¿Usted vio el Informe Especial sobre la Coordinadora Arauco Malleco? Si no lo ha hecho, búsquelo en Youtube y véalo. Vale la pena. Más allá de lo que opine sobre el conflicto en la Araucanía, vale la pena porque es como viajar a otra galaxia. Caminatas en la oscuridad, bosques impenetrables, hombres armados, un ideario radical y amenazante; es mirar una película de acción o un capítulo documental de Vice… pero made in Chile. La verdad es que uno no puede creer que esto exista en nuestro país.
¿Y leyó las declaraciones posteriores del Intendente de la Araucanía Andrés Jouannet? Si no lo ha hecho, búsquelas en internet y léalas. Es como viajar al universo paralelo de nuestros gobernantes, donde es normal despotricar barbaridades a viva voz. Aunque posteriormente se desdijo en parte, sus primeras palabras cargadas de ignorancia, racismo y frustración dan cuenta del nulo diálogo y entendimiento entre dos culturas.
Tanto la CAM como el Intendente representan dos caras de un mismo conflicto, y grafican fielmente lo lejos que estamos de siquiera comprenderlo. Solucionarlo, ni lo sueñe. Nuestra mentalidad de isla nos hace imposible entender que hay un OTRO. Y en esta negación de la otridad, o de la morenidad como dirían algunos autores mapuche, ya llevamos más de 120 años. Para ser más exactos, desde que decidimos llamarnos chilenos, allá por los albores del siglo XIX.
Porque ese es el problema de fondo que, como sociedad, no queremos asumir: acá hay dos culturas, dos maneras de ver el mundo, dos cosmovisiones distintas y muchas veces antagónicas. Dos culturas que no se entienden, no hablan el mismo idioma, no reconocen una historia común. Pedir que haya entendimiento hoy es francamente surrealista, porque el diálogo, sin el abrazar ni reconocer la diferencia, NO es posible. ¿No cree usted?
Se equivoca la CAM al escoger la violencia como método de presión; algunos la apoyan, otros la califican de terrorismo, pero en la realidad ha demostrado ser una respuesta que ha terminado por destruir no solo la frágil convivencia regional, sino también las legítimas aspiraciones del pueblo mapuche.
Se equivoca la CAM al buscar imponer la violencia como única salida; algunos dirán que la indolencia y racismo del Estado los ha llevado a tomar las armas, y otros, como el Intendente, dirán que sólo son lumpen. Pero la violencia sólo genera más violencia, y si efectivamente lo que buscan es territorialidad y autonomía, así no van a conseguirla. Porque, y creo usted estará de acuerdo conmigo, NADA justifica la violencia.
Se equivoca el Intendente Jouannet al creer que Chile es uno solo y somos todos iguales. El tiempo ha demostrado que eso es una gran mentira. Chile es la suma de diversas comunidades, etnias y grupos culturales que aún luchan por mantener vivas sus tradiciones dentro de nuestro país. Lo invito a usted a darse una vuelta por esta larga y angosta franja de tierra para que se de cuenta de nuestra realidad.
Porque ese es el problema de fondo que, como sociedad, no queremos asumir: acá hay dos culturas, dos maneras de ver el mundo, dos cosmovisiones distintas y muchas veces antagónicas. Dos culturas que no se entienden, no hablan el mismo idioma, no reconocen una historia común.
Se equivoca el Intendente Jouannet al decir que no reconoce la demanda del pueblo mapuche. Con sus declaraciones nos da a entender que el Estado ha escogido avalar, y lo lleva haciendo durante décadas, la destrucción y desaparición de la cultura mapuche y de cualquier otra cultura, comunidad, pueblo o etnia que tenga una visión de mundo diferente a la que nuestro Estado busca imponer. Y más aún si esa cultura ha decidido enfrentarse al poder político y económico de nuestro país. La criminalización social, la militarización de la Araucanía, el racismo de nuestro sistema legal, el silencio cómplice de nuestros gobernantes, son sólo el reflejo de la decisión de nuestro Estado de no tolerar ni reconocer la diversidad.
¿Es tan difícil entender que hay gente que piensa distinto? ¿Qué quiere vivir de acuerdo a sus tradiciones y preceptos? ¿Qué se relaciona con la naturaleza, con la tierra y con el mundo de manera diferente a la nuestra? ¿Es tan difícil entender que Chile NO es una sola cultura, sino que es la suma de varias, algunas originarias y otras importadas, que han ayudado a forjar nuestro país? ¿A qué cresta le tenemos miedo pregunto yo?
Créame usted que no existe una sola forma de ser chileno. La gente de Chiloé es distinta de la gente del norte; los santiaguinos somos distintos de la gente de Magallanes. Esa es una realidad; esa es nuestra realidad. Y para mi, una de nuestras mayores riquezas como país es precisamente esta diversidad.
Por eso, tanto el Intendente como la CAM se equivocan rotundamente, ya que encarnan visiones que la mayoría de los chilenos hoy no compartimos. Nada justifica la violencia que la CAM encarna, y hoy muy pocos ven en la vía violenta la manera de solucionar los conflictos. Y también hoy somos mayoría los que exigimos un nuevo trato, un respeto y reconocimiento irrestricto a nuestra diversidad como nación. Yo no tengo miedo de mirarme al espejo y verme tal cual soy: moreno, mestizo, fruto de la juguera de las razas. Porque somos, quiéralo el Intendente o no, un país multicultural.
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