Enorme revuelo ha causado la decisión regional de no aprobar el proyecto minero Dominga, ubicado en La Higuera, Cuarta Región. Proyecto con una inversión de más de 2500 millones de dólares, y que esperaba generar miles de puestos de trabajo.
No haré un juicio del proyecto, ya que no lo conozco lo suficiente. Mi madre, en cambio, lo conoce al dedillo. Ella, sabia, brillante y digna de mi más absoluta admiración, me comentaba con pena el fallo, ya que según ella era un proyecto que había seguido todos los pasos que la ley dicta para respetar a la comunidad y el medio ambiente, e iba a traer empleo e inversión a una región más bien alicaída.
«Aún cuando Dominga cumpla todos los estándares de nuestra legislación, y aún cuando pueda traer riqueza cuantiosa e inmediata a la zona, si un solo error ambiental ocurriera, si una sola negligencia llegase a afectar la Reserva, no sólo habremos destruido un ecosistema de valor universal, sino que todo el desarrollo futuro de la zona quedaría para siempre sepultado»
Tal fue el impacto de la decisión, que la comunidad está bastante dividida entre quienes veían con buenos ojos las nuevas oportunidades que este proyecto traía consigo, y quienes han puesto su preocupación en el resguardo del maravilloso patrimonio natural de la zona: la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt. La empresa, en su página web, habla de las bondades del proyecto y de todas las acciones que han tomado para salvaguardar el medio ambiente único que lo rodea. Se han acusado presiones de ambientalistas, del gobierno, que Piñera está metido, que Girardi usó sus tentáculos para parar el proyecto amenazando con querellas, y cuántas otras pequeñeces que sólo han empobrecido la discusión. Porque, finalmente, Dominga, al igual que Chiloé y tantos otros casos, debe llevarnos a reflexionar sobre qué tipo de desarrollo buscamos como país.
Algunas preguntas para pensar: ¿es razonable rechazar un proyecto que ha sido aprobado en sus instancias técnicas y medio ambientales? ¿Es razonable aprobar un proyecto minero, con todo lo que ello conlleva, a sólo 32 kilómetros de una reserva única en nuestro país? ¿Es imperativo seguir pensando el desarrollo como algo inmediato y a corto plazo, o podemos pensar un desarrollo sustentable respetando a las comunidades y el medio ambiente de un lugar?
Tal como comenté antes, no haré un juicio del proyecto. Y, a pesar de las razonables dudas que genera el estándar chilensis de nuestra legislación, no tengo por qué no creerle a nuestras autoridades ambientales cuando me dicen que Dominga puede operar y que no generará un daño al ecosistema único que ahí habita. Por ello, ¿es correcto parar estas iniciativas de inversión si nuestra legislación las aprueba? Pero, por más bien que se haga, siempre la minería deja huellas en el medio ambiente, y eso hay que asumirlo como un costo que pagamos todos. ¿Estamos dispuestos como país a correr ese riesgo en el caso de Dominga? Yo esperaría que no. Por lo que significa para nuestro país, y nuestro sobreexplotado y agotado planeta, el cuidado de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt.
Todas estas preguntas llevan a cuestionarnos qué desarrollo queremos, y a preguntarnos hasta cuánto más nuestros recursos podrán aguantar nuestro loco ritmo de crecimiento desmedido. Por eso me llama la atención que a nadie le haya preocupado que el proyecto contemplaba una duración de un poco más de 26 años. Es decir, cuando yo tenga 58 la mina Dominga ya no estaría produciendo. ¿Vale la pena arriesgar a una comunidad y a un medio ambiente único por 26 míseros años? ¿No será mejor pensar en un desarrollo sostenible a largo plazo, basado en el turismo y en el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales? Aún cuando Dominga cumpla todos los estándares de nuestra legislación, y aún cuando pueda traer riqueza cuantiosa e inmediata a la zona, si un solo error ambiental ocurriera, si una sola negligencia llegase a afectar la Reserva, no sólo habremos destruido un ecosistema de valor universal, sino que todo el desarrollo futuro de la zona quedaría para siempre sepultado.
Pase lo que pase en el Consejo de Ministros, creo que la pregunta que nuestros honorables, y nuestros empresarios, políticos, comunidades y líderes sociales, deben hacerse es muy simple: ¿qué tipo de desarrollo buscamos para Chile? Hoy muchos países del mundo se hacen la misma interrogante, y están apostando por un desarrollo sustentable con el medio ambiente, las comunidades locales y las formas de vida tradicionales, y han dejado de mirar el desarrollo como el mero crecimiento económico desmedido, sino como una oportunidad centrada en las personas.
Comentarios
20 de marzo
Toda actividad humana genera contaminación. Para tener un sistema impoluto, se debe prohibir el acceso a la humanidad al sector en cuestion; lo cual es , claramente, un sinsentido. Entonces el problema radica en cuanta y que contaminación se está dispuesto a aceptar. Y para ello se fijan parámetros que las empresas deben estudiar cuando hacen su estudio de impacto ambiental.
Lo de Dominga es complejo por cuanto se piden mil y un estudios, etc,etc…y aún así se rechaza porque a algunos no les parece. Eso es lo complejo en Chile. Que no se pueda hacer nada porque siempre va a haber alguien que se oponga es un cañonazo al desarrollo, que no se verá ahora, pero si despues.
+1
21 de marzo
La búsqueda de un desarrollo que tenga sentido racional, debiera satisfacer amplios criterios de consideración de ideas y factores. Uno de ellos es la apertura con la que se produce. Otro, la herramienta con la que se hace. De la apertura sabemos que todo se cocina en el trio Congreso Senado Presidencia y ya tenemos una idea de lo que privilegian esas instituciones. De la herramienta podemos decir que no es amplia. Que no es abierta; que no considera más posibilidades. Que no las busca. Que no ofrece encontrarlas. Que no abre puertas para que se hallen. Que no ofrece organización y metodología a esa búsqueda…
Dicho esto, evaluemos. ¿Podemos responder a la pregunta sobre el tipo de desarrollo que queremos, si esto es algo que no se debate a nivel nacional con una herramienta institucional adecuada para hacerlo?.
Yo entiendo que a las posibilidades las limitan restricciones. Una de ellas hoy, si se quiere hablar de sustentabilidad (en el tiempo), de un sistema capaz de albergar vida y proporcionar estabilidad y bienestar a las personas, es el calentamiento global. Si lo consideramos como una restricción, considerando que a 20 ó 30 años toda clase de crecimiento polutivo constante será insostenible en el tiempo, debemos procurar evitar las actividades que lo aumenten.
Visto así, mejor sería vivir con lo básico que en un mundo castigado por los efectos del C.G., mismo que se predijo dejaría ver sus efectos mayoritaria y principalmente en Perú. Y eso ya está pasando.
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