Rabia.
Rabia me da.
Me hierve la sangre leer cosas como lo que he leído esta tarde.
Una adolescente que terminó sus días con su propia familia dándole la espalda de tal manera. Con su cuerpo escondido en un refrigerador. Parece que la historia se repite día tras día de manera continua, de diferentes maneras, pero con un desenlace común.
Miles de personas aclaman búsqueda de venganza, linchamiento. Quieren propiciar dolor más allá de lo imaginable. Quieren causar miedo a quienes actuaron con tanto terror contra una persona que recién estaba comenzando su vida. ¿Y quién culparía a aquellas personas de dicho sentimiento? ¿Acaso yo estoy en posición de juzgarlos, a sabiendas de que siento lo mismo, aún siendo una persona conocedora del derecho?
Me dicen que hay que linchar a la jueza de la Corte de Apelaciones que dejó libre a este tipo, que hay que restituir la pena de muerte de manera excepcional, que hay que ir a golpear, a matar, a masacrar a aquellas personas para infundir el mismo dolor. Son como animales, pensamos, seres sin criterio, sin abstracción, lejos de poder identificar lo que está bien y está mal, imposibles de reinsertar.Cada vez que sucede algo así, el Estado responde siempre con medidas como el control preventivo, entrenar militarmente a nuestras policías, subir penas para hacerlas más fuertes, constituir nuevos delitos, pero nunca nada ha cambiado, y es porque esas agendas están creadas a propósito a corto plazo.
¿Acaso nuestros pensamientos varían de los que ellos tuvieron cuando les deseamos la muerte? No, y en nuestro fuero sabemos que estamos equivocándonos. Sabemos que la jueza decide con una comisión de 5 personas, y que ella por si sola no tiene ese poder de decisión. Sabemos que restituir la pena de muerte no ayudará a disuadir en nada a la criminalidad y nos hará gastar recursos innecesariamente. Sabemos que causar ese dolor no nos hace mejores, e incluso nos arriesga a ponernos en peor lugar que ellos, y sabemos que aún, con esa clase de comportamientos, son humanos, y que sus comportamientos, querámoslo o no, son una demostración del daño que la raza humana puede llegar a concebir.
Pero estamos con agotamiento de escuchar la misma historia repetirse. Las mismas historias de criminalidad, con algunas variantes. Yo salgo como abogado del diablo igual que en mis dos columnas anteriores sobre apremios ilegítimos a establecer hechos y no palabras, aún cuando esa misma rabia entra en mi corazón. Y es que tras años de entrenamiento, tras años de ver y sufrir injusticias, mi mente se expresa de manera fría para concebir argumentos racionales. Pero la sangre hierve igual que como si fuese la primera vez. Y hay gente que no tiene la misma capacidad que yo he adquirido con el paso de los años.
A mí me han fallado de todos lados. Mi universidad, mi colegio, las entidades privadas, mis amistades, mi familia, y de maneras graves. Me han fallado tanto, que cuando se dan cuenta del daño hecho ya es tarde, y su restitución solo sirve de manera simbólica. A veces dan ganas de reprender, pues sabes que ninguna pena equivaldrá al dolor infligido. Habían días en que solo pensaba en maneras de vengarme por el dolor, y en algunos casos lo conseguía, pero no me hacía feliz.
No me hacía feliz, pues el daño que lograba infligir no me llenó, ni tampoco me sanó. El poder con el que imperé sobre aquellas personas que me causaron dolor me corrompió y sacó lo peor de mí en esas eras, sin darme cuenta del dolor que causé. Y es porque esas personas de manera sincera al darse cuenta del dolor que causaron, se redimieron de forma sincera y amena. No era justo devolver la mano de dicha manera.
Pensamos diferente de personas como los imputados por el crimen de Ámbar, pues al ver el crimen que cometió uno de ellos, vemos que tuvieron la chance de redimir su camino, pero no lo hicieron.
¿Pero lo hicieron realmente? ¿El Estado les garantizó una forma de redimirse o solo liberó a dicho imputado sin más? Es entonces donde yo me pregunto, más allá de que tener un afán vengativo es un pensamiento visceral ¿siquiera este afán está bien apuntado?
Cada vez que sucede algo así, el Estado responde siempre con medidas como el control preventivo, entrenar militarmente a nuestras policías, subir penas para hacerlas más fuertes, constituir nuevos delitos, pero nunca nada ha cambiado, y es porque esas agendas están creadas a propósito a corto plazo ¿acaso dejarían que otra persona se quedara con los créditos de una medida bien echa a largo plazo? No, necesitan los votos ya. Y las cosas no van a cambiar. La UDI anunció que quiere apoyar la militarización del combate contra el narcotráfico. En el sur la represión es fuerte contra las comunidades indígenas. El sistema que reemplazará al SENAME no terminará con las concesiones, el gran problema que propulsa a los niños y niñas a la muerte y la vida criminal, y no hay debates para una verdadera reinserción.
Rabia.
Rabia me da.
Me hierve la sangre leer cosas como lo que he leído esta tarde.
Pero yo no quiero ir a linchar a Hugo Bustamante. Quiero ir a la Plaza Italia.
Porque mientras repitamos el ciclo de linchamiento sin rumbo contra los criminales, la clase política va a estar bien propulsando medidas para la muchachada.
Les conviene que no nos demos cuenta que son los responsables.
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