El gobierno de Sebastián Piñera ha dado mucho de qué hablar en las últimas semanas, debido a los cambios de nómina de distintos ministerios. El más bullado fue el nombramiento de Mauricio Rojas -reconocido amigo de Roberto Ampuero y miembro de la Fundación para el Progreso (FPP)- en el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
La llegada de Rojas generó un rechazo extendido en varios sectores de la sociedad chilena, principalmente por sus declaraciones contra el Museo de la Memoria, al que acusaba de montaje. Uno de los sectores que se opuso al nombramiento de Mauricio Rojas fue el artístico, donde representante de varias disciplinas mostraron su descontento frente a la situación.Zurita lideró la rabia, la impotencia y la dignidad de un pueblo que no sabe de justicia, porque sigue viendo cómo pasan los años y no hay respuestas claras ante una dictadura sanguinaria.
El poeta.
Es aquí donde aparece la figura de Raúl Zurita. El poeta chileno, ganador del Premio Nacional de Literatura el año 2000, dijo que negar el pasado es un problema para el futuro y que “es absolutamente impresentable que un ministro de cultura, niegue la verdad más profunda, la verdad que subyace a toda la política y toda la sociedad chilena”.
Zurita lideró la rabia, la impotencia y la dignidad de un pueblo que no sabe de justicia, porque sigue viendo cómo pasan los años y no hay respuestas claras ante una dictadura sanguinaria. El poeta de 68 años, autor de Purgatorio en 1979 llevó en sus hombros la lucha política contra un gobierno negacionista, puso el rostro y las palabras para dar cuenta de la relevancia de la cultura y las artes en una sociedad como la chilena, enfrentando a los fantasmas y la historia que tanto daño causó.
Raúl Zurita es el poeta de la angustia, el mejor reflejo de la desazón, el olvido, la soledad y la muerte en una época que algunos buscan borrar y de la que jamás se han hecho cargo. Es el poeta que el 18 de marzo de 1980 arrojó amoniaco sobre sus ojos para cegarse, para demostrar y expresar la impotencia frente a la realidad y la necesidad de decir sin palabras. El hombre que le canta a su amor desaparecido, pegado a las rocas, al mar y a las montañas.
Ese hombre levantó la voz y dejó en claro que la dictadura no es un tema del pasado. Que el exilio, las torturas y el sufrimiento de miles, son un tema del futuro.
El olvido es imposible
Durante la Guerra Civil Española, Miguel Hernández escribió Sentado sobre los muertos, poema que refleja la búsqueda de verdad y la representación de los que ya no están. El poeta es la voz del pueblo y la lucha intensa por su dignidad, aunque se le escape la vida:
“Que mi voz suba a los montes
Y baje a la tierra y truene
Eso pide mi garganta
Desde ahora y desde siempre”.
Raúl Zurita, el poeta chileno más importante de la actualidad, es la voz del pueblo que pide justicia y dignidad. Finalmente, el verso venció al converso. El olvido es imposible.
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