Los comicios electorales chilenos se enmarcan en un escenario de crisis e incertidumbre político económica a nivel transnacional. La relevancia de su observación se sigue del aparente agotamiento del neoliberalismo como estrategia de restauración ante los ciclos de crisis del capital, crecientemente frecuentes, intensos, profundos y extensos. Y esto no puede desmarcarse del significado material de la propagación pandémica del Sars-Cov 2 en todo el planeta.
A diez años de la subprime (2008-2011), episodios de convulsión de masas fueron registrados en a lo menos 30 países a lo largo y ancho del mundo. Un escenario similar no se registraba desde 1989 y antes de este desde 1968. Así, desde el año 2020 a la fecha hemos presenciado que los comicios electorales han resultado en buena medida en ‘triunfos de oposiciones’. Sin embargo, dicha tendencia de conjunto no es acompañada con el fortalecimiento de uno o dos proyectos políticos a nivel transnacional, como lo fuera en su momento tras la Segunda Guerra Mundial.
Lo que sí se sospecha a nivel transversal es que el voto del 19 de diciembre posee desde ya un carácter plebiscitario (tipo ‘Apruebo y Rechazo’). También que cualquiera sea el resultado el futuro Ejecutivo se encontrará con una fuerte oposición legislativa
Si la pregunta en tal escenario era ‘¿quién moderniza o reconstruye?’, puede indicarse que esta corresponde hoy a ‘¿quién gestiona la crisis?’. En tal competencia los efectos de esta última tienden a incrementarse, complejizarse y combinarse, generando así condiciones proclives al conflicto, polarización e inestabilidad sociopolítica.
Los resultados electorales de los comicios del 21 de noviembre en Chile se enmarcan desde tres acontecimientos clave: i) la situación revolucionaria abierta en octubre del 2019; ii) el reflujo pandémico inaugurado en marzo del 2020; y iii) la puesta en marcha de la Convención Constitucional en julio del 2021.
Como es usual, los actores allí enfrentados han sido las expresiones (in)orgánicas de las clases, con una nueva y opaca correlación de fuerzas políticas entre estas. Un primer hito de balance es la derrota de los partidos tradicionales de derecha durante los comicios anteriores y el consecuente fortalecimiento de las fracciones más radicales de dicho sector tras la jornada del domingo recién pasado. Algunos indican esto como ‘el fin del hechizo del estallido‘ y la ‘restauración del ancien régime‘.
Lo concreto, es que las distribuciones que adquieren ambas Cámaras se encuentran altamente equilibradas en términos clásicos de ‘izquierda y derecha’. Sin embargo, diversos análisis indican la rearticulación de nuevos bloques o alianzas en la derecha chilena —así como ocurrió años atrás entre lo que representan hoy Apruebo Dignidad y la ex-Concertación. El punto es problematizar si es posible equilibrar dentro de un gran conglomerado político las distancias relativas entre las bases sociales de Evópoli y el Frente Social Cristiano, así como una posible disolución de Renovación Nacional entre las diferentes fuerzas del sector.
Otro problema a resolver es qué sucederá con la Convención Constituyente, según algunos amenazada ante la nueva composición del Legislativo. Pero las preguntas centrales que dominan los debates a nivel de análisis político hoy giran en torno a: i) la poca adhesión que sumó Apruebo Dignidad respecto de su primaria del 13 de julio; ii) el 40% de Kast en regiones nortinas, consideradas usualmente como ‘de izquierda’; y iii) los electorados de Parisi (13%) y Sichel (12%) y Provoste (12%) ante la segunda vuelta.
Sobre lo primero, se señala entre los/as analistas un distanciamiento del proyecto político de Apruebo Dignidad con las necesidades más sentidas de la ciudadanía. Básicamente, la sustitución de luchas materiales por ‘pos-materiales’, lo cual puede seguirse desde el rol del Frente Amplio en la Convención.
Lo anterior permitiría entender a su vez el que políticas como las de Kast logren adhesión electoral, pese a su radicalismo, populismo y conservadurismo. Esto especialmente desde su discurso anti-migratorio y anti-agenda de género.
Finalmente, es de consenso la imposibilidad de precisar las próximas preferencias de quienes votaron por Parisi, Provoste y/o Sichel. Se intuye que los votos de éste último se desplazarán predominantemente a Kast. En el caso de la abanderada falangista, se sostiene que buena parte de su electorado proveniente de la coalición PS-PR-PPD se trasladará directamente a Boric. Sin embargo la interrogante es sobre el voto duro de la DC (520 mil en CORES).
Pero la mayor interrogante gira en torno a la figura de Parisi, calificado por como ‘centrista’ y/o ‘antipolítico’. Este alcanzó casi 900 mil votos en la presidencial, pero el Partido de la Gente 475 mil en CORES y 535 mil en Diputaciones. ¿Qué porción apoyará a Kast, cuál a Boric y cuál se autoexcluirá de los comicios?. Imposible saberlo.
Lo que sí se sospecha a nivel transversal es que el voto del 19 de diciembre posee desde ya un carácter plebiscitario (tipo ‘Apruebo y Rechazo’). También que cualquiera sea el resultado el futuro Ejecutivo se encontrará con una fuerte oposición legislativa. Con todo, indicadores macroeconómicos como el IPSA tienden hoy a estabilizarse tras su euforia del lunes.
Comentarios