¡Que bien el obispo Goic! – pastor, sacerdote y obispo de Rancagua- que una vez más alza su voz se alza en favor de los pobres y necesitados.
No es la primera vez y –pienso- no será la última. Lo hizo en tiempos muy difíciles jugándose por quienes eran perseguidos, detenidos y torturados luego del golpe de estado de 1973. A pesar de ser un “cura joven” supo responder con valentía y efectividad ante lo que sucedía. En esos años tuvo el coraje de ir contra la corriente y acompañar a las familias de los presos políticos de la dictadura. Su testimonio está grabado -a fuego y lágrimas- en la memoria de quienes padecieron la persecución.El obispo Goic, una vez más, nos ha hecho aterrizar y poner nuestra mirada en los más pobres. Sí, en aquellos en los cuales todos deberíamos poner atención.
Su tarea, sin embargo, no acabó con el retorno a la democracia. No. Don Alejandro se ha mantenido en una actitud alerta y han sido muchas sus intervenciones donde ha buscado promover y defender el respeto a la dignidad de la persona humana.
Hace unos años nos sorprendió cuando planteó -e instaló en el debate nacional- el concepto del “sueldo ético”. ¡Cómo lo criticaron!… ¿Qué sabe un obispo de economía? dijo, en ese tiempo, una Ministra del Trabajo. Y claro, esa ministra tenía razón. Sí. Un obispo poco o nada sabe de economía, de libre mercado, de plusvalía, de intercambio, de monedas, etc. Si, poco o nada sabe.
Lo que sí sabe un obispo y pastor cristiano es sobre humanidad, sobre la dignidad del hombre, sobre el respeto inviolable a la persona humana.
Y, ciertamente, de eso sabe monseñor Goic. Sabe del respeto y la dignidad humana. Por eso habla del respeto a la vida; por eso habla en contra del aborto; por eso ha hablado a favor de la mujer embarazada y por eso ha dicho que la Iglesia está a favor de la vida y no sólo del parto. Monseñor sabe y por eso habla.
Su palabra y llamado a reconsiderar un sueldo ético será, seguramente, cuestionada. Se le acusará de ignorante, de populista, como si fuera candidato a algo. Habrá quienes le apoyen a nivel de la palabra y el discurso. Pero, lo relevante es que el obispo Goic, una vez más, nos ha hecho aterrizar y poner nuestra mirada en los más pobres. Sí, en aquellos en los cuales todos deberíamos poner atención.
¡Gracias Don Alejandro!
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