Nada mejor que ver películas gringas para entender la forma de pensar de los norteamericanos. Lo mismo puede decirse del cine italiano, de las series turcas, en general una sociedad se muestra entera a través de sus actuaciones, diálogos, guiones, tomas, colores, efectos, estética, paisajes. Se que la tv no es necesariamente un espejo de las sociedades en sí, pero harto que las reflejan.
Estando mucho tiempo en cama por una enfermedad que no viene al caso contar, reconozco que partí leyendo como loca, pirateé libros para el Kindle y termine con la vista agotada. Al final terminé seducida por la TV con seriales y películas de diversos orígenes desde rusas hasta coreanas. Confieso que no todas eran precisamente cine arte, sino historias de amor no correspondido, maltrato y abandono. ¿Por qué llegué a esto? Solo que no quería pensar en nada y estaba sumamente deprimida.Cuando veo la imagen de los zombies del fentanilo, se me desordena el marco analítico. Esos son los perdedores en EEUU y nadie parece ayudarlos y sin embargo coexisten en la sociedad del éxito. Son muchos y están fuera el mundo de los ganadores
Pero les estaba contando del cine gringo. Siempre vi todas las películas de Semana Santa, de hecho las veo hasta el día de hoy. Eran por cierto, la visión norteamericana de la biblia, los romanos, Cleopatra, Moises, la crucifixión. De ese período hay mucho que comentar, los actores de Hollywood quedaron como los gladiadores, los apóstoles, María Magdalena. Con estos rostros me imagine la vida antes de Cristo con Charlton Heston en Ben Hur, Richard Burton y Jim Caviezel, entre otros.
En mi adolescencia no había alternativa de películas en los cines y casi nada en la tv, tampoco había films para niños y adolescentes, por esa razón vi, junto a mi hermano El Resplandor como a los 14 años en el desaparecido cine Las Lilas.
Pero a lo que iba es que me impresionan los patrones de conducta siempre demasiado errados y también ingenuos, me refiero a qué los gringos suelen defender su propiedad como un bien superior a la vida: la típica imagen del sujeto con un rifle diciendo “sal de mi propiedad”, pareciendo que uno está violando lo más íntimo de la supuesta inherencia humana y esa es ante todo la propiedad privada sobre los bienes familiares: la casa, un terreno, un remolque, lo que sea que le pertenezca a una persona que habita un espacio íntimo.
Agregando además el hecho de defender la patria y el honor: todos valores difundidos en la familia, en la escuela, la iglesia y por el mismo Estado, al punto de ser un acto de nobleza pertenecer a las fuerzas armadas o ser un veterano de guerra. Ser un ex soldado, aunque haya cometido crímenes en otro país, lleva a un sujeto (sea hombre o mujer), a tener la impunidad de volverse loco por los efectos post traumáticos de la guerra y a ser perdonado por la sociedad por defender el país. Finalmente ese ex soldado es un mártir-dañado y muchas veces un enfermo capaz de matar a otros solo por el hecho de haber combatido en Afganistán, Irak, Kuwait.
El cine y la tv también son partícipes de estos valores, que por cierto siempre han existido, pero recién ahora hago la correlación de las variables de base a un país enfermo al punto de llevar aun playboy millonario a la presidencia de la nación. Es algo que hace sentido cuando los norteamericanos apoyan la guerra e incluso a un ultraderechista para conducir el país. Los gringos son extraños para nosotros y mucho más los inmigrantes a los Estados Unidos que buscan ese tipo de sociedad para vivir, estar dispuestos a padecer los avatares del esfuerzo eterno para ser aceptados socialmente e incluso para llegar a ganar dinero y tener un buen pasar, es el precio del sueño americano y muchos creen en ese sueño del mérito y el esfuerzo personal al punto de la aceptación de ser injustamente tratado.
En resumen, estos valores generan una fragmentación de lo social, aunque a veces los gringos se unan por una causa noble que los convoca actuar en forma colectiva, como, por ejemplo buscar a una persona desparecida, eventualmente asesinada. Sin embargo estas son coyunturas específicas que en nada rompen la defensa lo individual como valor supremo.
Los principios superiores son la propiedad privada, la patria y Dios (mediante la iglesia y el culto que sea). Una persona con estas tres tendencias es un norteamericano ejemplar, un ciudadano que la comunidad respeta, no es un perdedor ni un fracasado, en tanto lo dio todo por su país en la guerra. De esta manera se reproduce esa nación que es una máquina de autoempleo y emprendimiento, que forja ciudadanos honestos, pero dispuestos a todo por dinero, que su ícono máximo es la bandera, el individuo y el escudo.
Por eso me resulta tan chocante el trato impersonal y desapegado de los gringos, cada quien se las rasca con sus propias uñas, puede que ese sea un valor en sí esa característica, el ser un individuo autovalente, luchador, ganador al fin.
Cuando veo la imagen de los zombies del fentanilo, se me desordena el marco analítico. Esos son los perdedores en EEUU y nadie parece ayudarlos y sin embargo coexisten en la sociedad del éxito. Son muchos y están fuera el mundo de los ganadores, durmiendo en el suelo, caminando adormilados en circunstancias patéticas, con los cuerpos doblados, grotescamente envejecidos, estáticos en una esquina de la nada.
Eso no lo veo en la tv, no está aún en el cine y me hace pensar en los contrates de una sociedad supuestamente desarrollada. No sé cómo coexisten esos mundos con tanta diversidad, y cómo admiramos un sistema ideológico cimentado en el individuo, la familia y la propiedad, al punto que las bases conceptuales de un modelo tan ultraliberal, dice que no hay que involucrarse cuando no es tu negocio (is not my business), de mirar al lado cuando otros desfallecen.
Así se rompen los hilos cohesionadores, se fragmenta la estructura social tan de fuerte y frágil, tan de utilería, de Walt Disney entertainment. Tampoco nosotros nos salvamos de este horizonte de contrastes en Chile y el mundo, pues esto se ha convertido en lo normal. Habitar dimensiones inequívocas, impunes de los que sobran.
Solo quería hacer la reflexión en el marco de la maratón de películas gringas desplegadas en todas las redes sociales posibles, y yo acostada sin perderme ni una, haciendo reflexiones de lo ajeno en pijama, con licencia médica, deprimida, pero viva al fin.
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