#Sociedad

No podemos olvidar: el cuidado y la protección de la niñez

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Estos días han sido de tragedia, indignación y duelo. El desfile mediático de explicaciones, evasivas y justificaciones, amparadas en los protocolos institucionales y en la reconstrucción unilateral de los hechos, ventilando la intimidad de la historia de una niña recientemente fallecida, revelan el rostro más desolador de nuestro sistema de protección de la infancia: la ilusión de que la burocratización de la protección de los niños y niñas de nuestro país es equivalente a un ejercicio social e institucional de cuidado ético basado en el respeto, la dignidad y la justicia.

Cuidar y garantizar los derechos de los niños de nuestro país es un horizonte al que sólo podemos llegar en la medida que tengamos el interés de hacer de esa tarea un proyecto social que transcienda los colores políticos, los intereses de un gobierno en particular, la programación de un servicio o la agenda política de un funcionario.

La historia nos entrega evidencia, con cientos de ejemplos desgarradores, que dejar en manos de las instituciones, privadas o públicas, el cuidado y la protección de los niños no es en modo alguno garantía de protección. Es por esa razón que toda descalificación gratuita dirigida a los referentes significativos de un niño representa la desmentida que la propia institucionalidad hace de su ineficiencia e incapacidad para realizar la tarea que se le ha encomendado.

Aunque cueste asumirlo, esta muerte no es una excepción. Es la dolorosa reiteración de los signos de la precariedad y la violencia con la que históricamente ha operado un sistema que en lugar de proteger tiende a vulnerar la vida de los niños y la de sus entornos de origen. De golpe, esta muerte nos recuerda la negación sistemática sobre esta realidad y que no existe una voluntad en nuestra sociedad para transformar de raíz este problema social.

No se puede poner en duda la fragilidad histórica del sistema de protección residencial chileno y la necesidad de generar acciones concretas que modifiquen, radicalmente, una institucionalidad que en lugar de proteger termina por dañar a los niños. Son innumerables las falencias, necesidades y carencias que recaen sobre un Servicio del Estado que no puede articular ni responder a una misión tan compleja. Sin embargo, nada de eso puede llevarnos a aceptar una respuesta institucional, que desde la indolencia, naturaliza formas de violencia hacia las niñas y niños, y que al mismo tiempo no es capaz de asumir con claridad  una mínima responsabilidad frente a lo sucedido.

El cuidado de los niños debe tener un sentido profundamente ético. Requiere de un interés por el otro, de un sentido de responsabilidad, del reconocimiento y respeto por el prójimo, de sus lazos e historia. No condenemos con nuestro olvido a que estos niños y niñas vivan sin historia, sin lazos, sin futuro.

Y si bien no se trata de buscar culpables a toda costa, esta situación nos debe llevar a una reflexión como sociedad sobre el sentido que tiene para cada uno de nosotros el cuidado y la protección de los derechos de los niños, en particular de aquellos más vulnerables. Conformarnos con el silencio o la espera, mientras se realizan los procedimientos formales para determinar que fue lo que generó el desenlace fatal, es ser cómplices de una dolorosa realidad que aqueja en la actualidad a miles de niños en nuestro país.

Chile requiere con urgencia un sistema de cuidados alternativos que trate con dignidad y justicia a los niños y sus familias. Sin una sociedad sensible, comprometida y responsable del cuidado del otro no es posible construir una institucionalidad que modifique el sistema residencial vigente que tiende a separar e internar niños y niñas en nombre de la protección de los derechos.

El cuidado de los niños debe tener un sentido profundamente ético. Requiere de un interés por el otro, de un sentido de responsabilidad, del reconocimiento y respeto por el prójimo, de sus lazos e historia. No condenemos con nuestro olvido a que estos niños y niñas vivan sin historia, sin lazos, sin futuro.

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1 Comentario

peon

Estos son los resultados de planes gubernamentales aplicados por décadas
EN AUSENCIA DE DEMOCRACIA;

En ausencia de una correcta escala de prioridades, fijada por un sentido racional, aplicado por un colectivo mayor al de la cúpula de los partidos que ha gobernado,

esa sucia mafia llena de colusión que concertadamente ha mantenido la democracia alejada de los ciudadanos

y ha tomado decisiones por todos acerca de qué se hace y qué no se hace con el Presupuesto Nacional…

———____________________—–

Veámoslo de esta forma, si usted tuviera poder para asignar de una manera distinta el Presupuesto Nacional:

¿Qué haría para mejorar la condición de los niños que sufren alguna clase de abandono o falta de atención que usted considere importante…?

¿Qué porción de cien mil millones de dólares le asignaría usted para solucionar ese problema?.

¿Cree que el Presupuesto Nacional debe tener un sentido de prioridades sociales para determinados grupos de personas?…

___________ Estas son cosas de las que no nos ocupamos, por la falta de democracia y la falta de participación y adiestramiento ciudadano para preocuparnos de nuestro Presupuesto Nacional

el hito máximo que involucra anualmente una de las mayores decisiones de Estado

en el que la gente común nada tiene que decir, porque no tiene dónde hacerlo, ni quién se lo provea y el sistema de los partidos politicos se lo niega…