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La gente ha empezado a notar que el alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, tiene una tribuna preferencial en los medios de comunicación masiva. Pasa gran parte del día opinando en matinales de la televisión abierta, sobre diversos temas; desde la crisis mundial, hasta como cocinar su receta preferida. Muchos justifican el espacio entregado al ex candidato presidencial, por tener en su comuna, un alto número de contagiados de Covid-19 y una prolongada cuarentena total. No obstante, la recargada presencia del supernumerario del Opus Dei, en la pantalla, viene desde hace bastante tiempo.

Los medios de comunicación siempre encuentran una excusa para entrevistar a Lavín. Solo por recordar algunas masivas e injustificadas coberturas de los medios, fue cuando pintó un paso cebra, que a cierta distancia y mirándolo con bastante paciencia, parecía de tres dimensiones. ¿Por qué a la prensa le llama la atención la pintura de un paso cebra y no las calles y veredas sin pavimentar en muchas poblaciones de otras comunas?

Otro tema país, fue la implementación de drones de vigilancia. Hubo un extendido debate en la televisión, sobre el exceso de vigilancia sobre las personas. Pero nunca ha sido un tema país, la nula respuesta de las policías en zonas urbanas, donde el estado está absolutamente ausente. También acaparó pantalla, cuando importa a su comuna la farmacia popular, algo que hicieron otros 144 alcaldes y alcaldesas, pero en el caso de Las Condes, lo medios informaron cada detalle, haciendo notar lo importante que es informar sobre el nuevo beneficio a los ciudadanos. Por una extraña razón los medios le celebran cualquier chiche que luzca el reconocido miembro de los Chicago Boys.

El problema no solo está en los dueños de los medios de comunicación, sino también en los propios periodistas.

En el periodismo existen baluartes del progresismo. Profesionales que constantemente están enfrentando y denunciando al poder. No obstante, también pertenecen a la élite. Jamás sentirían que el tema país, es la pobreza. Se enteraron que la diferencia del presupuesto por habitante, entre los municipios mas ricos y los más pobres es de 8 veces, pero no les pareció lo suficientemente relevante como para ejercer presión. Su mundo empieza y acaba en el barrio alto. No se dan cuenta que si se sacan las tres comunas más ricas del país, queda un paisaje sudaca, tercermundista y bastante pobre. La pobreza y las carencias de la clase trabajadora siguen subrepresentadas y tapadas por polémicas pirotécnicas.

No se dan cuenta que si se sacan las tres comunas más ricas del país, queda un paisaje sudaca, tercermundista y bastante pobre

¿Por qué la élite no vio venir el estallido social de octubre 2019? Porque en Chile, nadie quiere ver el drama social. Se inventaron un cuento de un país lindo y desarrollado, donde los temas a solucionar, ya no son las necesidades elementales de sus habitantes, sino asuntos futuristas de sociedades desarrolladas. Entrevistar a los alcaldes de las comunas ricas, o hacer notas de cosas triviales en una calle de Las Condes, les permite mostrar como telón de fondo un paisaje urbano moderno, limpio, con personas saludables, paseando mascotas por hermosos jardines verdes. Jóvenes profesionales en Scooter no contaminantes y ancianos disfrutando de una caminata sin preocupaciones por el parque.

En cambio entrevistar a un alcalde o alcaldesa de una comuna popular, les derriba su mundo. Los saca de su estado confortable y no saben mucho que decir. Entonces es cuando lejos de tomar los temas de la gente común como una bandera de lucha, sencillamente con cierta lástima e incomodidad, lanzan frases de cierre bastante poco esperanzadoras: “Acordémonos que existen otros chilenos que no lo están pasando tan bien”, “siempre es bueno recordar que no todos tienen los medios para enfrentar de la misma forma…”, “como medio pluralista hemos querido dar espacio a quienes sufren el drama de……..”, y rápidamente pasan a la siguiente tema. Donde la falta de servicios, infraestructura, desaparecen. Los barrios sin seguridad, tomados por el narcotráfico y la delincuencia se alejan. El lamento de los jubilados, de los allegados, de los campamentos, de los enfermos, se apagan, se postergan, se tapan con el mundo feliz del barrio alto.

Llegó la hora de apagar la televisión. Tomar las banderas de las luchas clásicas e históricas de la clase trabajadora. Porque si se trabaja a tiempo completo y no alcanza para lo básico, es porque alguien se está quedando con más de lo justo y está abusando deliberadamente de cada trabajador y trabajadora. Se deben encontrar nuevas formas de lucha, para que las justas demandas de la mayoría de los chilenos y chilenas, no sean postergadas por otro siglo más.

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J.A.

J.A.

Probablemente al igual que Ud. , cuando veo a este y otros personajes aparecer en la televisión abierta o en un programa de radio, me complico, se me sube la bilirrubina. Ahora sobre el fondo de su visión país, ¿porque no despega el resto?, es un tema complejo, pero creo que hay al menos cuatro factores a considerar, uno, no somos creativos y mas encima somos envidiosos, con escasas excepciones no se nos ocurre nada, dos, el estado lo ha hecho mal, siempre ha apostado por los mínimos, piensa en chiquitito, tres, a la clase política le interesa el asunto, si no hay pobres no hay negocio, lo intentaran todo para que sigamos pobres, y cuatro, los mas ricos tienden a juntarse por motivos de seguridad, eso aquí y en la quebrada del ají.