Ante esta auténtica ratonera en que nos tiene atrapados la clase política con su “Acuerdo por Chile”, creo que los ciudadanos debemos actuar con extrema prudencia y suspicacia en la toma de las decisiones que se avecinan. Parto por reconocer que no tengo una decisión tomada al respecto: aún no sé si me abstendré o votaré Nulo en mayo o si mi eventual voto de diciembre será Rechazo o Apruebo. Todo dependerá del texto que surja y siempre con la espada de Damocles de la Constitución del 80. Pero no me pidan entusiasmo por el proceso.
Estamos ante un acuerdo profundamente antidemocrático, que prohíbe participar a quienes lo hicieron en el proceso previo y se burla de la proporcionalidad en la elección de consejeros, los que, para más habrán de limitarse a trabajar sobre un pre-proyecto elaborado por “expertos”, nominados a dedo por quienes también blindan la permanencia del Senado y el status quo presidencialista actuales, puro cercenamiento de la soberanía popular, la que debiera ser la protagonista indubitada de todo el proceso.Creo que lo más adecuado, inteligente y productivo para quienes votamos Apruebo el 4 de septiembre pasado, es (re)leer, estudiar y difundir el texto de la Convención Constitucional, para contrastarlo con lo que vaya surgiendo
Si hay algo claro en esta instancia, es que no estamos viviendo un “momento constitucional” (Bruce Ackerman), como sí se dio durante el trabajo de la Convención Constitucional y, anteriormente, en el proceso ciudadano desarrollado durante la segunda administración de Michelle Bachelet.
El proceso actual se acerca más a una “cocina”, como aquellas que caracterizó orgullosamente el otrora presidente del Senado Andrés Zaldívar (el que, por cierto, vuelve por sus fueros como candidato a “consejero constitucional” en este proceso constituyente 3.0).
Frente a la desolación y abandono a que nos somete la clase política, creo que lo más adecuado, inteligente y productivo para quienes votamos Apruebo el 4 de septiembre pasado, es (re)leer, estudiar y difundir el texto de la Convención Constitucional, para contrastarlo con lo que vaya surgiendo de esta auténtica “cocina constituyente”, diseñada a su amaño por Senado, Cámara y Amarillos (los que han acabado representando un nuevo “peligro amarillo”, a 100 años del original) y, así, destruir las falsedades a que se nos tiene acostumbrados, con conocimiento de causa.
Comentarios
23 de febrero
Agradezco la publicación de esta columna 51, pero quisiera hacer notar 2 omisiones incomprensibles:
-En la tercera línea del segundo párrafo, se saca la palabra «inri» de la expresión «para más inri» (para mayor ignominia), con lo que la redacción pierde sentido.
-En la quinta línea del mismo párrafo, se quita la abreviatura «i. e.» (esto es, es decir, o sea) entre comas después de la palabra «actuales» y antes de «puro cercenamiento de la soberanía popular».
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04 de marzo
Sé que me abstendré o votaré Nulo en diciembre, si no estoy disfrutando de merecidas vacaciones a mínimo 200 kilometros. El 63% del rechazo seguramente votará por mantener la espada de Daniel Damocles Lopez el delincuente internacional. Mientras el 63% vea el brillo de la plata, ahí pone el voto.
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08 de marzo
Los arbolitos protectores de delincuentes están igual que la gata Flora: tanto que cacarearon para tener nueva Constitución y ahora que la tendrán, rezan como beatas para que les salga menos momia que la actual!!. Pero claro, como están tan acostumbrados a las volteretas (igual que el mechero drogadicto que eligieron por presidente) imagino que saldrán en masa a defender la que ahora van a llamar «la constitución de Lagos» .
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16 de marzo
100% de acuerdo con el articulista, lo que se vive hoy no es un momento constituyente, sino una expresión espúrea de una democracia de baja intensidad, ajena absolutamente a la participación democrática del ciudadano.
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