#Sociedad

A dignificar la labor docente

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La pandemia que hoy vivimos ha logrado remecer varios ámbitos de nuestra sociedad. Sin duda alguna, uno de los sectores que se ha visto más sacudido por ella, ha sido el mundo de la educación. Así, la crisis sanitaria ha traído consigo una búsqueda y una improvisada reinvención que, sobre la marcha nos ha llevado a repensar todo el engranaje del sistema educativo.

Este complejo escenario ha desafiado a quienes formamos parte de este mundo, especialmente a los y las docentes, a reinventarse. Hemos dedicado este tiempo a autoformarnos en distintas áreas, tales como: tecnologías, educación en tiempos de crisis, apoyo emocional y psicosocial, innovación pedagógica, didáctica, entre muchos otros.

Dicho proceso de autoformación ha corrido en paralelo a una nueva forma de trabajo; planificando, creando material didáctico, haciendo clases on line y participando de extensas reuniones, a través de diversas plataformas digitales; todo esto desde la (in)comodidad del hogar, ya que el espacio laboral ha invadido el espacio familiar y personal, haciendo difícil establecer el deslinde entre uno y otro.

En este contexto, tanto el computador, como el celular, se han transformado en herramientas fundamentales. Así, quienes funcionaban con sistemas de prepago, han debido contratar planes de internet, para desarrollar las labores propias de su trabajo.

De esta manera se ha logrado sacar adelante el proceso de enseñanza-aprendizaje; pese a las cuarentenas, los y las estudiantes y sus familias han encontrado en estos canales, la posibilidad de conexión con la escuela. Sin embargo, al enfrentarse por primera vez a un panorama tan distinto al habitual, pocos han sabido utilizar prudentemente estos dispositivos.

Los profesores y profesoras hemos visto colapsar la memoria de nuestros celulares, por la cantidad de documentos e imágenes recibidas; pero eso no es todo, los mensajes y llamadas no tienen horario, muchas veces son enviados de noche o incluso de madrugada. Por lo tanto, la jornada laboral se ha extendido más allá de los límites saludables, generando un peligroso desgaste para el profesorado.

Pese a todo y más allá de nuestra situación personal, muchos y muchas han promovido instancias de colaboración, preparando canastas familiares para ir en apoyo de los más golpeadas por la pandemia.

Asimismo, considerando que hay estudiantes que no cuentan con internet, otros tantos se han desplegado por los territorios, para llevar guías y portafolios hasta los propios hogares.

Gracias a los webinars, charlas y capacitaciones, hemos dimensionado también el impacto psicológico que esta crisis tiene en las vidas de nuestros alumnos y alumnas, por lo que, a riesgo de postergar a nuestras familias, hemos dedicado varias horas del día a brindar el apoyo emocional necesario.

Los y las docentes de Chile merecemos un trato digno; tenemos el respaldo de nuestro trabajo y de nuestra profesión, una de las pocas que, en un mundo obsesionado por cuestiones materiales, sigue poniendo de relieve principios y valores fundamentales para la gestión de una sana convivencia. 

Con todo, a final de año, viéndonos presionados a responder al sistema evaluativo, nos hemos visto obligados a buscar alternativas para generar oportunidades que permitieran a varios de nuestros estudiantes, ser promovidos/as de curso. Oportunidades que la mayoría de las veces implican un trabajo extra de preparación y revisión de material.

Sumemos a todo lo anterior, que este complejo proceso se ha dado en un contexto de incertidumbre en todos los ámbitos y preocupación por la salud de familiares, estudiantes y amigos.

Por su parte, las autoridades solo se han dedicado a ejercer presión permanente por el retorno a clases, pese a que no existen garantías suficientes y, por el contrario, a pocos días de comenzar el año lectivo se vive una atmósfera de total inseguridad. Se argumenta la importancia de la educación, pero no se plantea en ningún momento la posibilidad de invertir un solo peso, para otorgar las condiciones mínimas que posibiliten el funcionamiento en el nuevo escenario.

Como si esto fuera poco, el profesorado en Chile ha debido soportar el constante ninguneo de la prensa y de algunos actores políticos, quienes, sin siquiera conocer la labor pedagógica, se dan la licencia de criticar, con todo desparpajo, el enorme trabajo que se ha llevado a cabo.

Por todo ello, no solo son inaceptables los dichos del senador Moreira, es inaceptable también la indulgencia de los medios de le dan tribuna, transformándose en cómplices de su despropósito.

Los y las docentes de Chile merecemos un trato digno; tenemos el respaldo de nuestro trabajo y de nuestra profesión, una de las pocas que, en un mundo obsesionado por cuestiones materiales, sigue poniendo de relieve principios y valores fundamentales para la gestión de una sana convivencia. No creo que Iván Moreira pueda decir lo mismo.

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1 Comentario

anysur

Estimada, no generalice no todos los docentes son iguales, nosotros como apoderados estuvimos completamente abandonados, esperamos este año…sea diferente. En nuestro núcleo familiar, ambos padres trabajamos, y no en casa, así que físicamente es imposible enviar tareas en horario de oficina, de hecho tenemos problemas de conexión a internet en nuestro hogar,técnicamente no somos vulnerables, pero el acceso a educación para nuestras hijas no es…. tan fácil.