En ocasiones las formas o las actitudes pueden ser más elocuentes que las palabras, especialmente si se quiere mostrar incomodidad o establecer sutilmente alguna preferencia; esto es parte del lenguaje gestual. Por estos días no puedo evitar la pregunta ¿hacia dónde apuntan los gestos de este gobierno? Desde una mirada general, pareciera que no van precisamente en la línea de las demandas sociales.
La instancia del 21 de Mayo, en la que el Presidente hace una cuenta pública frente al país, es también un espacio privilegiado para fijar las metas o prioridades de una administración. Los analistas suelen resaltar que es un escenario ideal para que La Moneda retome la iniciativa política y ponga algunos temas en discusión. Pero en esta oportunidad no ha sido así y esto no solamente a causa de las protestas dentro y fuera del Congreso. En un hecho bastante inédito, la agenda no fue copada por lo expresado en el discurso presidencial, sino por lo que el mandatario omitió, esto es: la postura del gobierno respecto de las uniones homosexuales.
Aunque el tema puede parecer relativamente marginal frente a la infinidad de las actuales demandas sociales, es manifiesto que tiene una gran trascendencia desde el punto de vista del “ethos” político. Si el actual mandatario asumió el compromiso de campaña de avanzar en las uniones homosexuales y los partidos que lo respaldaron no presentaron objeciones, es obvio que esto debería haberse sincerado en el discurso del 21 de Mayo. Pero lo cierto es que La Moneda no ignora que una buena parte de la UDI se siente violentada con la sola posibilidad de debatir el tema y el gremialismo se ha preparado para presentar una oposición consistente, al punto que Andrés Chadwick retrocedió en su apoyo al proyecto de Allamand en esta materia. En este escenario, el silencio del Presidente estaba destinado a evitar un disgusto con la UDI y fue la opción para que toda la derecha elogiara su discurso.
La segunda curiosidad es que el gobierno se sintiera compelido a tomar el tema, pero esté optando por un proyecto que, como se dice vulgarmente, pareciera “no calentar a nadie”. Aún con escasa convicción gubernamental, la débil propuesta ha desatado el peor de los mundos en el oficialismo con una confrontación que admite varias lecturas. Por un lado, la esperada pugna entre sectores más conservadores y los de derecha más liberal. Por otro, el atrincheramiento y desconfianza de la UDI frente a un gobierno que pareciera dispuesto a acercarse a la Concertación, con tal de no ver fracasada la iniciativa legal. Esto último pone en el centro de la polémica al Ministro Hinzpeter, quien estaría “sondeando” a los parlamentarios de oposición. Tan áspero está el ambiente en la derecha, que algunos parlamentarios UDI incluso amenazan con presentar un proyecto que declare inconstitucional el matrimonio no heterosexual.
Tanto la omisión de las uniones homosexuales del discurso presidencial como las tensiones que esto genera en la UDI, son un indicador de cómo cierta elite se plantea frente a este tema. Para muchos en la derecha, la inclinación por el mismo sexo es vista como una anomalía que no puede ser avalada y, probablemente, varios lo asumen como un pecado. El asunto tiene historia, pero en las sociedades modernas, donde se penalizan diversas formas de discriminación entre las que se cuentan las de orientación sexual, todo esto pareciera ser un conflicto mucho más encapsulado en las altas esferas que en lo social. Mientras para el común de la gente el asunto se traduce en si se habla o no propiamente de “matrimonio”, en la derecha se advierte de mala gana que habría disposición para considerar solo el “patrimonio” (herencias de los convivientes y cosas así). Después de todo es coherente con la visión mercantilista de buena parte del sector aunque, claro que está, la fórmula está lejos de la igualdad de derechos que reivindican las minorías sexuales.
Mientras Piñera se mostró audaz durante su campaña al comprometer su apoyo a la causa de las minorías sexuales y supo sintonizar con las expectativas sociales; en su rol de gobernante pareciera distanciarse cada vez más de la ciudadanía. Si el discurso del gobierno frente a decisiones como HidroAysén es validado por los ministros con la frase “el gobierno toma las decisiones difíciles a pesar de sus costos”, es llamativo que en el primer tema valórico el Ejecutivo aparezca timorato y “pisando huevos”. Pareciera que el coraje y la pachorra del oficialismo sólo da para el ámbito económico.
El anuncio sobre las uniones de hecho, que se hace entre gallos y media noche y en el contexto de unas vacaciones del Presidente en Europa, pareciera reflejar una profunda incomodad de La Moneda. No es extraño, porque convive con la misma derecha que prefería las nulidades en lugar del divorcio; que defendía la distinción entre hijos legítimos y los que nacían fuera del matrimonio; y que se opone al aborto a todo evento. Frente a la intransigencia de su propio sector, que defiende una suerte de moralina más que una cuestión moral, el gobierno solo responde con gestos que trasuntan un temor reverencial al gremialismo. El miedo se percibe en no querer explicitar el discurso, a evitar las cosas claras y sin ambages y finalmente a conducir un proceso de cambio. De este modo, la oferta electoral de Piñera vuelve a fojas cero, pero esta vez con una notoria debilidad y falta de liderazgo, una cuestión que ya empieza a tener un sesgo más bien estructural.
Comentarios
03 de junio
Mucho ruido…mareó a un 52% de las personas.
Hoy leía a Francisca Gracías Huidobro que se arrepentía de haber votado por piñera por la sencilla razón de su promesa incumplida de lesgislar seriamnente respecto al matrimonio entre personas del mismo sexo;ella, que parece ser tan inteligente y suspicaz,cayío como tanto otro iluso…
Pobre Fran, pobre de nosotros…
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03 de junio
Afortunadamente soy de los que NO votó por Piñera y nunca me pareció que fuese creíble. Respecto al proyecto de «Acuerdo de Vida en Común», creo que
es de aquellos que efectivamente marcan una diferencia entre la derecha y la Concertación, porque esta última siempre ha buscado hacer que la sociedad sea más inclusiva. Los avances en la generación de espacios para la mujer en el gobierno de Bachelet son una demostración de eso.
No creo que la derecha tenga en su disco duro un modelo de sociedad más igualitaria y eso no debería ser ninguna sorpresa. Si hasta pone trabas al voto de los chilenos en el exterior…¿que se puede esperar en temas más desafiantes?.