#Chile 2030

Al César lo que es del César y Adiós que te vaya bien

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Cuesta entender los nuevos tiempos en política, tiempos en que a aquellos que miraban con recelo y desconfianza comienzan a ganar legítimos espacios  en una arena que hace tan solo unos años, para ellos, solo  era sinónimo de todo lo aberrante  de nuestra sociedad.  Parece que fue tan solo ayer cuando escuchábamos las críticas del mundo  evangélico hacia  una actividad política  y  la criticas a un más ácidas  hacia el mundo católico al cual acusaban de influir en  el poder mezclando  las “cosas de Dios con las cosas del hombre”.

Por eso cuesta tanto entender la arremetida  evangélica,  considerando que  tan solo hace unos años su participación  en contiendas electorales se  reducía a  facilitar el púlpito una tarde de domingo para que alguna candidata o algún candidato hiciera los compromisos de rigor  con los feligreses.  Hoy ese ímpetu va más allá,  exigiendo cupos, reclamando cargos, demostrando  que la crítica de ayer era oportuna  cuando la participación era mínima o nula en el poder.  Hoy de alguna manera encontraron en la centro derecha los espacios  y transformaron esa crítica  en moneda de cambio  para alcanzar  otros  espacios donde  se alza la voz   para  uno cuota de poder que podría  sonrojar  al propio nazareno, transformándose con sus hechos  en lo que hace unos años  era  objeto de su  crítica.

Nadie puede negar  que el mundo evangélico  merezca sus espacios, nadie podría desconocer  que su participación en política puede ser necesaria, pero de ahí a creer correcto imponer en nombre Dios visiones de  mundo  sesgadas, es  desconocer la propia mirada  Dios,  ese Dios piadoso que   regalo en su concepción  espacios para todos, sin zancadillas ni muestras de canibalismos, propias de  generaciones de políticos  que ayer desde el mismo púlpito  se criticaban,  al parecer algunos en nombre de evangelio  cambiaron pasajes de las sagradas escrituras por  citas  muchos más modernas y menos comprometedoras  con la moral y la fe pasando  por ejemplo  del “ Al cesar lo que es de Cesar  y a Dios lo que es de Dios »  en Mateo 22, a “El fin justifica los medios” de Nicolás Maquiavelo.

Nadie puede negar  que el mundo evangélico  merezca sus espacios, nadie podría desconocer  que su participación en política puede ser necesaria, pero de ahí a creer correcto imponer en nombre Dios visiones  de  mundo  sesgadas, es  desconocer la propia mirada  Dios

 

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