquel mástil mastodóntico que obstaculiza la visión en perspectiva de la fachada sur de la sede de gobierno. No me gusta la denominación de “palacio”, tan propia a los periodistas y, sobre todo, de los reporteros que ahí trabajan y sus presentadores, porque no lo considero tal y más bien coincido con el fallecido Raúl Ruiz, que años atrás, la catalogó al nivel de “caballeriza de un palacio vienés”.

[texto_destacado] Ahora, en este punto, empieza la mejor parte del trayecto peatonal por el centro, porque se puede hacer uso de las galerías que distinguen al centro de Santiago y que a mí me traen a la memoria los paseos de infancia en Concepción, donde abundan las galerías comerciales y se justifican especialmente por las abundantes lluvias, en tanto aquí sirven para escapar del ruido y de multitudes aceleradas.

Desde la explanada al sur de La Moneda (aún inacabada, en la medida que no se ha cumplido con el plan original de hundir el tránsito vehicular bajo la Plaza de la Ciudadanía), se puede caminar por Morandé hasta Agustinas para entrar a las galerías Alessandri o Gran Palace, pero también se puede continuar el desvío hacia el oriente y dirigir los pasos hacia la calle Bandera, utilizando la galería Antonio Varas en el edificio de BancoEstado, la más desocupada de tránsito, probablemente, por carecer de locales y vitrinas comerciales.

Tras salir a la calle frente al costado del Club de la Unión y la Bolsa de Comercio, uno puede encaminarse por la desocupada calle Bandera hacia la próxima galería en la calle Moneda, la que otrora albergó al cine Windsor (y, creo recordar, que la última película que vi en él fue Alien, aquella en la que John Hurt protagoniza a la primera víctima del monstruo extraterrestre en toda la larga saga).

Al otro extremo de la galería Windsor, la fuente de soda Dominó ha tenido mejor suerte que la sala de cine y no sólo ha subsistido por décadas, sino que ha multiplicado sus locales en el centro de Santiago y también hacia la cordillera. Mientras paladeo un jugo acompañando de un especial con salsa verde, pienso en todas las salas de cine desaparecidas que había conocido en las horas de colegio y recuerdo que en el subsuelo de esta específica galería, habían estado los cines City y York, junto a los juegos Diana donde jugaba flipper y también una sala de billar. Dicha galería subterránea y su contenido esocupado actualmente por una gran tienda de retail.

Visualizo aparcar, en un futuro cercano, mi bicicleta en el gran estacionamiento ad hoc en la vereda norte del Mercado Central, tras llegar al centro en tal vehículo, por un ya materializado Mapocho Pedaleable, desde el que se surge a la superficie frente al Mercado Central.

Cruzando la calle Agustinas se puede continuar la ruta por la galería del desaparecido Hotel Crillón, la que se conecta con el pasaje Mac Clure y la galería Huérfanos, que desemboca en este paseo y, al atravesarlo, uno entra al pasaje Edwards. Aquí, todavía permanece el cine Roxy bajando una escalera al ingresar por Huérfanos, pero es como si no existiera porque lo han destinado a sala porno, al igual que la que estaba al otro extremo de la misma galería por calle Compañía bajo el desaparecido café Villareal y como todas las escasas salas de cine tradicionales que permanecen abiertas en el centro, como Nilo y Mayo.

Al igual que en el caso de la galería Windsor, aquí, en el pasaje Edwards, otra tienda de departamentos se ha apropiado de prácticamente la totalidad del sector subterráneo de galerías, con lo que estos valiosos espacios privados de uso público y libre tránsito peatonal, van paulatinamente deviniendo en setos de caza de clientes para estos monstruos comerciales. Tanto así que, después de cruzar el paseo Ahumada, una tercera representante de estas cadenas comerciales lo recibe a uno al entrar al pasaje Matte, galería comercial que fue concienzudamente afeada hace ya algunos lustros por un alcalde que decidió instalar un techo falso que tapó la visión del cielo de vidrio que antes dejaba entrar la luz solar  y pintó los abundantes bronces que distinguían a sus característicos locales comerciales centrales y laterales. Una iniciativa descriteriada y del todo inútil, salvo, muy probablemente, para algún anónimo privilegiado y afortunado que hizo ahí su negocio.

La salida a la plaza de Armas desde la galería, estuvo obstruida recientemente debido a los trabajos de remodelación, que la mantuvieron  fuera del tránsito peatonal y oculta a la vista de los transeúntes por largos meses. Ello me lleva a ampliar la reflexión sobre las galerías del centro de Santiago y a imaginarme una visión más global del centro y cambios posibles. Así, visualizo en un futuro cercano, aparcar mi bicicleta en el gran estacionamiento ad hoc en la vereda norte del Mercado Central, tras llegar al centro en tal vehículo, por un ya materializado Mapocho Pedaleable, desde el que se surge a la superficie frente al Mercado Central.

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1 Comentario

Rafael Cárdenas

recardenas

La foto que encabeza esta comuna muestra un pasillo del pasaje Matte, donde se aprecia lo que señalo en mi comentario.