Quien vistiera un jeans Lee o Levy’s a finales de los 60’ inicio de los 70’ o venía llegando de USA o su padre era marino mercante: jamás una vitrina en esos años exhibió otra cosa que no fuera el “Pecos Bill”, una tosca, azulina y ordinaria imitación que al primer lavado dejaba ver su origen humilde y trucho.
Una alternativa era ir a Arica y comprarse uno en la calle 21 de Mayo a un precio exorbitante, oneroso. Creo no equivocarme si digo que en plata de hoy en Arica un jean Lee debe haber costado unos $180.000 o $200.000.
Como en todo Chile, en esos años andar regularmente vestido en el Mery Hills de Valparaíso no era la excepción, si no la regla, y se contaban con los dedos de una mano los que destacaban por andar bien cacharpeados, independiente de la pinta que tuviesen.
Uno de ellos, a quien pinta y closets lo acompañaron siempre era mi amigo y vecino X.X.
De clase media acomodada, X.X. se paseaba por todo el Mery Hills dejando detrás de él los indisimulados suspiros de las muchachas y también la indisimulada envidia de los muchachos.
Fácilmente, XX tenía cuatro pololeos simultáneos y media docena de “pinches”. Donde flaqueaba era en relacionarse con otros jóvenes del Mery Hills, por lo que ya mencioné: despertaba una feroz envidia. Claro que amigos de su colegio tenía, y muchos.
Para finalizar esta parte amable de la historia, diré que en su closet colgaban unos 4 jeans…
La familia de XX. (y no podía ser de otra manera), manifestaba su abierta repulsa por el gobierno de la UP, y si el caceroleo comenzaba a las 21hrs., su madre, su hermana y su nana estaban aporreando ollas 5 minutos antes.
Cuando ocurrió el golpe ellos fueron de los primeros en enarbolar banderas chilenas y en echar carbón en las parrillas para celebrar como correspondía, con su asadito, tal como miles de familias acomodadas en Chile, tal como lo hizo nuestro Presidente con sus compañeros en Harvard.
Aparece una patrulla, los muchachos arrancan y uno de los policías apunta y dispara su fusil de guerra SIG (una bala calibre 7.62 te mata a 1500mts.) a la espalda de XX que no se encuentra a mas de 30mts. del carabinero criminal.
Tampoco escatimaron loas a los “salvadores de Chile” y a reclamar el “merecido castigo a los comunistas que habían hundido al país”.
En el verano del 74 mi amigo XX tomó su carpa, su saco de dormir y mochila al hombro partió a disfrutar del río y las pozas naturales de un sitio muy cercano a Valparaíso. Ya la maldición comunista era tan solo un mal recuerdo, igual que las colas y el desabastecimiento. Un joven podía ir tranquilo a veranear: el país estaba en paz y todos sus ciudadanos protegidos por los salvadores de la nación…
Nadar durante el día y disfrutar de la noche. ¿Quién a los 18 años no acompañó una fogata con guitarra, pisco o cerveza?
En eso estaban los muchachos, ajenos a que el infame toque de queda también se debía cumplir en ese solitario y apartado Edén.
Aparece una patrulla, los muchachos arrancan y uno de los policías apunta y dispara su fusil de guerra SIG (una bala calibre 7.62 te mata a 1500mts.) a la espalda de XX que no se encuentra a mas de 30mts. del carabinero criminal.
Cuando una bala de ese fusil entra por la espalda deja una marca de un diámetro no mayor a una tapita de bebida, y a su salida por el pecho, el diámetro de una tapa de olla.
Ahí, en una cálida noche de verano, a la orilla de una poza de ensueño, con todos los astros del infinito universo observando incrédulos la absurda escena, terminaron los días de mi amigo XX., el dandy adolescente del Mery Hills.
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Toda la razón Juan Pablo, corrección hecha. Gracias por el hacerlo notar.
Juan Pedro
MerRy, no Mery. Se escribe con doble R