Ese día, al entrar al Hogar, lo primero que veo es su carita. Su mirada, que contiene la pureza y la tragedia del mundo, el gesto que esconde la necesidad del amor y afecto. Me cuesta reponerme porque sé que en él el reloj es implacable y que el tic tac es la espera del tiempo que avanza sin familia. Quienes tenemos la oportunidad de conocer algún Hogar de Niños conocemos el rostro de los niños institucionalizados. Los guiños que se repiten y se vuelven comunes en ese lugar. También sabemos las secuelas de la institucionalización porque, claro está, no es lo mismo haber vivido cinco años en una familia que cinco años en un hogar.
Y la realidad de la adopción en Chile es dura: los trámites desalientan, el reloj avanza, los amigos preguntan, la sociedad presiona y los niños siguen esperando. El proceso de adopción es complejo y estamos tan mal interiorizados en su forma, que muchas veces lo idealizamos pensando que amor y ganas son lo único necesario para concretar un enlace. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el daño del niño es tan grande que es necesario que “aprenda y vuelva a caminar” para que logre confiar y comenzar a vincularse, a re-vincularse.
Por estos días, la necesidad imperiosa que tenemos los padres de que nuestros hijos sean los más brillantes en todo, está llegando a una competitividad extrema. Y esta presión en los niños institucionalizados puede ser incluso mayor, ya que el deseo de cumplir con las expectativas de sus padres y del entorno, pueden generar un estrés y agobio que podría repercutir fuertemente en su desarrollo cognitivo.
Es cierto, las capacidades cognitivas de los niños se relacionan mucho con las posibilidades que tengan para desarrollar sus potencialidades y de la estimulación que reciban. En el caso de los niños institucionalizados, uno puede escuchar a las mamás diciendo: “recibí a mi hijo a los 18 meses y no hablaba nada. En menos de diez días de estar con nosotros, no lo podía hacer callar”. Y es verdad: una de las consecuencias cognitivas de la institucionalización son la deprivación sociocultural (carencia o falta del contacto social necesario para generar, entre otras cosas, mecanismos de aprendizaje) y la falta de estimulación cognitiva.
Claro que es importante dejar claro que esto no ocurre siempre y el tema es caso a caso, pero la realidad chilena es que en muchos hogares las condiciones no son óptimas para el desarrollo integral de un niño. Y así, al hecho de permanecer en una institución por largo tiempo -lo cual ya es un factor de riesgo en sí mismo-, se suman otros elementos, como el tiempo de permanencia, la cantidad de tías cuidadoras por niño, la calidad de los vínculos con las cuidadoras, entre otros.
Entonces es claro: la institucionalización, entre otras cosas, dificulta el desarrollo integral de los niños, y de esta forma, nos vamos encontrando con menores que presentan un importante retraso en sus capacidades cognitivas, únicamente por la falta de estimulación, atención y oportunidades para desarrollar habilidades con las que seguramente cuentan.
La institucionalización dificulta el desarrollo integral de los niños, y de esta forma, nos vamos encontrando con menores que presentan un importante retraso en sus capacidades cognitivas, únicamente por la falta de estimulación, atención y oportunidades para desarrollar habilidades con las que seguramente cuentan.
La pregunta se hace un poco obvia, ¿por qué estamos institucionalizando a nuestros niños? Y las razones son diversas: abandono, casos de violencia intrafamiliar, problemas de drogas, entornos de riesgo, entre otras. Siendo así, se entiende que existen poderosos motivos para sacar a un niño de sus ambientes -a veces nocivos- y llevarlo a un hogar. Pero, ¿cómo es posible que ese “paso” por el hogar, termine en años de institucionalización? ¿Cómo podemos permitir que un menor viva los años más importantes para su desarrollo lejos de una familia?
Y ahí nos encontramos con el problema de fondo: no existe la voluntad de hacerse cargo real de esos niños, con programas de rehabilitación familiar eficaces y con un sistema de adopción que ayude a cambiar sus vidas. Vuelvo a mirar su carita y me pregunto: ¿qué es la igualdad? Luego cierro la puerta del hogar tras de mí y regreso mi casa, a regalonear una siesta de sábado por la tarde con mi familia. Mientras pienso que todos esos niños que están institucionalizados son iguales a tu hijo o a mi hija. Aman de la misma forma y tienen las mismas necesidades.
Entonces, no puedo dejar a otro la responsabilidad que hoy siento como propia. Y es que tengo que ser capaz de mirar esa carita y decirle a ese pequeño que el tiempo no pasa en vano, que el tic tac del reloj es el canto de un pájaro y que el amor ya está por llegar. Porque pronto, muy pronto él también podrá jugar con sus hermanos, reír junto a sus papás y dormirá también una siesta de sábado con su familia.
Ma. de los Ángeles Schulz, Apoyo Adopción
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silvia albornoz
Hola:
He ido leyendo sus publicaciones y aún no me queda muy claro el objetivo o el deseo de fondo; si es buscar una incidencia política para que se acorten los tiempos de espera de un niño a niña en un centro, si es impulsar que el Estado modernice sus procedimientos hacia lxs postulantes y el proceso mismo, si es que es cuestionar la institucionalización y a través de ello estimular un impacto de cambio, si es impulsar que la adopción igualitaria u otro objetivo, o todo esto.
Pienso que en rigor muchx gente apoya la adopción.
Si el objetivo es apoyar la adopción; creo que es algo que si está presente en la sociedad, apoyarla.
Son los procedimientos actuales de adopción los que se muestran en la vitrina de la critica porque y coincido, funcionan con una dinámica burocrática que no hace mas que retrasar el encuentro amoroso entre los niñxs y los padres o madres o padre o madre que desean vivir la crianza y la construcción que eso significa para la vida de la familia.
Lo que me duele un poco, al leer sus textos, es que me queda como un gusto amargo que se relaciona con poner como argumento a los niñxs «hablar de retrasos cognitivos o presión en los niños» , cuando son los adultos y sus expectativas quienes ponen esa presión.
Entonces, no se..cual es la idea….
Gracias
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Hola Silvia. Muchas gracias por tu comentario y por interesarte en nuestro tema.
Como hemos expuesto acá en los textos, somos un grupo en proceso de formación; estamos reuniendo personas y tratando de consolidar esta agrupación. Nuestro principal y más inmediato objetivo es concientizar sobre la importancia de cambiar el sistema de adopción en Chile. Ahora, ¿Cómo haremos eso? Uno de esos canales, es lo que hacemos acá; también las redes sociales nos ayudan; cartas a la Presidenta; etc. Obviamente estamos comenzando, somos amateur y vamos paso a paso. En un futuro pretendemos organizar actividades de mayor impacto. Lo importante acá es que todos entendamos que la ley actual no va de la mano con la realidad de los niños; y que sus tiempos no son los mismos que los de los adultos. Ayer mismo hablaba con una persona y me decía que no entendía por qué los procesos de adopción demoraban tanto tiempo, si habían tantos niños en los hogares. Y ahí hay que explicar que no todos los niños que viven en hogares, son declarados susceptibles de adopción; y que hay más papás que hijos o hijas. Entonces, el desconocimiento frente al tema pasa por toda nuestra sociedad; y es importante dar a conocer para sensibilizar y luego movilizar al cambio.
Y el nombre, lo buscamos como algo que fuera fácil de llegar a las personas, y pensando también en un futuro, ampliar nuestros objetivos a actividades que se relacionen con la adopción.
Saludos!
Edoardo Tosti-Croce A.
Estimada Ma. de los Angeles:
felicitaciones por tu claro artículos sobre los niños «olvidados» y el certero análisis que haces de las secuelas que la vida institucionalizada deja.
Para quienes conocemos por dentro la realidad de los hogares (o «residencias») dependientes de la red Sename (es decir subsidiados con lo que pagamos en impuestos TODOS los chilenos), inicialmente se nos hace difícil entender el por qué las cosas se hacen de esa manera tan dañina para esos miles de niños(as) que, SIN TENER RESPONSABILIDAD NINGUNA, tuvieron la mala suerte de nacer en un medio poco apto o derechamente de alto riesgo.
Somos muchos los que pensamos que, quien sabe en cuantos casos, el remedio («protección») fue peor que la enfermedad y en muchos casos los(as) protagonistas ni siquiera están para contarlo, ya que terminaron muriendo dentro de un sistema que se suponía debía protegerlos(as).
Con ya algunos años de vida y más de 15 de conocer muy de cerca esta realidad los niños(as) institucionalizados, he llegado a la (muy triste) conclusión de que si las cosas se hacen de este modo, no es por sólo por indolencia, ignorancia o mala voluntad: me he convencido que hay muy «buenos» motivos económicos para que las cosas sigan siendo así: con cerca de $200.000 por niños(a)/mes, esto rápidamente se convierte en un buen negocio, cuando un «hogar» puede acoger algunas decenas de ellos (algunos llegaron a tener cientos). Por favor lee:
http://ciperchile.cl/2013/07/29/ninos-invisibles/
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Gracias Edoardo por tu comentario y por también sentir propia esta problemática. No es fácil lograr que las personas entiendan lo que estamos (no) haciendo por nuestros niños, y las consecuencias de un vida institucionalizados. Estamos leyendo tu columna en Ciper y de igual forma te invitamos a seguirnos en https://www.facebook.com/ApoyoAdopcionChile/?ref=hl
Saludos!
Elusabeth Wettig
Soy directora de la Corporacion Niños de Puerto Varas y estamos apoyando a un hogar de menores de la Fundación Verbo Divino. Nos damos cuenta que todo esto es verdad y quisiéramos que el Sename fuera más activo en las causales de adopción y que trabajen más intensamente con los verdaderos padres. Quisiera participar de vuestra «apoyo adopción». Indíquenme como. Saludos