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Metodologías para un proceso asambleario constituyente

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Metodologías similares a las utilizadas por los movimientos estudiantiles, para diagramar sus problemáticas, demandas y propuestas, pueden orientar el camino de un proceso constituyente en Chile.

Como formas modernas, de mayor participación social en lo público, pueden constatarse las metodologías participativas de la investigación e intervención social. Una asamblea constituyente situada en el espacio territorial y sociosimbólico de Chile, puede dar resolución a una serie de problemáticas, declarando principios y estructurando una nueva institucionalidad, surgida desde el empoderamiento de la gente, desde el pueblo.

El proceso de articulación de las redes sociales y el desarrollo de los movimientos sociohistóricos en nuestro país, se encuentran en un estado de madurez que permite considerar como deseable y posible la construcción de formas de participación ciudadana, que están sucediendo, para alcanzar mecanismos de expresión vinculantes de las personas en el espacio público. La territorialidad ha de ser un referente prioritario de promoción de acuerdos y consensos en los ámbitos local, regional y nacional, con una meta elemental que es crear y velar por el cumplimiento de las normas y principios de una nueva constitución. Como punto de partida de un proceso constituyente, en un primer estadio, se podrán generar ‘Asambleas Locales’ en toda la tierra chilena, que representen los diversos estamentos de cada comuna. Puede perfilarse, a través de delegados de cada asamblea local, un segundo estadio, de ‘Asambleas Regionales’ en las quince agrupaciones de provincias, desde las cuales emerjan delegados para un tercer estadio, el de una ‘Asamblea Constituyente en el espacio Nacional’. La forma de nominar a las delegadas y los delegados a las asambleas regionales y a la asamblea constituyente en el espacio nacional, ha de posibilitarse con elecciones populares en los campos asamblearios. Los mencionados delegados han de contar con un mandato popular, el que ha de constar en los registros de los consensos y acuerdos, desde las instancias anteriores, hacia la asamblea en el espacio nacional. La conformación de las asambleas locales y regionales podrá tener como finalidad llevar las discusiones, decisiones y propuestas, además de los delegados, para establecer la asamblea constituyente en el espacio nacional.

Los autores Ana Rosa Lorenzo Vila y Miguel Martínez López, en su libro “Asambleas y reuniones: Metodologías de autoorganización”, desde una perspectiva dialéctica de la investigación e intervención sociopolítica, hacen lectura del socioanálisis de Jesús Ibáñez, además de la Investigación Acción Participativa y Programas de Acción Integral IAP/PAI de Tomás Rodríguez Villasante. Lorenzo y Martínez otorgan herramientas exhaustivas para el desarrollo de un movimiento sociohistórico, de carácter permanente y constante, como es el de una Asamblea Constituyente en el espacio nacional, descubriendo los elementos participativos más democráticos, en las esferas territoriales. Estas técnicas tendrían un objetivo central que es recoger la mayor cantidad de impresiones, sobre qué será necesario incluir en una propuesta de constitución política de la república, en la que tanto los debidos cuidados de los derechos humanos y la creación de un sistema de protección social, sean los ejes de la fundación de una nueva institucionalidad y de un nuevo orden participativo de derecho público, con capacidad de generar mayores niveles de igualdades, en especial, en la distribución del ingreso. Proponen los autores en su obra, sobre los instrumentos metodológicos pertinentes para un proceso constituyente participativo, que “las técnicas y métodos para el desarrollo de las reuniones, tienen que ser adecuadas a los objetivos específicos de cada una («para qué» fue convocada). En general, distinguimos cinco grandes grupos de objetivos, cada uno con unas técnicas propias: reuniones de información, reuniones de creatividad y generación de ideas, reuniones de discusión, reuniones de coordinación, reuniones de toma de decisiones”.

La contribución de la sociedad civil habrá de ser de la mayor importancia en este proceso constituyente. Por un lado, las organizaciones sociales autogestionadas pueden favorecer la generación de espacios sociales y territoriales autónomos, mientras que por otro, las organizaciones no gubernamentales ONGs están en condiciones de aportar, a partir de la experticia de trabajo cotidiano con técnicas y contenidos facilitadores de la educación popular. Esta pedagogía libertaria que Paulo Freire y Joao Francisco de Souza, trabajaron y sistematizaron, en la región de América Latina y el Caribe, ha beneficiado a muchos pueblos, además ha inspirado a incontables trabajadores de las ciencias sociales y de la pedagogía social.

El financiamiento de este proceso creativo y participativo de la ciudadanía chilena, podrá ser costeado en sus recursos humanos, materiales, de infraestructura y equipamiento, desde una reforma tributaria. La mencionada reforma ha de estar habilitada, para conseguir el objetivo de crear una carta fundamental como país y promover desde la participación en asambleas constituyentes, en los diversos ámbitos y esferas, la tarea de una Asamblea Constituyente en el espacio nacional, capaz de velar por el correcto comportamiento político, económico, social y cultural, de las instituciones públicas, del mercado y las organizaciones sociales.

Como elementos que se debaten y proponen en los espacios sociopolíticos, es necesario reconocer la importancia de una ruta lógica procedimental en este proceso. En primer lugar y respetando la institucionalidad vigente, la convocatoria a un plebiscito puede ser una señal inequívoca de estar las ciudadanas y los ciudadanos, preparadas y preparados para reconocer la necesidad de cambiar la Constitución. En segundo término, realizar en el Congreso Nacional las transformaciones necesarias a la Constitución en vigencia, para que el proceso constituyente sea una realidad que sujete las obligaciones pertinentes, a los poderes públicos. Tercero, un proceso deliberativo en los espacios sociales y territoriales, de las asambleas constituyentes locales y de las asambleas constituyentes regionales. Y por último, teniendo en cuenta los antecedentes mencionados, la elaboración de una Constitución Política de la República de Chile, que sustituya a la anterior, a través de la Asamblea Constituyente en el espacio Nacional. Este camino se ha de lograr, con la participación de mujeres y hombres de nuestro país, desde las niñas y niños, hasta las personas de mayor edad, con una prioridad especial por las personas en situación de pobreza y pobreza extrema, con las diversidades sexuales, los pueblos originarios, discapacidades, migrantes, desplazados, trabajadoras y trabajadores, estudiantes, usuarios de la salud y pensionados, comerciantes, profesionales liberales y empresarios, líderes religiosos, uniformados y funcionarios públicos, con el pueblo en suma, con toda propiedad y en igualdad de condiciones.

El poder constituyente reside radicalmente en el pueblo. Por esta razón, un procedimiento que sea capaz de promover nuevas formas de participación, es seña de más y mejor democracia.

Que nuestros sueños para Chile, en el contexto de un planeta que se transforma, sean plasmados en una nueva Constitución, que proteja al ciudadano, otorgándole derechos y seguridad social, como elementos que permitan moderar las contradicciones internas de la sociedad chilena, dando pie a la disminución de las desigualdades en nuestro país.

El poder constituyente reside radicalmente en el pueblo. Por esta razón, un procedimiento que sea capaz de promover nuevas formas de participación, es seña de más y mejor democracia.

Que sea una nueva Constitución Política de la República, letra viva, y que la Asamblea Constituyente en el espacio nacional, sea garantía de las instituciones republicanas de nuestro Chile.

Que la participación social, sea una alternativa a la sociedad de consumo y a la desprotección que el mercado genera en el espíritu de nuestros derechos sociales, además de constituir un marco regulatorio integrador de las diferencias y libertario en todos los aspectos decisionales sobre el cuerpo propio.

Que el acto eleccionario del próximo 15 de diciembre, sea una antesala del proceso participativo de un país que se empodera, para las transformaciones necesarias y merecidas de un pueblo que puede ver, el segundo gobierno de una mujer presidenta y socialista, el primero de una mayoría nueva, con el mandato de acercar la ciudadanía a lo político.

Que la doctora Michelle Bachelet Jeria, sea la primera mandataria de Chile, con un mandato entregado para gobernar los cambios que corren, como su propia opción de hacer al pueblo presente en cada decisión pública, escuchando y registrando cada decisión personal, cada voz, cada acuerdo y consenso, cada sueño, cada compromiso, como el compromiso de un país que sueña, hasta que los sueños se hacen realidad.

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La fotografía que acompaña esta entrada, pertenece a los autores Ana Rosa Lorenzo Vila y Miguel Martínez López.

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