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Igualdad en clave democrática

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Preciso es señalar que la construcción ideológica neoliberal es una maquinaria conceptual y valórica poderosa. Esto significa, que como ideología hegemónica y reproducida desde lo cotidiano en las relaciones sociales, económicas y culturales, permea a toda la sociedad, a todos sus tejidos. En consecuencia, superar al neoliberalismo en un sentido democrático y transformador implica intentar comprender su lógica de reproducción en lo cotidiano, ideológico y cultural.


Será fundamental la existencia de una Institucionalidad democrática robusta, que haga posible que la política no devenga solo en buenas promesas

El modelo de desarrollo neoliberal,  en su esencia niega al ser humano como ser social, sometiéndolo al aislamiento y la enajenación hasta desecharlo como cualquier otra mercancía; que hace uso indiscriminado de los recursos de la naturaleza, sin medir consecuencia alguna en sus ecosistemas y en las comunidades que los circundan; que agrega poco valor a los procesos productivos y a los servicios, porque el modelo extractivista en el que se sostiene, no requiere de conocimiento avanzado que generan las ciencias, en parte porque busca la ganancia inmediata y en parte porque eso lo obtiene a través de la especulación financiera;

Porque, además, aun evidenciándose mejoras en algunos sectores de la economía derivadas de la aplicación intensiva de tecnología a los procesos, siendo este caso el de la transformación digital y  automatización, la robótica y próximamente la inteligencia artificial, en el contexto neoliberal altamente desregulado, estos avances no escapan en lo esencial a su lógica, que consiste en reproducirse manteniendo salarios por debajo de su valor real y al empleo informal, lo que además genera en la población altos niveles de sobreendeudamiento para poder sobrevivir. Debido a otro potente elemento, cual es la existencia de  relaciones laborales asimétricas, sin sindicatos o muchos sindicatos aislados los unos de los otros, la fuerza de trabajo se precariza, pierde poder adquisitivo  y muchas veces el mismo empleo.

Hay algunas pocas excepciones que han logrado sobrevivir al tipo de relaciones sociales que vertebran el modelo neoliberal. Estas excepciones son algunas pocas empresas del Estado, con trabajadores representados por sindicatos, que han logrado  sobrevivirle en el tiempo, aun estando permanentemente bajo el fuego de su ideología. Y las hay, incluso, gracias a valores de algunos empresarios y microempresarios de esfuerzo, que desarrollan sus actividades productivas o de servicios con otras lógicas, que  también se ven afectados por las relaciones monopólicas y usureras de los grandes conglomerados financieros.

Todas estas microrealidades son una excepción. Porque la realidad en el resto de la sociedad es su fragmentación, debido a que parte consustancial a esta  ideología, reiteramos,  es tratar al individuo como sujeto socialmente aislado, lo que consigue al disminuir al máximo el rol del Estado sobre el conjunto de la sociedad. La meritocracia neoliberal, mediante la cual el sujeto podrá alcanzar niveles superiores de desarrollo a partir de sí mismo, es una falacia colmada de cinismo, que solo se cumple para quienes pueden comprar bienes, para los demás, darwinismo social a gran escala, delincuencia en las periferias a consecuencia de altos niveles de segregación social que aquello genera.

Si alguien no quiere o comprensiblemente no le gusta compararse con el resto de los países latinoamericanos, permítaseme decir que la agresividad del neoliberalismo en las relaciones sociales en nuestro país, que ha posibilitado la destrucción de  sus tejidos sociales, es contra- lógica  a los países capitalistas con democracias de desarrollo medio y sin duda las avanzadas. En estos países, pese a muchos y sostenidos intentos por desbaratar los sistemas de seguridad social, éstos han logrado prevalecer en el tiempo. La pandemia no ha hecho más que confirmar la necesidad de fortalecer lo público y el rol del Estado en la economía y la sociedad en estos países. Y Chile nunca ha sido la excepción a ello.

Pero los vientos han cambiado. En estos momentos cruciales para nuestro país, en el que se presenta la posibilidad cierta de superar al neoliberalismo y de avanzar en justicia social y en profundidad democrática, menester es compartir una visión respecto a su significado próximo y futuro.

En lo sustantivo, el proceso de superación del neoliberalismo o capitalismo salvaje no puede asumirse sino es a partir de la distribución del poder en tres componentes clave: (1).- Rol del Estado y su descentralización;(2).-fortalecimiento de la participación ciudadana como fuerza incidente en los procesos de construcción de país; (3).- construcción de una Institucionalidad democrática capaz de sostener los avances en el tiempo.

1.Rol del Estado, concebido como el más poderoso instrumento para garantizar derechos sociales universales y contribuir a regular las relaciones sociales en ambiente democrático y plural. En el marco de una concepción democrática  y no sujeta a los prejuicios y orientaciones ideológicas xenófobas y racistas, los inmigrantes serán considerados sujetos de derecho y en igualdad de condiciones a las del resto de la población local. El Estado democrático plurinacional descentralizará funciones y recursos hacia las regiones y comunas de Chile y al mismo tiempo fomentará actividades productivas en colaboración con las comunidades locales. En esa misma dirección, corresponderá a los gobiernos regionales y los municipios, en especial en aquellos casos en cuyos territorios haya riquezas a las que aplicar royalties, las instancias que definirán, en conjunto con las comunidades locales, la existencia, cobertura y monto de rentas universales en sus respectivas comunidades. Plebiscitos locales con tales fines podrán  dirimir democráticamente dichas políticas.

El Estado, se distinguirá por ser un ente moderno, eficiente y de calidad, cuyo propósito principal será el de  facilitar el desarrollo de una vida más plena de los integrantes de nuestra sociedad. Lo mismo que facilitará el desarrollo de  investigación científica, en  búsqueda  de nuevos conocimientos para relaciones sociales más armónicas, pacíficas y en sintonía con el medio ambiente. El Estado, en suma, no es un fin en sí mismo, a partir del cual la sociedad se “alinea” desde arriba hacia abajo. Esa es una concepción totalitaria y superada por la historia y además en abierta contradicción con el surgimiento de redes horizontales generadas por las revoluciones digitales en curso.

2.-  Ciudadanía, los derechos políticos ciudadanos son el “mínimo común” en cualquier sociedad democrática. Partiendo de ahí – pero también debido a la pésima experiencia vivida bajo este Gobierno de derecha -, la sociedad debe tener la potestad de cambiar a aquellas autoridades que pongan en riesgo su seguridad   sin que ello signifique retroceder a estadios inferiores de convivencia, como lo son las dictaduras y regímenes autoritarios. Por ello, apoyamos la existencia constitucional de plebiscitos revocatorios, en complemento a los procesos regulares de elección de autoridades, que permitan hacer correcciones  a la marcha del país o de las Instituciones, cuando el caso lo amerite y siempre en estricto apego al debido proceso y defensa.

En esta concepción, la participación ciudadana no se limita   al ámbito de los derechos políticos individuales; también será necesario apoyar desde el Estado, en sus diferentes niveles, toda iniciativa ciudadana asociativa y colaborativa ya sea en el ámbito de la cultura, el deporte y la recreación, o la generación de riqueza a  partir de organismos tales como cooperativas productivas, microempresas, organismos de defensa de consumidores, o de otras  instancias ciudadanas que posibiliten mayores niveles de autonomía de las comunidades locales.

En su rol de facilitador de todos estos procesos, al  Estado le corresponderá garantizar educación cívica fundada en valores humanitarios y solidarios a través de  mallas curriculares desde niveles primarios de enseñanza, y medios de comunicación públicos  con financiamiento estatal garantizado. Hasta que la solidaridad se haga costumbre, bien podría resumir la deconstrucción que es necesario hacer de la ideología neoliberal ultra individualista.

3.-  Institucionalidad democrática, la vida está llena de buenas intenciones, llena de ejemplos heroicos por superar las muchas injusticias y contradicciones del mundo en el que vivimos. Pero así mismo, incluso a nombre de nobles ideas, conocemos de la existencia de crueles regímenes dictatoriales que se apropian para sí de la energía de sus pueblos. En su versión siglo XXI, este es  el caso del drama humanitario que vive Venezuela bajo el régimen de Maduro y la dictadura de Ortega en Nicaragua.

La defensa de los derechos humanos es en todo momento irrenunciable y sin fronteras. Este es un principio que hemos pagado demasiado caro primero bajo la dictadura terrorista cívico-militar de Pinochet y luego bajo el Gobierno de Sebastián Piñera. Quienes son candidatos a la Presidencia de Chile, deben tener claro que este es un principio no negociable ni transable, que corresponderá defender cuantas veces sea necesario, pero que en esencia corresponde que las nuevas generaciones de luchadores políticos y sociales se apropien de él y lo hagan suyo. Así se podrá preservar la paz en Chile y contribuir a nivel global a que estos derechos esenciales sigan siendo violados al amparo de cada vez más dudosas razones de Estado.

Con todo, será fundamental la existencia de una Institucionalidad democrática robusta, que haga posible que la política no devenga solo en buenas promesas, que la sociedad no retroceda a niveles de barbarie cuando lo haga  la política y que tenga mayores recursos e instrumentos para proteger la convivencia social puesta a prueba por corrientes políticas autoritarias, xenófobas o racistas.

 

TAGS: #Democracia #Igualdad #ModeloNeoliberal #ParticipaciónCiudadana Rol del Estado

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