Debemos comprender que la discusión es sobre un sistema educacional y no sobre tal o cual colegio, por eso es tan necesaria la calidad que el sistema pueda entregar.
El corazón de la reforma de poner fin al lucro, al copago y a la selección es un gran paso en materias de terminar con la segregación, que nos ha traído un sistema educacional anclado al bolsillo de los padres. Donde la educación recibida va en directa relación de la capacidad de pago de la familia de un niño y no en desarrollar las capacidades de este.
Sin embargo, nos hemos entrampado en algunos temas más bien accesorios que medulares del tema, como son la libertad de elegir el colegio, en condiciones que una familia hoy no puede seleccionar la comuna donde vive, en ciudades altamente segregadas. De esta forma, se materializa la idea de que depende del colegio donde se vaya la calidad que se reciba, lo que tiende a mantener el actual sistema más que reformarlo, ¿Por lo que deberíamos estar hablando más de una modificación que de una reforma? Por esta razón y como decía hace poco un ilustre periodista extranjero, en Chile estamos muy atrasados con esta discusión que la mayorías de los países, en condiciones similares, ya tuvieron. Así, nos perdemos en discusiones de tómbolas para elegir colegios cuando países desarrollados hace tiempo comprendieron que las escuelas públicas, por ejemplo, son asignadas de acuerdo al lugar de residencia del niño. Lo anterior supone un sinnúmero de beneficios sociales y de seguridad del menor. Menores distancias de traslado, participación familiar en la propia comunidad, sentido de pertenencia social, etc.
Debemos comprender que la discusión es sobre un sistema educacional y no sobre tal o cual colegio, por eso es tan necesaria la calidad que el sistema pueda entregar, una calidad que tenga que ver con contenidos, infraestructura, capacidades docentes, gestión administrativa, apoyo social, psicológico, pedagógico, de insumos, realidades sociales y/o regionales diferentes, etc.
Es decir, en la medida que podamos establecer estándares mínimos, comunes, alcanzables y garantizables de la educación que queremos entregar y de los ciudadanos que queremos formar, debemos hacernos todos partícipes y dejar al sistema trabajar como tal y no como un conglomerado de colegios compitiendo en pruebas como el SIMCE o la PSU, que han aportado a la competencia y segregación en niños y no hacia entregarles una mejor educación.
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Foto: @panchowatkins / Licencia CC
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