#Política

La engañifa de Allamand y la UDI

Compartir

En el complejo mundo de Chile Vamos nada es homogéneo ni unánime, sin embargo se está imponiendo por un amplio margen el “Rechazo” en el plebiscito del 26 de abril para iniciar el proceso de consensuar una nueva Constitución, apelando a que los niveles de violencia y falta de orden público en el país hace que “una nueva Constitución tiene cero legitimidad” (presidenta de la UDI, senadora Jacqueline Van Rysselberghe).

Al mismo tiempo, el senador Andrés Allamand, recurre a la misma engañifa y artificio para aponerse a viabilizar una nueva Carta Magna. Desde hace bastante tiempo se hace difícil diferenciar el discurso de este senador del que plantea la UDI. Muestran un mimetismo argumentario retorcido para esconder sus verdaderas intenciones. Una señal de lo que se puede esperar de una derecha refractaria a cualquier cambio y que se radicaliza y utiliza las fakes news para cuestionar el proceso constituyente.

El Acuerdo por la paz social y la nueva Constitución que, en un principio contó con el apoyo de Chile Vamos -aunque con el ceño fruncido de la senadora Van Rysselberghe- pero ahora han salido a la superficie las tendencias inmovilistas que hacen tambalear las sensibilidades democráticas que en ese sector habían protagonizado el acuerdo por una nueva Constitución del 15 de noviembre de 2019. La intención es hacer zozobrar dicho proceso, trasladándose al territorio de lo irracional al creer que se están amarrando a la barca ganadora del “Rechazo”.

La deriva de Allamand hacia la extrema derecha, junto con la UDI, se explica, principalmente, por el surgimiento del partido de J.A.Kast  y la cruzada de esa formación trumpista, bolsonarista y pinochetista por liderar la campaña del “NO”, lo cual les está erosionando el espacio político que hasta ahora era su patrimonio: el electorado de derecha dura. Se puede decir con propiedad que Allamand y la UDI se han echado al monte como reacción a no perder una fracción de un electorado nostálgico del autoritarismo y el darwinismo social.

Asimismo, tratan de cambiar el escenario en que se encuentran atados a una agenda impuesta por el estallido social donde el poder del Ejecutivo y la derecha ha quedado significativamente disminuido, pues dejó fuera de la foto al programa restaurador del Presidente Piñera y a su sector como meros observadores de los procesos políticos del país en los próximos 2 años. Más que liderar o conducir, en lo que le resta de este gobierno, solo les cabe administrar como se pueda el período que les queda por delante. Eso es lo que percibe este sector que ha visto con asombro cómo el programa y proyecto que defendieron con argucias y pasión ha terminado en el basurero.

El problema de la derecha chilena no es que sean solo refractarios al cambio, es que son enormemente inútiles a la hora de asumir tareas de dirección del Estado. Son malos gestores del mismo, son gente que entiende que el Estado es una suerte de cortijo que les sirve para proteger sus propios intereses en vez de las grandes mayorías sociales, ya que no gestionan para la gente que necesita un sistema público de salud y de educación o para aquellos que demandan un sistema de pensiones solidario, un sistema laboral que permita trabajar en condiciones dignas y ganar un sueldo adecuado y que sus hijos puedan ir a la universidad no dependiendo del dinero que tengan en la cartera, sino dependiendo de sus capacidad y de su talento.

Es por eso que, bajo el paraguas de la violencia y el orden público trataran de perpetuar la Constitución de Pinochet y la defensa a ultranza del neoliberalismo económico. Lo paradojal es que le corresponde al Gobierno, por disposición constitucional y legal, mantener el orden público, por tanto, Allamand y la UDI, deberían exigirle al gobierno de Piñera que cumpla con su rol de garantizar la seguridad requerida para asegurar un proceso deliberativo constitucional en un clima exento de violencia, poniendo fin al “clima de violencia, inseguridad y poco respeto por las personas e instituciones del que se ha mantenido en muchos lugares”. La cuestión es que el gobierno no tiene una estrategia efectiva para el control del orden público, puesto que apostó todo a un improbable desgaste natural de las protestas; en paralelo, dio el visto bueno a un proceso constituyente que no comparte.

Tampoco tuvo un plan preventivo que hubiese impedido el boicot a la PSU de un grupúsculo de intolerantes de la ACES el 6 y 7 de enero. La responsabilidad de garantizar la seguridad a los alumnos (as) que deseaban dar esta prueba con la tranquilidad requerida, era del Gobierno. El Ministerio del Interior no tuvo la capacidad de neutralizar las acciones de una minoría, ya que se contaba con la información de que esto iba suceder y se ignoró planificar, prevenir y ejecutar acciones que perfectamente podrían haber garantizado que miles de estudiantes pudiesen haber rendido la PSU.

¿Para el senador no es una instancia democrática una Convención Constituyente elegida en elecciones libres, con registros electorales y por todos (as) los ciudadanos (as)?

No es ilógico concluir, por tanto, que dentro del gobierno existan “estrategas” que consideren que la anomia institucional propiciada por grupos anarquistas y de ultraizquierda autoproclamados como vanguardia del cambio, es la mejor campaña del voto “Rechazo”.

La mejor prueba de la derrota ideológica de quienes plantean el “Rechazo” es que recurren a explicaciones esquizofrénicas. Después de apostar por una nueva Constitución democrática, ahora, anuncian un voto “rechazo con reformas” muy al estilo Allamand, quien dice aceptar cambiar la Constitución, pero debe hacerse “en el entramado democrático que es el Congreso Nacional”. ¿Para el senador no es una instancia democrática una Convención Constituyente elegida en elecciones libres, con registros electorales y por todos (as) los ciudadanos (as)?. Mientras que el Presidente Piñera, en entrevista con el diario El País de España afirmó que “creo que es necesario modernizar y perfeccionar nuestra Constitución”. Y, el ministro del Interior, Gonzalo Blumel, se mostró partidario de avanzar “hacía una nueva Constitución”. En tanto, el ministro de Hacienda, Ignacio Briones en una entrevista del 1 de noviembre planteaba “¿alguien todavía no se da cuenta que aquí hay un cambio estructural del cual hacerse cargo?”.

Estamos, entonces, frente a una coalición y un gobierno con muchas voces disonantes que dinamitan actuar de consuno ante el proceso constituyente.Son orquestas sin directores y sin partitura para ensamblar una sinfonía.

La realidad descarnada es que el senador y la derecha extrema han decidido votar por el “rechazo” a una nueva Constitución, apelando al miedo y a una campaña del terror lo que no es propio de un razonamiento serio, más bien es una patética postura, inexplicable e incoherente con su inicial apoyo al acuerdo del 15 de noviembre.

Finalmente, Allamand, con sus reiteradas actuaciones de impostura está demostrando que solo es un adorno subsumido en el conservadurismo más rancio cuando aflora una situación dilemática que exige tomar una decisión que implique desarmar la arquitectura política, social y económica dejada por la dictadura cívico-militar de Pinochet. Siempre él optara en favor del statu quo sin atender las consideraciones, ya sea a las libertades civiles, de apertura cultural o de mayor ampliación de la democracia. Está en su ADN político volver a las trincheras para retraer a los chilenos (as) a los peores años de la historia del país.

0

Los contenidos publicados en elquintopoder.cl son de exclusiva responsabilidad de sus respectivos autores.
Te invitamos a conocer nuestras Reglas de Comunidad

Comenta este artículo

Datos obligatorios*