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La tensión que el neoliberalismo no puede resolver

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No todas las tensiones son iguales. Hay algunas tensiones que se resuelven a través de grandes cambios sociales. Como sociedad estamos, hace tiempo, tratando de resolver una tensión en particular que llamo tensión-derechos-privilegios o TDP.

Desde el triunfo relativo (¿y momentáneo?) del sistema capitalista, la tensión de la que quiero hablar no ha hecho más que agudizarse. Cuando la URSS se disolvió, el sistema capitalista que dominaba occidente parecía destinado a resolver y satisfacer los grandes anhelos de la especie humana. Ese destino ya no parece tan seguro.

Abundan los análisis económicos, políticos y sociológicos para explicar los éxitos, los fracasos y las falencias del capitalismo globalizado. Lo que a mí me interesa resaltar en este artículo tiene que ver con esta tensión (TDP) que, me parece, no ha sido considerada lo suficiente. Es una tensión que se encuentra en el seno del sistema social puesto que surge lógicamente a partir de los mismos axiomas a los que se suele apelar en defensa del libre mercado.


Una vez que ciertos derechos se establecen como universales, surge la tensión conceptual que hoy aqueja nuestra sociedad. Para entender esto, es importante conceder una obviedad: el acceso al dinero no es un derecho sino un privilegio.

El liberalismo clásico ha permitido un creciente desarrollo no sólo económico sino intelectual. Junto a los grandes avances materiales que el capitalismo ha hecho posible (y que nadie disputa–otra cosa es la distribución y el acceso a esos bienes materiales), el liberalismo también ha facilitado la expansión de nuestros horizontes éticos. El pensamiento que ha acompañado el desarrollo económico, nos ha hecho ver que existen ciertos valores humanos que son universales e irrenunciables. La libertad, la igualdad y el derecho a una vida digna forman parte del imaginario social que el mismo liberalismo ha ayudado a crear y al que todos aspiramos. Ha sido esencial en la historia de la humanidad este giro conceptual hacia los discursos de derechos. Los seres humanos ahora tenemos derechos. Inalienables y universales. Es más, la frontera de los derechos se ha expandido de tal forma que hoy se entiende que los animales no-humanos también son sujetos de derechos. Esto era, no hace mucho, impensable. Hoy es perfectamente pensable y, por lo mismo, es tema de debate y discusión.

Tenemos, entonces, arraigada en el inconsciente colectivo, esta noción de que existen derechos y que esos derechos tienen validez universal que no se pueden limitar en base a criterios que se consideran irrelevantes como el sexo, genero, nacionalidad, etnicidad o religión.

Una vez que ciertos derechos se establecen como universales, surge la tensión conceptual que hoy aqueja nuestra sociedad. Para entender esto, es importante conceder una obviedad: el acceso al dinero no es un derecho sino un privilegio. Nadie puede, por ejemplo, reclamar el derecho a percibir un sueldo de dos millones de pesos sobre la base de que ese es su derecho humano. A lo que más nos atrevemos como sociedad es a establecer el derecho a un sueldo mínimo. Pero incluso este derecho es disputado y negado por muchos. Se suele decir que un sueldo mínimo es distorsionador, limita la innovación y limita las libertades (principalmente la libertad de emprendimiento). Pero a pesar de esta oposición, nuestra sociedad impone, tímidamente por cierto, un sueldo mínimo como derecho de todo trabajador (ni hablar de establecer un sueldo máximo. Aunque esta es una idea que ya se conversa en ciertos círculos académicos, falta mucho para que como sociedad nos abramos a considerarla en serio). Todo esto para decir que un sueldo suele considerarse una especie de premio al mérito y al esfuerzo. Cada persona recibe un sueldo acorde a sus capacidades, la dificultad de la tarea y las responsabilidades asociadas a la labor. Esto, sabemos, es la teoría. En la práctica existen toda una serie de discriminaciones que distorsionan esto; una de las más estudiadas siendo la disparidad salarial que existe entre hombres y mujeres.

Aceptando, entonces, que el dinero es un privilegio al que no todos pueden acceder libremente según sus necesidades, sostengo que es inevitable que surja la TDP. Esta tensión se hace presente cada vez que nuestra sociedad declara, por ejemplo, que una vida digna es un derecho inalienable a todo ser humano, pero a la vez condiciona el acceso a dicha vida digna al recibimiento de un privilegio (el dinero). Cuando hacemos esto creamos una incongruencia, una tensión que no se puede sostener.  Declarar que algo es un derecho universal, pero acto seguido limitar su acceso a la posesión de un privilegio es caldo de cultivo para toda una serie de incongruencias y contradicciones que claman por una resolución. Para que un derecho universal sea efectivo (si es que es realmente un derecho), este no puede depender de un privilegio. Por eso se entiende, por ejemplo, que un derecho a voto que depende de la posesión de propiedades (un privilegio) es algo destinado, tarde o temprano, a ser superado. Declarar que todos los seres humanos son iguales ante la ley, pero acto seguido limitar el acceso a la justicia según tu color de piel, es crear una inconsecuencia que, en algún momento y de alguna forma, debe ser resuelta (esta lucha ha sido, y es, de particular importancia en Estados Unidos).

Las TDP son tensiones conceptuales que el neoliberalismo no puede resolver. Al entregarle la educación y la salud al mercado, al decidir que el dinero (un privilegio) es lo que decide quién tiene acceso o no a la educación (un derecho), entonces han caído en una tensión que parece insalvable. Esta dependencia de un privilegio, hace que en la práctica se anule dicho derecho. La gente se ha dado cuenta de esta contradicción y lo que piden no es ni más ni menos que  hacer efectivos sus derechos. ¿Tengo derecho a la salud? Si tengo, entonces no me exijan capacidad de pago. ¿Tengo derecho a la educación? Pues tampoco me exijan capacidad de pago. ¿La vivienda? ¿La alimentación? ¿La cultura?

Algunos ven un peligro aquí. Ya se imaginan que la lista de derechos podría ser interminable. Es la ya majadera acusación de que hay ciertos sectores que quieren “todo gratis”. ¿Puede ser interminable esta lista? No lo sé. Me parece que se trata, precisamente, de tener una conversación seria sobre esto. Más que ridiculizar la aparición de nuevos derechos como tantos hacen hoy (se burlan de aquellos que hablan de los derechos de los animales o del derecho a la vivienda, a la alimentación, a medicamentos), la postura más intelectualmente honesta es la de reconocer la existencia de la TDP y enfrentarla para ir resolviendo caso a caso.

Ciertamente, todos estos nuevos derechos son, y deben ser, objeto de debate y discusión. No tenemos porqué aceptar a priori que toda reivindicación social tiene que ser un derecho. Pero lo importante a tener en cuenta es que cuando la sociedad empieza a hablar de un nuevo derecho, cuando estamos ante una nueva demanda social, hay que actuar para resolver dicha TDP.  Esta tensión se resuelve negando la existencia de dicho derecho o aceptando su legitimidad y, en consecuencia, tomando todas las medidas necesarias para que el acceso a dicho derecho sea efectivo y expedito. Los problemas sociales empiezan cuando la ciudadanía se convence de que tiene un derecho y empieza a exigir su implementación, pero la sociedad (específicamente las estructuras sociales y las élites que manejan la estructura estatal y los poderes económicos ) no está en condiciones de satisfacer el acceso a esos derechos o lisa y llanamente niega su existencia. Esto no hace más que aumentar la TDP lo que conduce casi siempre a movilizaciones sociales de creciente envergadura. En Chile a partir del 18 de octubre conocimos de primera mano lo que esto implica.

En última instancia, este es nuestro debate. De nosotros depende definir qué derechos queremos o no queremos reconocer como sociedad. Y una vez establecidos esos derechos, de nosotros depende exigir su implementación. Cada vez que el sistema económico no quiere o no puede hacer efectivos esos derechos, estamos agudizando la TDP.  No tengo claro de qué manera se puede resolver esta tensión que está presente en el corazón del sistema que nos rige. La amenaza de querer todo gratis es genuina. Pero, claro, es solo un peligro para todos aquellos que defienden el capitalismo y que buscan asegurar su mantención en el tiempo. Para ellos, estas demandas son claramente peligrosas puesto que la economía tal y cual existe hoy no puede entregar derechos ilimitados. No puede asegurar ni satisfacer la creciente lista de demandas que los seres humanos vamos exigiendo. La disyuntiva, entonces: cambiar sustancialmente el sistema económico o negar derechos.

En algún momento habrá que tomar estas decisiones dramáticas. Ahora más que nunca se vislumbran las TDP de manera evidente y se entiende el peligro que representan estas tensiones para el sistema en su conjunto. Los defensores del status quo tendrán que decir que la salud no es un derecho. Que la educación tampoco lo es. Menos la vivienda o el acceso a la cultura. Tendrán que seguir negando la existencia de derechos a los animales. Se verán obligados a reconocer lo que en la práctica ya hacen: aceptar la existencia teórica de ciertos derechos, pero negarlos en la práctica convirtiéndolos en privilegios. A ver cómo les va con eso.

Texto publicado originalmente en:
Revista Heterodoxia el día 3 de noviembre, 2021.

TAGS: #DerechosFundamentales Neoliberalismo

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Comentarios

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paolo

17 de noviembre

Sabes lo que pasa con tu opinion? Que la critica al neoliberalismo no va a superar el neoliberalismo. Lo que lo va a superar es una propuesta. Y aqui es donde la izquierda en Chile se cae (yo soy de izquierda o mas bien de izquierda, siempre lo he sido, y ademas el «modelo» me perjudica), que no asume que si quiere dedicarse a la politica tiene que saber de Economia. Y aqui es donde viene el error grave de la izquierda, es que ha pasado a considerar que la Economia no es un interes de la izquierda. Por esa razon, por falta de tecnicos, de conocimiento en Economia, no se puede superar el «modelo». Las criticas se pueden hacer y puedo estar de acuerdo con todas, o el 90%, porque a mi no me gusta este «modelo». Sin embargo lo que no veo son propuestas. Que se propone para superar el neoliberalismo? Estoy consciente de que muchos al leer esto van a decir «ah, este dice que no existe ningun otro modelo que funcione». No. Existen alternativas de Economia que si funcionan. A ver, en qué otro pais del mundo existe un «modelo» como el chileno? Existe en Argentina? Uruguay? Perú? Francia? España? Inglaterra? Entonces lo que falta no es un diagnostico critico, sino una propuesta. Y eso, estimados,no significa ser neoliberal. Porque aca en Chile les ha dado como bombo en fiesta de que todo lo que sea mercado, Economia, es neoliberal. Falso. Incluso creen que las industrias creativas son neoliberales. A ese nivel. No, hay que proponer cosas. Porque soluciones hay. Saludos

17 de noviembre

Hola, gracias por darte el tempo para leer y comentar. Estoy de acuerdo que hay que proponer, cosa que no es fácil. Lo mío es sólo una crítica que te puede parecer interesante o no. Supongo que cada lector decidirá eso. Saludos,

paolo

17 de noviembre

Es re facil superar el «modelo»
si se tiene cierto nivel minimo
de sentido comun. El Estado recauda fondos y luego con eso financia y sostiene un sistema de seguridad social. Es tan simple como que todos paguemos impuestos, que no haya nadie exento, a la vez las empresas grandes deben pagar mayor porcentaje de impuesto que las medianas, y estas mayores que las pequeñas: bajar el IVA a menos de la mitad, eliminar la cotizacion obligatoria a las AFP y hacerlas algo opcional. Establecer un gran sistema educativo gratuito de calidad. Un sistema semipresidencial o semiparlamentario, no uno presidencial que garantiza que todos los gobiernos se van a estorbar entre si, sin desarrollar ninguna continuidad, ni ningunos consensos transversales. A la vez entender que no se puede atacar la industria o la empresa, que los empresarios entiendab que no pueden vivir atacar el Estado. Y punto. Se acabó el problema. Mas cooperacion, dialogo. Mas inteligencia. Menos juego de suma cero. Mas investigacion en ciencia, mas respeto por las Artes, no ser mezquinos esperando que les regalen cuadros o idas a conciertos gratis, cuando facil pueden pagar un par de lucas. Mas respeto por la cultura, la ciencia, las artes, tanto del Estado como
de las personas individuales y de la sociedad civil. Por ahi va la cuestion. Hay que proponer mas, pelear menos, dialogar y cooperar. Queremos una sociedad mas «social»? Cooperemos entonces.

17 de noviembre

Sí, en términos generales comparto mucho de lo que dices. Saludos,

paolo

17 de noviembre

Igual agradezco tu columna, y por favor disculpa lo antipatico de mi opinión. A mi este modelo, o tipo de Economia o sociedad me da mucha rabia, y en realidad evito opinar lo mas que puedo. Saludos cordiales

18 de noviembre

Esta discusión ha sido abordada anteriormente por el Derecho, al hablar de derechos negativos y positivos.
Por lo tanto, la tensión que se menciona tiene que ver con los derechos positivos, lo cual es un invento relativamente moderno.
Cuando la conversación se centra en derechos positivos, es decir que dependen de que alguien haga algo por nosotros, siempre aparece una tensión por la capacidad de tenerlos, ya que son derechos que cuestan plata (o benevolencia de alguien que los provea gratuitamente).
Pero, cuando aparecieron en el horizonte, se imaginaron efectivamente como pisos mínimos. De ahí aparecen los entusiastas que consideran que se puede avanzar a que hayan cosas ya no tan mínimas, lo cual lleva a descripciones como las de los «privilegios». Porque si se pone un piso mínimo de alimentación descrito como un plato de tallarines, y luego aparecen los igualitarios alegando porque alguien que pagó (él, no la sociedad por el..) puede comer un bistec, poniéndolo como un privilegio, es realmente querer romper el sentido del dinero. El dinero es una recompensa por un trabajo, negocio, activo, etc que permite a al poseedor usarlo para cosas que el decida: hay una relación directa en recompensa-dinero. Y eso NO es un privilegio, por mas que a algunos les cueste menos que a otros lograrlo: es producto de muchos factores (educación, habilidades, suerte, etc). Considerarlo privilegio lleva a que, efectivamente, cualquier cosa puede ser considerada derecho financiado.

18 de noviembre

Hola Arturo. Creo que gran parte del problema que quise resaltar en mi columna es precisamente lo que mencionas: que los derechos cuestan plata. Me parece que hay que detenerse más en este punto y no dejarlo como una obviedad trivial. Al contrario, muy obvio será, pero es fuente constante de tensiones que, de momento, no sé cómo se resuelven. Una manera, supongo, es la de simplemente negar derechos. Por ejemplo, decir que la vivienda no es un derecho. Que la salud, o la alimentación tampoco son derechos. El problema con eso, por supuesto, es que a la gente no le importa mucho lo que digamos nosotros al respecto. Y sí, el dinero es visto como una recompensa, algo que se obtiene (supuestamente) por un esfuerzo aunque hoy muchos obtengan su dinero especulando, transando, rentando y/o derechamente robando. El punto es que, a al ser una recompensa, es también un privilegio por cuanto es algo que le da provecho específico y exclusivo al poseedor de ese dinero.

paolo

18 de noviembre

Sr. Bechtold, lo que hay en Chile no es un sistema solidario sino caritativo y eso contrasta con un autentico Estado de bienestar. Usted habla desde el punto de vista de alguien que con sus impuestos financia los derechos de otros, y el sistema valida su opinion (dejando de lado el tema de las afp), porque entre otras cosas en Chile se implementó la «focalización», o sea los derechos no son universales: los ricos no pueden estudiar gratis, solo los pobres pueden hacerlo. En un autentico Estado de bienestar esto no es asi porque los ricos tienen los mismos derechos que los pobres, por tanto alguien pudiente puede estudiar gratis. Esto es la base de un Estado de bienestar, que los impuestos de una persona pobre pueden financiar la atención medica de una persona acomodada. Estoy consciente de que esto se lee de forma escandalosa, pero contraintuitivamente es la base de este sistema: todos tributan y todos son beneficiarios de derechos. Opiniones como «con mis impuestos voy a financiar los derechos de otros» son impensables, porque el beneficiario de los derechos es siempre la misma persona. La sociedad aporta a una enorme «olla comun» (economias de escala), en un sistema de ayuda mutua, es decir, solidario. Es cierto que hay proporcionalidad y todo, pero en general esto hace una sociedad igualitaria, donde los derechos son universales. Nosotros no podemos entender esta perspectiva porque nuestro enfoque es caritativo, no solidario.

19 de noviembre

Estimado Paolo.
He leído esta opinión suya, respecto a que todos deberían pagar impuestos para poder recibir el beneficio de ellos, lo que me parece muy adecuado. Pero ahí tiene un punto que los políticos tienen perfectamente calculado: la base para recaudar mas impuestos es hacerlo ver como un castigo, en el que los beneficiados son los buenos y los castigados los malos. Fijese en la explicación de Nicolás Grau en este video bit.ly/3qTNBlw , minuto 1:32:15: «Cuando subes impuestos, no te puedes pelear con toda la gente…esto define un antagonismo entre el 1 vs el 99%»…como verá, es un argumento político para dividir la sociedad en malos y buenos, y por lo tanto es justo que los buenos castiguen a los malos. Esa es la estrategia de las izquierdas para subir impuestos: no se habla de como hacemos que los impuestos nos parezcan justos y convenientes a todos, sino que simplemente es un asunto de fuerza.
Por lo mismo, en paises mas socialistas, el Estado promueve oligopolios: en la medida que existan, y ganen mas plata, el Estado puede recaudar en ellos mas que si hay mucha competencia y las empresas ganan poco.
Hay intentos mundiales por poner un «flat Tax», en la que todos paguen lo mismo, proporcional a su ingreso o patrimonio: si yo gano 1000, pago 10 veces mas que el que gana 100. Pero todos pagan, y hay un sentido de justicia porque es muy claro calcularlo. Pero, como el impuesto le pega a todos, es políticamente difícil. Ojalá todo fuera con sentido ciudadano.
Salu2

paolo

20 de noviembre

Arturo: eso, mas que ser una idea de la izquierda, es una distorsion que ha ocurrido con el paso del tiempo. Porque un autentico Estado de bienestar, en su concepto original, es universal. Yo estoy de acuerdo en que por ejemplo los pobres tributen 10%, la clase media 20%, los acomodados 30%, y los ricos 40% (es solo un ejemplo, con numeros redondos) pero no mas que eso: porque llega un punto en que si los ricos pagan 50% y los pobres 0% el sistema se distorsiona. Estoy super consciente de que quienes leen esto pueden encontrar deleznable mi opinion, pero es porque no estan entendiendo como de verdad funciona un Estado de bienestar. Este sistema es universal, y universal significa que los ricos tienen los mismos derechos a atencion gratuita que los pobres (se lee feisimo pero asi realmente es: si un rico no puede hospitalizarse junto a un pobre, eso NO es un Estado de bienestar). Porque en realidad el hecho de que el rico pague impuestos y no tenga beneficios estatales genera privilegios: el rico puede quejarse y golpear la mesa, y tiene autoridad. Eso con toda seguridad no pasa en Dinamarca. Porque el sistema está concebido como universal: son derechos de la persona, y si una persona llega a un hospital pidiendo atencion nadie le va a preguntar «usted cuanto gana?», para derivarlo a un sistema segmentado: se pierde tiempo con eso, no es eficiente. Por eso recalco: son derechos universales, de la persona, independiente de su credo, poder adquisitivo, etc.

paolo

20 de noviembre

En Chile nos hemos acostumbrado a esta idea de que si alguien es pudiente «entonces que pague». Eso se dice con toda naturalidad. Esta idea de la focalizacion, por lo que he leido, partio en la dictadura. Y distorsiona lo que es una seguridad social o un Estado de bienestar. Al hacerlo asi los derechos ya no son universales: hay que disponer de un aparato extra que averigue cuanto gana cada uno y lo clasifique. Por eso en Chile alguien se puede estar muriendo, llega a un hospital y le preguntan «y usted se atiende por Fonasa, por Isapre, cuanta gana usted? Es rico, pobre, para saber donde derivarlo?». Y eso es escandaloso. E ineficiente. En teoria estoy de acuerdo, como usted dijo, que todos debiesemos pagar el mismo impuesto (10% por ej, o 20%). Asi es, porque si aspiramos a una sociedad sin clases todos debiesemos ser iguales. Si asumo que los ricos deben pagar mas, es porque hay ricos. Si siempre se le suben los impuestos a los ricos, nunca va a dejar de haber ricos: van a ser necesarios. Es contraintuitivo, pero asi es. Yo estoy a favor de una proporcionalidad, pero dentro de una armonia: tramos de 10%, 20%, 30%, 40% (solo como ejemplo, en numeros redondos): pero no mas, porque distorsionar el sistema hace que los ricos sean mas ricos, que tengan privilegios (el privilegio de quejarse, y ademas de tener razon). Lo que pasa con un Estado de bienestar es que es neutral e impersonal: al sistema no le importa si la persona es rica o pobre, sino que tiene derechos. Saludos

any

20 de noviembre

….y con el imperialismo post pandemico, cual seria la mejor transicion que conlleve menor perdida de derechos?

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