Si usted ha leído alguna de mis columnas anteriores, sabrá que en mi humilde opinión somos un país racista. Por lo menos, a mí, no me cabe ninguna duda. Y hoy, donde el triunfo de Trump y su discurso xenófobo y racista, tímidamente replicado por dos precandidatos a la presidencia acá en Chile, ha calado hondo en nuestro imaginario colectivo, me hacen pensar que muy equivocado no puedo estar.
Si usted ha leído alguna de mis columnas anteriores sabrá, también, que el racismo es el fuego silencioso que alimenta las llamas de un conflicto en la Araucanía que no tiene por dónde resolverse. Y casos de abusos policiales, torturas, racismo en el sistema judicial, y muchos otros, han sido largamente documentados y ya a nadie le sorprenden.Hace poco la Corte Suprema acogió, por unanimidad, el recurso de amparo de Lorenza estableciendo que efectivamente el actuar de Gendarmería no fue solo mera idiotez, sino un acto de profunda discriminación y racismo. Más simple, por el sólo hecho de ser mapuche fue humillada.
Pero el caso de Lorenza Cayuhán, la mujer que debió dar a luz engrillada y vejada, como si fuera animal de matadero, creo que ha superado cualquier lógica o explicación, y por lo menos a mí me ha conmovido como pocas veces. Porque ya la humillación es mucha. El dolor es grande y nadie puede quedarse indiferente ante este hecho.
La condena pública, de la sociedad misma, ha sido fuerte y evidente. La condena de nuestras autoridades, inexistente. Total, es una simple comunera mapuche condenada a vivir bajo un sistema racista y violento.
No creo sea necesario entrar en detalles de la situación, ya son conocidos. Pero sí creo fundamental que de una vez por todas abramos los ojos ante el racismo que inunda las tierras del sur, y que hoy amenaza con extenderse a todo Chile. Y usted podrá decirme que exagero, que no es racismo, que no es más que estupidez policial, un caso aislado. Pero déjeme explicarle por qué esto es simple y puro racismo.
Hace poco la Corte Suprema acogió, por unanimidad, el recurso de amparo de Lorenza estableciendo que efectivamente el actuar de Gendarmería no fue solo mera idiotez, sino un acto de profunda discriminación y racismo. Más simple, por el sólo hecho de ser mapuche fue humillada. Si usted lee los informes de Gendarmería durante ese día, no hay momento en que a Lorenza no se le denomine como “comunera mapuche”, como si su raza determinase su destino. Le comparto sólo un botón de muestra:
“Interna que debe ser trasladada al servicio de urgencias del Hospital de Arauco, se adjunta salida al hospital, ojo interna comunera mapuche, adoptar las medidas de seguridad correspondientes» (lo surrealista es que las medidas de seguridad correspondientes fueron mucho más salvajes y duras que las asociadas a su delito).
Nunca se refirieron a la mujer por su nombre, despojándola de la más mínima dignidad. En todo momento se le trató de “comunera mapuche”, “condenada”, “condenada perteneciente a comunidad mapuche”. Un mínimo de comprensión lectora le hará ver que, a ojos de nuestro sistema, ser mapuche y vivir en una comunidad es sinónimo de delincuente, de peligro para la sociedad.
De a poco nuestro país avanza, y hoy estos actos no pueden, y no deben, quedar impunes. Y la condena de nuestra sociedad debe ser fuerte y sin vacilaciones, para que quienes lamentablemente nos gobiernan sepan que hoy Chile NO va a permitir el racismo ni la discriminación.
¿Le cuento algo más? Hace poco me enteré que voy a ser padre por primera vez. A pesar de mi profunda alegría, no dejo de pensar el dolor que sentiría al ver a mi mujer dar a luz, en el momento más bello de ser madre, engrillada y humillada. Ruego que a todas nuestras autoridades, cuyo silencio cómplice me avergüenza, nunca les pase lo que a Lorenza.
A propósito, y para todos los pro vida de cartón que inundan las redes sociales, hubiese esperado una respuesta enérgica, o en realidad un mísero comentario, al hecho de que un ser humano haya debido nacer en tan viles condiciones.
Comentarios
02 de diciembre
Una indignacion terrible es me envuelve cuando leo acerca de lo sucedido a Lorenza Cayuhán y el trato que se les da en general a los integrantes del [pueblo mapuche. Pero esta en las manos de cada una de las madres de enseñar e inculcar a los niños acerca de los valores verdaderos con que ellos deben de crecer. Y no solo me refiero al racismo en contra de nuestros pueblos indigenas en general sino de todo aquello que va en contra de los valores e imagenes absurdas y falsas de que la piel, los ojos, el pelo claros dan o tienen mas valor que el de uno mismo. El machismo y la violencia en contra de la mujer no existira de la forma que existe si no fuera porque nuestras madres han dejado ciertas enseñanzas y valores en manos de tios, padres y amigos de la calle, consecuencias que hoy dia todos lamentamos. Vivo fuera de Chile y mi mas grande orgullo ha sido al conversar con el indio americano, haciendoles saber de los valores del pueblo mapuche, de su pasado aguerrido y de los retos de una sociedad racista y descriminatoria que ignora que la gran mayoria tiene sangre mapuche pero que prefiere ignorarlo. Orgullosos deberian de tener la sangre de un pueblo derrotado y descriminado pero que no se ha vencido y unico en el mundo entre los nativos que derroto un imperio: el español. Gracias por sentrise solidario del gran pueblo mapuch.
0