Vivir en residencias de Sename era y es sinónimo de ser un «huacho», un «huérfano», «ser un marginal», «un oprimido», un delincuente en potencia, un drogadicto, y antes de poder haber decidido sobre mi vida, ser un niño «huacho», tal como lo planteó Salazar en su libro, era el sinónimo de no poder apropiarse de nada, no se tiene derecho para nada salvo para seguir las normas.
Ser un huacho era un producto de la criminalización de la pobreza, donde eres un objeto que podía ser sacrificado con el supuesto propósito de mantenerte con vida o más bien eras un objeto que tenía que estar bajo la premisa de «vigilar y castigar», tal como lo expone Foucault.
Niños separados de sus padres para que los tribunales definan quiénes podrían desempeñar adecuadamente ese rol, pero sin mediar la necesidad propia del niño como sujeto. Cuántos de esos huachos, por que eso es lo que era y han sido para el Estado los niños y niñas. Cuántos de ellos torturados, conducidos al suicidio, violados, abandonados para volver a ser abandonados como un trozo de carne que necesitaba ser almacenado. Cuántos de esos niños y niñas que nunca entendieron el significado de una navidad, ni mucho menos el significado de un trozo de torta en un día de cumpleaños. Cuántos de ellos han quedado en el olvido, en la marginación, en las cárceles, en constante tránsito de un lugar a otro sin entender el rumbo de sus vidas.
Quién pensaría que un huacho podría ser un profesional, un padre de familia, un presidente, un miembro responsable de esta sociedad, pero qué es ser niño y niña en este Chile, que viola y asesina. En este Chile donde los niñxs, simplemente son una materia prima que debe ser formada para contribuir a la macabra producción capitalista, y los huachos deben llenar el negocio de las cárceles o repetir la historia, y ¿Continuamos con el discurso dominante de que lxs niñxs deben ser formados?
¿Cuántos hoy en día se dan cuenta que detrás de esa beca o gratuidad, existieron generaciones luchando para que el día de hoy seas un profesional?
¿Acaso un niño no tiene forma? ¿o es el fin de la escolarización disciplinar a los esclavos de la modernidad y a sus titiriteros? ¿Cuántos hoy en día, son el primer/a profesional de sus familias? ¿Cuántos hoy en día se dan cuenta que detrás de esa beca o gratuidad, existieron generaciones luchando para que el día de hoy seas un profesional?
Por ello es una obligación y a la vez debe ser un compromiso luchar por los cambios sociales, se necesitan profesionales que no busquen engordar en los puestos públicos, necesitamos profesionales con fuego en el alma que luchen por la liberación de los oprimidos y marginales, que busquen el sentido de tener una vida auténtica y una vida auténtica la podemos entender como una vida preocupada y ocupada en el proceso de crear una nueva realidad de cada uno y no vivir una realidad ya vivida o ya dada.
Los contenidos publicados en elquintopoder.cl son de exclusiva responsabilidad de sus respectivos autores.
Te invitamos a conocer nuestras Reglas de Comunidad